martes, 3 de febrero de 2015

Los supuestos asesinos de normalistas fueron presentados ante el MP con golpes y horas después de su captura

Los supuestos asesinos de normalistas fueron presentados ante el MP con golpes y horas después de su captura
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 (02 de febrero, 2015).- La “verdad histórica” de Murillo Karam puede derribarse, aseguró Perseo Quiroz Rendón, director de Amnistía Internacional en México, quien señaló que conclusiones presentadas por la Procuraduría General de la República se basan en testimonios que habrían sido obtenidos mediante tortura.
Según  la averiguación previa PGR/SEIDO/UEIDMS/816/20114, el pasado 14 de octubre dos marinos detuvieron a Raúl Núñez Salgado, “El Camperra”, alrededor de las 9 de la noche; sin embargo, fue puesto a disposición del Ministerio Público hasta las 8 de la mañana del día siguiente.
Al respecto, David Ramírez Alcaraz y Carlos Gutiérrez Silva, elementos de la Armada de México que realizaron la captura, aseguraron que el retraso para presentar al acusado se debía a que el vehículo en el que se le transportó presentaba “fallas mecánicas”, por lo que condujeron en “forma lenta moderada” y, para colmo, “se les ponchó la llanta delantera izquierda”.
A su llegada al ministerio público, el sospechoso fue evaluado por el teniente de corbeta Héctor Rodrigo Cardoso Enciso, quien dijo notar un derrame y un moretón en el ojo izquierdo, huellas de golpes en la espalda, pierna derecha, glúteo izquierdo, cara y cuello.
En el mismo sentido, Alejandrina Álvarez, identificó en “El Camperra” 30 lesiones en ojos, cuello, cara, una oreja, cabeza, brazos, manos, pecho, espalda, hombros y piernas.
La explicación de los elementos de la Marina fue sencilla: las heridas fueron autoinflingidas por el delincuente mientras intentaba escapar: “tropezó al descender del vehículo, provocándose algunas lesiones en distintas partes del cuerpo”.
Con base en el relato de los marinos, la violencia del sospechoso era tal que se vieron obligados a “realizar labores de sometimiento y evasión ante el peligro inminente que corría nuestra integridad física y la de la misma persona asegurada”.
Ambos miembros de las fuerzas federales insistieron en que el presunto delincuente se causó las heridas: “se aventó contra los tubos que se encuentran en la batea de la camioneta, golpeándose la parte del oído, cara y diferentes partes del cuerpo; ante su agresividad se determinó que sería trasladado en el interior de la cabina”.
En contraste con las declaraciones de los marinos, quienes en todo momento insistieron en la agresividad del detenido, El Camperra dijo que fue detenido en Acapulco, cuando no portaba armas ni droga.
Además, Núñez Salgado aseguró que presentaría una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos por las violaciones que sufrió.
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En el centro de Cuernavaca otra detención genera sospechas.  Un documento firmado por los policías federales Jazmín Galicia Guzmán, Carlos Villaseñor Evaristo y Omar Evaristo Vega Leyva, asegura que el 8 de octubre se detuvieron a tres personas que también fueron presentadas ante el MP con muchas horas de retraso.
Según el documento, Osvaldo Ríos Sánchez, “El Gordo”; Miguel Ángel Ríos Sánchez, “El Pozole”, y Carlos Pascual Cervantes Jaimes, “El Pollo”, portaban un arma larga calibre 7.62, una granada, mariguana y cocaína, por lo que fueron detenidos.
Posteriormente, “de forma voluntaria y espontánea” aceptaron pertenecer a los  Guerreros Unidos y se dijeron “arrepentidos de la muerte de los estudiantes, que ellos, junto con los del cártel, habían matado a los estudiantes” y que “los enterraron (…) en las inmediaciones de Pueblo Viejo, Guerrero”.
Al igual que en la otra detención, se argumentó que los vehículos en que eran transportados los delincuentes presentaban fallas en el motor y se les ponchó una llanta, lo que ocasionó que el viaje durara nueve horas y media del centro de Cuernavaca a la Ciudad de México.
En la averiguación previa PGR/AIC/DGIPAM/PD/12464/2014 quedó constancia de que David Cruz Hernández presentaba a simple vista lesiones en la cara. El dictamen firmado por el perito legista consigna huellas de golpes en mandíbula, frente, pómulos, ojo derecho, hombro derecho, pecho, espalda, cadera y lesiones que el detenido dijo se las infringieron los marinos.
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Ramiro Ocampo Pineda y Rosario Manuel Borja también fueron detenidos por elementos de la Armada de México, quienes los detectaron por “su actitud sospechosa”. Al encontrarles una granada de guerra y 2 mil pesos, los delincuentes confesaron sin razón aparente que participaron en la ejecución de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
El informe médico realizado tras su captura señala que Ramiro Manuel estaba lastimado en mejillas, mandíbula, cuello, un ojo, un pómulo, pecho, costado, un brazo, muñeca y oídos, y sugierió que fuera “ valorado, de continuar con molestias de mareo, por el servicio hospitalario y especialista en otorrinolaringología y se descarte patología”.
Otro documento también fechado el 9 de octubre relata la detención de Luis Alberto y José Adán Estrada Montes de Oca y Raymundo Salvador Bernal, quienes estaban heridos en diferentes partes del cuerpo.
Las coincidencias entre todas la detenciones respecto a las heridas y los tiempos de traslado abonan en la hipótesis de que las declaraciones fueron hechas bajo torura. Considerando que la “verdad histórica” tiene como base esos testimonios, la historia oficial sobre Ayotzinapa estaría en llamas.

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