Las supersticiones en Rusia son cosa seria
Foto: RIAN
Siendo persona no muy supersticiosa, no me
entregaría a abrumar a los lectores con mal agüeros de todo tipo. Pero,
todo lo decidió una circunstancia. Cierta vez, después de un aguacero
corrimos con mis amigos italianos y franceses hasta mi vivienda, donde
tuve la mala ocurrencia de abrir el paraguas, para que se secara. Y he
aquí que todos se apresuraron a cerrarlo. Así fue como me enteré por
primera vez que, en Europa, un paraguas abierto en un recinto acarrea la
mala suerte. Así fue también como tuve que hablarles de nuestras
supersticiones rusas. Y mucho mas tarde, el místico y astrólogo
Vladislav Obolonski explicaba a La Voz de Rusia el origen de esas supersticiones.
1. En primer lugar, no se puede entregar nada a través del umbral.
Todos
conocen esto desde la infancia, pero no todos tienen claro por qué está
prohibido hacerlo. Vladislav Obolonski lo explica así:
—Desde
un comienzo, en la antigua Rusia se solían guardar los restos de los
antepasados bajo el umbral. Por consiguiente, era necesario
intranquilizar ese lugar lo menos posible. De ahí que, había siempre que
cruzar el umbral, nunca se sentaban en él ni entregaban cosas a través
de él. El umbral era considerado una suerte de frontera entre los
mundos, el asilo de los demonios. De ahí que todos se empeñaban en
cruzarlo lo más veloz posible y en no detenerse nunca allí.
De
mi parte añado que mis padres y todos mis amigos observan sagradamente
esta superstición y no entregan nunca nada a través del umbral, ni
hablar ya del estrechón de manos, y lo cruzan para hacer lo uno y lo
otro.
2. No hay que devolverse a medio camino.
Y
si llegas a hacerlo, hay que acercarse sin falta ante un espejo y
mirarse tres veces a través del hombro izquierdo, caso contrario te
puede ocurrir una desgracia en el camino. Vladislav Obolonski comentaba:
—Paradójicamente,
esta superstición tiene también un vínculo con la primera. Se considera
que, si la persona se devuelve sin llegar a su objetivo, sus fuerzas
vitales se verán debilitadas, y en el umbral, asilo como recordarán de
los demonios, la persona será capturada por estos. Usted se preguntará:
¿para qué hay que mirarse tres veces al espejo a través del hombro
izquierdo? El espejo, como se sabe, es el portal entre los mundos. Según
la tradición se considera que, toda persona tiene un ángel de la
guarda, ubicado tras el hombro derecho, y el demonio tentador, detrás
del izquierdo. Si miramos al espejo a través del hombro izquierdo tres
veces, recuerden la Trinidad del cristianismo, la persona como que
neutraliza la influencia negativa de esas fuerzas.
3. No hay que botar la basura de noche.
Se
desconoce a ciencia cierta el origen de esta superstición, la que en
cambio es del gusto de los varones rusos. Y ello porque es un excelente
pretexto para no botar la basura al llegar a casa después del trabajo.
4. Antes de salir de casa en viaje hay que sentarse.
En
nuestra familia es también una inveterada tradición. Cuando alguien
sale en viaje, todos los miembros de la familia se sienten,
obligatoriamente por unos diez segundos, para luego ponerse de pie y
decir, “que Dios te acompañe”. Siempre me ha intrigado como se funde,
encantadoramente entre los rusos, los ritos ortodoxos y paganos, y ello
porque la costumbre de “sentarse antes de emprender el camino” proviene
justamente de tales tiempos. Vladislav Obolonski lo confirma:
—Esta
es una superstición pagada por excelencia. Y tiene como base la
renuencia de los espíritus del hogar de dejar partir a la persona a un
mundo horrible y peligroso de afuera, y al “sentarnos” como que
engañamos al duende de la casa, en señal de que no pensamos ir a ninguna
parte.
5. No se puede silbar en un lugar cerrado.
Los
amantes de silbar con y sin motivo se amargarán, quizás, cuando sepan
que en Rusia no se acostumbra hacerlo en absoluto. Se considera que, al
silbar en un recinto no habrá dinero. Por cierto que nadie cree en ello,
pero extrañamente, al enterarse de ello, los extranjeros dejan de
silbar.
Resumiendo, creer o no creer en las
supersticiones es asunto de cada uno. Por cierto que es mejor no creer.
No soy una persona supersticiosa pero, por si acaso, me miro toda vez al
espejo si debo regresar a casa por algo, me siento por unos segundos
antes de partir en viaje y nunca boto la basura después del atardecer…
sb/as
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