Los supuestos asesinos de normalistas fueron presentados ante el MP con golpes y horas después de su captura
Por: Redacción Revolución
(02 de febrero, 2015).- La “verdad
histórica” de Murillo Karam puede derribarse, aseguró Perseo Quiroz
Rendón, director de Amnistía Internacional en México, quien señaló que
conclusiones presentadas por la Procuraduría General de la República se
basan en testimonios que habrían sido obtenidos mediante tortura.
Según la averiguación previa
PGR/SEIDO/UEIDMS/816/20114, el pasado 14 de octubre dos marinos
detuvieron a Raúl Núñez Salgado, “El Camperra”, alrededor de las 9 de la
noche; sin embargo, fue puesto a disposición del Ministerio Público
hasta las 8 de la mañana del día siguiente.
Al respecto, David Ramírez Alcaraz y
Carlos Gutiérrez Silva, elementos de la Armada de México que realizaron
la captura, aseguraron que el retraso para presentar al acusado se debía
a que el vehículo en el que se le transportó presentaba “fallas
mecánicas”, por lo que condujeron en “forma lenta moderada” y, para
colmo, “se les ponchó la llanta delantera izquierda”.
A su llegada al ministerio público, el
sospechoso fue evaluado por el teniente de corbeta Héctor Rodrigo
Cardoso Enciso, quien dijo notar un derrame y un moretón en el ojo
izquierdo, huellas de golpes en la espalda, pierna derecha, glúteo
izquierdo, cara y cuello.
En el mismo sentido, Alejandrina
Álvarez, identificó en “El Camperra” 30 lesiones en ojos, cuello, cara,
una oreja, cabeza, brazos, manos, pecho, espalda, hombros y piernas.
La explicación de los elementos de la
Marina fue sencilla: las heridas fueron autoinflingidas por el
delincuente mientras intentaba escapar: “tropezó al descender del
vehículo, provocándose algunas lesiones en distintas partes del cuerpo”.
Con base en el relato de los marinos, la
violencia del sospechoso era tal que se vieron obligados a “realizar
labores de sometimiento y evasión ante el peligro inminente que corría
nuestra integridad física y la de la misma persona asegurada”.
Ambos miembros de las fuerzas federales
insistieron en que el presunto delincuente se causó las heridas: “se
aventó contra los tubos que se encuentran en la batea de la camioneta,
golpeándose la parte del oído, cara y diferentes partes del cuerpo; ante
su agresividad se determinó que sería trasladado en el interior de la
cabina”.
En contraste con las declaraciones de
los marinos, quienes en todo momento insistieron en la agresividad del
detenido, El Camperra dijo que fue detenido en Acapulco, cuando no
portaba armas ni droga.
Además, Núñez Salgado aseguró que
presentaría una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
por las violaciones que sufrió.
***
En
el centro de Cuernavaca otra detención genera sospechas. Un documento
firmado por los policías federales Jazmín Galicia Guzmán, Carlos
Villaseñor Evaristo y Omar Evaristo Vega Leyva, asegura que el 8 de
octubre se detuvieron a tres personas que también fueron presentadas
ante el MP con muchas horas de retraso.
Según el documento, Osvaldo Ríos
Sánchez, “El Gordo”; Miguel Ángel Ríos Sánchez, “El Pozole”, y Carlos
Pascual Cervantes Jaimes, “El Pollo”, portaban un arma larga calibre
7.62, una granada, mariguana y cocaína, por lo que fueron detenidos.
Posteriormente, “de forma voluntaria y
espontánea” aceptaron pertenecer a los Guerreros Unidos y se dijeron
“arrepentidos de la muerte de los estudiantes, que ellos, junto con los
del cártel, habían matado a los estudiantes” y que “los enterraron (…)
en las inmediaciones de Pueblo Viejo, Guerrero”.
Al igual que en la otra detención, se
argumentó que los vehículos en que eran transportados los delincuentes
presentaban fallas en el motor y se les ponchó una llanta, lo que
ocasionó que el viaje durara nueve horas y media del centro de
Cuernavaca a la Ciudad de México.
En la averiguación previa
PGR/AIC/DGIPAM/PD/12464/2014 quedó constancia de que David Cruz
Hernández presentaba a simple vista lesiones en la cara. El dictamen
firmado por el perito legista consigna huellas de golpes en mandíbula,
frente, pómulos, ojo derecho, hombro derecho, pecho, espalda, cadera y
lesiones que el detenido dijo se las infringieron los marinos.
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Ramiro
Ocampo Pineda y Rosario Manuel Borja también fueron detenidos por
elementos de la Armada de México, quienes los detectaron por “su actitud
sospechosa”. Al encontrarles una granada de guerra y 2 mil pesos, los
delincuentes confesaron sin razón aparente que participaron en la
ejecución de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
El informe médico realizado tras su
captura señala que Ramiro Manuel estaba lastimado en mejillas,
mandíbula, cuello, un ojo, un pómulo, pecho, costado, un brazo, muñeca y
oídos, y sugierió que fuera “ valorado, de continuar con molestias de
mareo, por el servicio hospitalario y especialista en
otorrinolaringología y se descarte patología”.
Otro documento también fechado el 9 de
octubre relata la detención de Luis Alberto y José Adán Estrada Montes
de Oca y Raymundo Salvador Bernal, quienes estaban heridos en diferentes
partes del cuerpo.
Las coincidencias entre todas la
detenciones respecto a las heridas y los tiempos de traslado abonan en
la hipótesis de que las declaraciones fueron hechas bajo torura.
Considerando que la “verdad histórica” tiene como base esos testimonios,
la historia oficial sobre Ayotzinapa estaría en llamas.
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