"GLADIO": LA MAYOR RED TERRORISTA DE LA HISTORIA (5ª PARTE)
La recompensa del verdadero periodista: el descrédito yla muerte. |
El mismo Washington Post, en boca de su repulsivo plumífero, Jeff Leen, a raíz del estreno de la película Matar al Mensajero, en 2014, se reafirmaba en su campaña de difamaciones, descrédito y mentiras sobre Webb diciendo que “Webb no fue un héroe del periodismo” y que la “historia de su persecución por parte de unos supuestos medios “pusilánimes y cobardes” es pura ficción. Para ello nos remite este mendaz soplón a sueldo de la CIA que esos “grandes” medios de manipulación desmontaron la versión de Webb. ¡Claro, cómo que todo ese periodismo canalla y delincuente había puesto en marcha una campaña difamatoria con el ventilador y la mierda en marcha, trabajando todos ellos, activamente, para la CIA (con sumas importantes de dinero de por medio) en aras de destruir, con invenciones y mentiras, la reputación de Webb! Y luego la CIA finalizó el “trabajo” metiéndole dos tiros en la nuca. Pero la muerte de Webb fue, según el disparate oficial, un suicidio.
La recompensa del lacayo. ¿Cuáles son los méritos de es- te pollo? Cumplir su palabra no: dijo que se iría de España si Ada Colau se convertía en alcaldesa. |
Continuando con Gladio y el libro de Williams…hablábamos de drogas. Y tenemos que el Vaticano también estaba metido en este sucio negocio. ¿En qué operación criminal no ha estado enfangada esta institución en toda su historia? El narcotráfico tenía que ser, necesariamente, una golosina apetecible para los negocios ilícitos de la Santa Sede y así lo remarca Williams: el Vaticano tuvo un papel clave en la aparición del comercio de cocaína, ofreciendo el lavado de dinero a los cárteles de la droga a través de su Institución. Para iniciar este proceso, la Santa Sede estableció una cadena de empresas fantasmas en Panamá y las Bahamas que transferían los depósitos de los cárteles al Banco Ambrosiano y a bancos italianos que estaban bajo el control de Michele Sindona, el gángster de Dios. Para la santa mafia vaticana, no había línea roja que valiese, ni ética moral cristiano-evangélica a la que sujetarse. Servir a Dios y al crimen organizado era el undécimo mandamiento no escrito de la multinacional mafiosa de Roma.
El dictador Videla tiende la mano al cardenal Samoré. ¿Fué él el prelado que aconsejó los métodos más "cristianos" de tortura y eliminación de disidentes? |
No hace falta decir que, una vez más, el imperio, EEUU, y su brazo armado terrorista, la CIA, fueron los principales patrocinadores de la Junta Militar golpista argentina. El criminal Henry Kissinger, ideólogo del Plan Cóndor y todos los golpes de Estado en Latinoamérica, Europa y resto del mundo en los años sesenta a ochenta, fue advertido por el Secretario adjunto para América Latina, William Rogers, de que en Argentina “se iba a desatar una gran represión con muchos muertos” a lo que el genocida judío contestó que “Ya lo sé, pero eso no es de nuestra incumbencia”. El Congreso de EEUU, poco después de semana y media de producido el golpe en Argentina aprobó una ayuda de 50 millones de dólares, al nuevo régimen militar. Cabe señalar y esto no ha sido muy publicitado en las crónicas del terror golpista argentino que, después de la sublevación militar fascista, escuelas, sinagogas y periódicos judíos fueron intimidados y extorsionados, ante la indiferencia del Estado etnicista judío, al que sólo le interesaba orquestar “boom” publicitarios como los escasos nazis a los que persiguió en Latinoamérica.
Adolfo Tortolo, colaborador de los represores de la Operación Cóndor. |
Es conocido que, en pleno furor represivo de la dictadura militar argentina, dos sacerdotes jesuitas, el padre Jalics y el padre Yorio fueron secuestrados por la dictadura y conducidos a la ESMA, donde fueron torturados y, al cabo de cinco meses, finalmente liberados. Aquí Williams mete el dedo en el ojo del actual Papa, Francisco I, es decir el argentino Jorge Bergoglio como uno de los que denunció a los dos jesuitas y estuvo implicado, además, en el robo de bebés durante la dictadura. En concreto, el Padre Yorio, en el juicio de los líderes de la junta 1985, dijo que Bergoglio los había entregado al escuadrón de la muerte: “Estoy seguro de que él mismo [P. Bergoglio] entregó la lista con nuestros nombres a la Marina. Mientras que Jalics afirmaba que “A partir de las declaraciones de un funcionario y 30 documentos a los que he podido tener acceso, hemos sido capaces de demostrar, sin lugar a dudas, que este hombre [Bergoglio] no cumplió su promesa [proteger a los sacerdotes], pero, por el contrario, presentó una denuncia falsa a los militares sobre nuestras personas. En 2005, la abogada argentina derechos humanos Myriam Bregman presentó una demanda penal en contra de Bergoglio, que había sido elevada al Colegio de Cardenales, acusándolo de complicidad en el secuestro y tortura del P. Yorio y el P. Jalics, junto con seis miembros de su parroquia. la Sra Bregman dijo que las palabras de Bergoglio lo condenan y demuestran que él toleraba la tortura y el asesinato. “La dictadura no podría haber funcionado sin este apoyo clave,” dijo Bregman.
Bergoglio es un Papa más de Washington y la CIA, como todos los que han ocupado la poltrona vaticana durante todo el siglo XX y XXI. Eso sí, con la salvedad, del que dieron matarile en 1978, Albino Luciani, nombrado Juan Pablo I que, al ver toda la podredumbre aquí relatada, decidió finiquitar los negocios sucios del Vaticano con la mafia, Sindona, el Banco Ambrosiano y Gladio, por lo que el clan masón de la Santa Sede, con el “gorila” Paul Marcinkus a la cabeza, y la CIA, decidieron que era urgente darle pasaporte para el territorio de Dios nuestro señor Jesucristo.
Juan Pablo I murió, seguramente, envenenado o por sobredosis forzada de algún medicamento mientras tenía en su poder los documentos del “cambio”, que iban a posibilitar (o, al menos intentarlo) el poner patas arriba la estructura mafiosa de la multinacional vaticana. Algo, por otra parte, que se antojaba un imposible práctico. Como si no supiera con qué clase de “elementos” estaba jugando el bueno de Luciani. Bien lo tuvo que saber en los años previos a su nombramiento como Papa, pero en su inocencia papal creyó que reformar la iglesia económica y sus delitos era tan simple como derribar un castillo de naipes; en definitiva, decretar unas reformas que no iba a cumplir ni el barrendero de la ciudad de Dios. De ello, el crimen contra el antecesor de Wojtyla, se ocupa Williams en los capítulos siguientes (el 11, llamado Un Problema Papal).
Lo cierto es que, de Bergoglio, parece claro que, como dice Williams, pocos parecen prestar atención que Francisco I es el primer papa que ha sido acusado de crímenes contra la humanidad … algo de lo que nadie (o muy pocos) han informado, o lo han hecho con la boca muy pequeña, añado yo.
(Fuente: http://uraniaenberlin.com/)
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