La pasada
semana se produjeron manifestaciones “espontáneas” en Budapest con la
excusa de un impuesto a Internet que pretende aprobar el gobierno
húngaro. Pero el principal organizador de las protestas, Domingo Balazs
Nemes, dice que el proceso no es solo por dicho impuesto (sobre todo si
el gobierno propone enmiendas a la ley), la ley era simplemente “la
última gota”. Y amenaza con más protestas en el futuro. Todo muy
familiar, incluidas las banderas de la UE entre los manifestantes.
Una vez
más (como siempre) hay controversia sobre el número de participantes.
Los organizadores estimaron cuarenta mil asistentes en las primeras
protestas, en la que se dirigieron al edificio sede del Fidesz, partido
del gobierno, y en su ira causaron algunos daños. Pero aunque fueron
tachados de “provocadores”, la actitud de los organizadores era de
complicidad. Todo demasiado familiar y ya visto en Kiev. Colgaron la
bandera de la UE en el edificio para dar a entender claramente que están
con Occidente.
De nuevo
el 28 de octubre se celebró en Budapest una nueva protesta contra los
planes del Gobierno de Viktor Orban de introducir a partir de 2015 un
impuesto sobre el uso de Internet. Uno de los oradores de la
manifestación (Zsolt Varodi), declaraba que las protestas en contra de
este impuesto eran "sólo la punta del iceberg", que lo querían todo: un
sistema fiscal eficaz, la lucha contra la corrupción, la transparencia
económica, etc., etc., etc... De esta forma pretenden que el movimiento
crezca y se unan más organizaciones con una gran variedad de métodos.
De
acuerdo a las declaraciones de los líderes de la protesta, la segunda
manifestación contó con la presencia de 100 mil personas -una cifra
redonda, que se convirtió en la razón de la creación de la organización
"Cien mil contra el impuesto sobre la Internet." Todo demasiado
familiar. Curiosamente, en la manifestación destacó la presencia del
encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos Andre Goodfriend
(!!!), que unos días antes promovió sanciones contra varios políticos
del primer ministro Orban.
Al día
siguiente de las manifestaciones contra el impuesto a Internet en
Budapest tuvo lugar la visita diplomática del Ministro alemán de Asuntos
Europeos Michael Roth (SPD). Berlín se hace eco muy rápidamente de las
demandas de Estados Unidos a Hungría. La aparición de impuestos
exóticos, por supuesto, no es un accidente, el gobierno utiliza los
ingresos fiscales para poder afrontar los intereses sobre la deuda
nacional. Bueno. Pero Occidente utiliza esas mismas medidas para socavar
la legitimidad del gobierno húngaro… ¿Qué hay detrás de todo ello?
EE.UU. introduce sanciones contra Hungría por su “postura prorusa”
Una
evidencia descarada de la injerencia norteamericana en la política
húngara es que Estados Unidos ha impuesto sanciones contra Hungría,
según afirman los medios locales citando a diplomáticos estadounidenses.
La medida impide la entrada a varios funcionarios y empresarios
húngaros a EE.UU. Nuevamente, todo demasiado familiar.
Aunque no
se precisan los nombres, los periodistas sospechan que se trata del
círculo íntimo del primer ministro Viktor Orbán y altos funcionarios del
servicio tributario. Entra las causas de la medida se sugiere el
acercamiento a Moscú y la investigación de la actividad de ciertas
empresas estadounidenses. El canciller húngaro demandó explicaciones
por parte de Washington, informó el canal Rossiya 24.
Hungría amenazó con retirarse de la Unión Europea
La
tensión ha llegado al punto (no se extrañe el lector del silencio de los
principales medios occidentales y españoles, cuando sea necesario, las
cacatúas empezaran su cantar unísono…) que el primer ministro, Viktor
Orban, y el presidente del Parlamento, László Kövér están ya cansados de
las amenazas de Alemania y los Estados Unidos de castigarlos por su
amistad con Moscú. Köwerich dijo a periodistas que la moderna Bruselas
recuerda a él "Moscú antes de que el cambio de régimen en 1989".
La Unión
Europea se muestra cómo un enemigo del país y ejerce presión sobre
Hungría por su posición de amistad con Rusia. El gobierno húngaro
considera que la política de sanciones occidentales contra Rusia es un
“escenario de pesadilla", en el que Hungría no va a entrar. Köwerich
señaló que la adhesión de Hungría a la UE o la OTAN no es un problema,
pero Budapest decidirá su futuro, dentro o fuera de la UE. La UE y los
EE.UU. están muy preocupados de que Budapest cada vez está más cerca de
Moscú. Recientemente, Washington prohibió entrar en los EE.UU. a varios
altos cargos húngaros.
El
Presidente del Parlamento húngaro, László Kövér sigue la retórica del
primer ministro Viktor Orban. El jefe de Gobierno de Hungría ha
declarado en repetidas ocasiones que con la imposición de sanciones en
contra de Rusia, "Occidente corta la rama sobre la que se asienta," y
que Europa no puede prescindir de Rusia. Orban instó a Bruselas para
compensar la enorme pérdida para los productores que se han convertido
en "víctimas" del embargo de alimentos de Rusia, y en general para
revisar las relaciones con Moscú. Por eso, la oposición húngara "pide su
cabeza": acusan de que el país está más alejado de los "ideales
democráticos" y más cerca del "retroceso democrático". Los opositores
temen que el acercamiento a Moscú podría ser un ejemplo seguido por las
débiles democracias de otros países del Este.
Incluso
el año pasado, la canciller alemana Angela Merkel chulescamente dijo que
"Alemania hará todo lo posible para dirigir a Hungría por el camino
correcto, pero no enviará inmediatamente a la caballería." Orban
respondió: "Los alemanes ya habían enviado una vez a Hungría la
caballería en forma de tanques(*). Nuestro deseo es que no los envíen.
Es una mala idea que no se justifica".
(*)
Hace referencia a la invasión de Hungría por el Pacto de Varsovia en
1956, en el que participaron unidades blindadas de la Alemania Oriental,
donde Merkel fue una funcionaria del Partido Comunista.
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