‘He visto a niños camino del colegio escoltados por militares’
Juan
José Cacho es el único cántabro en el Maratón de Palestina 2016.
Denuncia la situación de un pueblo “que no puede moverse con libertad
por el territorio”
Juan José Cacho, un ingeniero informático con inquietudes sociales. / R. Ruiz
Enfoca
esta entrevista como un testimonio obligado: «Los extranjeros que vamos
a esta carrera tenemos que contar esto en nuestros países. La principal
finalidad de la cita es precisamente esa, dar eco a la situación que se
vive de aquel conflicto». Ha sido su primer maratón –completado el
pasado 1 de abril con éxito en 4 horas y 42 minutos–;un recorrido de
algo más de 42 kilómetros callejeando por Palestina, sorteando los
puntos israelíes de control fronterizo en un itinerario de 10 kilómetros
que hubo que completar cuatro veces: «Tal y como está la cosa allí, es
imposible programar un maratón sin volver sobre tus pasos. Todo está
cerrado. El principal objetivo del acoso israelí es entorpecer el
movimiento del pueblo palestino». De ahí el nombre de la iniciativa
‘Right to movement’ (derecho de movimiento).
Parece muy concienciado con la problemática…
Hace
un año que viajé con mi pareja a la zona. A los dos nos interesa mucho
lo que se está viviendo allí. A la vuelta un amigo que trabaja como
cooperante nos contó que existía esta carrera, que servía para dar a
conocer el problema. Un palestino no puede salir de su territorio a
menos que tenga un permiso de trabajo o un visado de Israel. Sin esos
papeles no puede moverse a ningún lado.
¿A ningún lado?
La
ciudad está rodeada por un muro con unos pequeños accesos que son
puntos militarizados de control fronterizo. Casi nadie puede entrar ni
salir. Si un palestino quiere moverse de un pueblo a otro y tiene que
atravesar una carretera israelí, no puede. Si alguien quiere atravesar
un puesto fronterizo, donde hay soldados armados hasta los dientes, y no
tiene los papeles necesarios, está claro que se queda en casa. Yquien
puede hacerlo encuentra largas colas y problemas siempre que necesita
moverse. El objetivo es claro, dificultar los traslados y la logística.
Parece una situación más compleja de lo que reflejan los informativos.
Cuando
viajas allí te das cuenta de que todo es mucho más complejo, que la
dimensión de aquello es mucho mayor. Estamos acostumbrados a ver
noticias de intifadas, de asesinatos, de guerra. Y es cierto, eso sucede
y es muy cruel, es la guerra. Pero esta gente vive el día a día en lo
más parecido a una cárcel. Es un apartheid que constituye el principal
objetivo de Israel: dificultar el movimiento y el normal transcurso de
la vida del pueblo palestino. Seguro que piensan que de esa manera
terminarán yéndose. Es una forma de buscar la rendición psicológica.
Dice que vio escenas que le han marcado.
He
visto niños yendo al colegio con una escolta militarizada armada hasta
los dientes. He visto puntos de control fronterizo donde los soldados
israelíes tienen el dedo puesto en el gatillo, en continua alerta. Y he
visto también la fuerza de espíritu de una gente que ha llegado a
normalizar la guerra hasta asumir que forma parte de su vida. Son
testimonios de quienes perdieron a su madre o a un hermano en un
bombardeo, y que lo cuentan como si fuera algo lógico, o normal.
¿Llega a desvirtuarse la realidad para sobrevivir al espanto?
Es
exactamente eso. Pero nada de eso frena la fuerza de este pueblo, capaz
de organizar un maratón pese a no poder recorrer más de 10 kilómetros
en línea recta sin topar con el muro.
¿Cómo se organizó entonces el itinerario de 42 kilómetros?
Pues pasando por meta dos veces. La cuestión fue recorrer esos 10 kilómetros en cuatro tramos.
Fue su primer maratón.
Lo fue, lo fue, y lo terminé. Fui de los pocos.
¿Cuántos terminaron?
La
mayor parte de la gente que lo hace es por la causa. Hay diferentes
recorridos. Muchos completan los 10 primeros kilómetros, incluso
andando. Éramos unos 4.400 participantes, de 64 nacionalidades. Y solo
unos 138 terminamos el reto. Otra curiosidad es que esta carrera tiene
una alta participación de mujeres. Llega al 50%, algo poco usual para
estos casos, y eso es muy indicativo del peso que tiene la causa.
¿Sintió peligro en algún momento? ¿Qué atmósfera se respira en la zona?
Peligro
no. Notas que hay presencia militar, porque es una zona delicada, pero
no tienen sensación de peligro como tal. De hecho, aconsejo a todo el
mundo que tenga dudas, que vaya. Que descubra aquel lugar y sus gentes.
Que se acerque a lo que allí se está viviendo.
Era su primer maratón, ¿terminó bien?
Lo
más difícil fue pasar por línea de meta en la mitad del itinerario, es
un golpe psicológico un poco raro, después de 20 kilómetros, estar de
nuevo en el inicio y pensar que te queda la mitad, pero pude superarlo.
Luego hay que tener en cuenta que yo entreno en Santander y aquello está
a 800 metros de altitud y que el desnivel acumulado del recorrido era
de 700 metros.
Fue el único cántabro en la edición de 2016.
Eso parece.
¿Lo contará en su blog de viajes?
Hace
tiempo que puse en marcha el blog (nosvamos.es). Todos los viajes que
hacemos, y cuando digo hacemos me refiero también a mi pareja, los
documentamos con vídeos y artículos. Es una forma de conjugar dos de mis
aficiones, la fotografía y el descubrimiento del mundo.
Fuente: José Carlos Rojo, El Diario Montañés – España
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