¿Cuba se abre a la propiedad privada?
Foto: RIAN
Estos medios de transporte pertenecen ahora en
modo de arrendamiento, a una de las ciento veinticuatro cooperativas no
agropecuarias que se han sumado recientemente al sector independiente
de la economía cubana. Una medida calificada de “osada” por analistas y
de la que se benefician, además de los consumidores del servicio, los
propios cooperativistas y el Estado, que se ve liberado de actividades
productivas y de servicios no fundamentales ni eficientes hasta ahora.
Este
es un paso más en el proceso de transformaciones derivado de los
Lineamientos de la Política Económica y Social, aprobados en abril del
2011, y que proponen modificar principios y procedimientos rectores
durante décadas en la economía cubana, como la propiedad estatal
exclusiva o la centralización. Pero para muchos, este documento no
refleja claramente cuál es el modelo al que se aspira y las vías y
plazos para conseguirlo. “Es posible que haya una estrategia, pero no la
sabemos. Yo sí querría tener más claro hacia dónde va mi país y que
pasos se darán para conseguirlo” opina Alexis, joven graduado de
Comunicación social.
Lo cierto es que por ahora no hay
prisas. “Falta un largo y complejo camino para actualizar nuestro modelo
económico y social”, afirmó el presidente Raúl Castro, en un reciente
discurso en la Asamblea Nacional.
Algunas
transformaciones ya empiezan a notarse en la vida diaria. Las absurdas
restricciones que durante mucho tiempo arrastraron los cubanos para
viajar, tener un celular, hospedarse en un hotel o vender su vivienda,
son historia pasada. También ha aumentado el número de trabajadores por
cuenta propia a casi medio millón.
Pero el crecimiento
del 3 % del PIB el pasado año es una cifra que se mantiene lejos del
bolsillo del cubano común, que sigue intentando sobrevivir con un
salario que cada vez llega a menos. “Yo cobro cerca de setecientos pesos
(alrededor de treinta dólares), y eso porque tengo dos especialidades y
una maestría”, dice Mariela, una cirujana. “Pero casi todo debo
comprarlo en CUC (moneda convertible), y al cambio son apenas 30. La
cuenta no da”.
Esta situación, generalizada en los
empleos estatales, es una de las causas principales de la inercia
mostrada por muchos ante el trabajo.
El propio Raúl
Castro ha apuntado en varias ocasiones a la imposibilidad de aumentar
salarios sin productividad, y se refirió a la dualidad monetaria como
“uno de los obstáculos más importantes para el progreso de la nación”.
Pero muchos de los que cobran una nómina estatal a fin de mes no pueden
evitar ver el problema desde su perspectiva. “Por mucho que trabaje lo
que gano se me va en dos compras de comida en el agro. Ni pensar en
ropa, ni casa, ni vacaciones, y menos en ahorrar”, dice Yohan, graduado
de contabilidad. “No creo que así pueda crecer la productividad, y sin
producir más, tampoco suben los salarios. Es como el cuento de qué fue
primero, la gallina o el huevo”.
Leonardo Padura, uno de
los más importantes escritores cubanos, lo resume así: “Hay una reforma
sin la cual no es posible plantearse un futuro económico para Cuba, y
es la solución de la trampa de la doble moneda, cuya existencia deforma
todos los niveles de la economía, desde la macro hasta la doméstica”.
Otros,
como el joven economista Pavel Vidal, especializado además en temas
financieros, ha dicho que “la circulación de dos monedas, la
sobrevaloración del tipo de cambio oficial, la dualidad de las tasas de
cambio y la inconvertibilidad del peso cubano para las empresas son
elementos estrechamente relacionados y que deberán, por lo tanto,
resolverse de manera casi simultánea”.
Especialistas y
autoridades coinciden así en lo complejo de reajustar el modelo
económico y social del país. Mientras, los cubanos de a pie siguen
esperando que, más temprano que tarde, la actualización signifique
además un aumento sustancial en su nivel de vida.
fs/as
No hay comentarios.:
Publicar un comentario