Goodbye Obama
El 20 de enero del año 2017 el primer
presidente afrodescendiente de los Estados Unidos, Barack Obama, le dirá
adiós a la Casa Blanca. Ya Trump tiene montada su toma de posesión,
fastuosa y ostentosa, faltaba más, incluyendo exclusivas cenas para sus
ricos financistas, “almuerzo de damas”, conciertos y otros saraos para
los simpatizantes que se acerquen esa semana a Washington DC.
Mientras Trump monta su reality show,
celebrando la restitución al poder del ala más conservadora del partido
Republicano, por la puerta de atrás saldrá Obama. Solo, triste y
abandonado.
Obama deja muchos problemas sin resolver
y varias promesas incumplidas. Su entorno pretenderá entronizar un
conjunto de intrascendentes y grises resultados, tratando de endulzarlas
como si fueran un digno legado presidencial. La verdad es que Obama se
va con un sabor amargo. La esperanza que representaba en el año 2009,
cuando le “donaron” el premio Nobel de la Paz, se tradujo en decepción y
desencanto. Casi a niveles de defraudación y estafa. No cumplió la
mayoría de sus promesas, y esto en parte explica la aplastante derrota
sufrida por los Demócratas, principalmente en el rechazo de la clase
media.
Fidel lo advirtió clara y visionariamente desde el mismo año 2009 al referirse a Obama como “El rostro inteligente y noble del primer Presidente negro de Estados Unidos…” que generó esperanzas “hasta convertirse en símbolo viviente del sueño americano”. Sin embargo, al asumir el poder, sufrió rápidamente “un desgaste sistemático de la influencia”, ocasionado por ser “un fanático creyente del sistema imperialista impuesto por Estados Unidos al mundo”.
No pudiendo desmontar nunca el ímpetu guerrerista y asesino del imperio
norteamericano, su insaciable voracidad capitalista e incluso por
permitir, bajo su mandato, el aumento de la discriminación racial al
seno de su propio país. (Citas del libro: Obama y el Imperio por Fidel Castro, Ocean Sur, 2011).
Los analistas coinciden en una larga
lista de fracasos, incumplimientos y omisiones que colocan a Obama como
el mayor defraudador de las esperanzas de su pueblo y del mundo. Veamos
algunos ejemplos:
Uno de los temas más álgidos
incumplidos, y que salió a colación en la reciente campaña electoral
(con la victoria de las posturas xenofóbicas de Trump), fue el tema de
la fracasada Reforma Migratoria, donde entre bloqueos y
dilaciones, Obama nunca pudo cumplir con su prometida regulación para
frenar las deportaciones de los hijos de inmigrantes y mucho menos
regularizar la situación legal de más de 5 millones de inmigrantes,
trabajadores honestos y dedicados que aportan a la economía de ese país.
En el sector militarista el desastre es aún mayor. No cumplió su promesa de cierre del centro de detención y torturas de Guantánamo, legitimando
con su omisión la violación flagrante de los Derechos Humanos por la
extraterritorialidad aplicada por el imperio norteamericano para
secuestrar ciudadanos en cualquier parte del mundo, torturarlos,
aislarlos y mantenerlos detenidos sin juicio alguno de manera
indefinida, violando con esto múltiples convenios internacionales, entre
ellos la convención de Ginebra (herencia de Bush).
Las locuras guerreristas de Estados Unidos continuaron imperturbables en Irak, aumentando la movilización de tropas, al igual que en Afganistán.
Mientras estén allí jamás habrá paz. En el legado de Obama también se
cuentan millones de muertos y desplazados por sus nefastas acciones en Siria y Libia,
apoyando a grupos terroristas en contra de gobiernos legítimos. El
mundo entero vive aterrorizado por los sangrientos ataques del Estado Islámico,
el cual ellos mismos crearon, armaron y siguen financiando. Aquí le
toca a la señora Clinton ser la madre de esta criatura atroz.
Esta sensación de violencia apocalíptica
y de guerra permanente es lo que ha contribuido también al aumento de
la cantidad de armas en manos de los ciudadanos norteamericanos,
incrementando la criminalidad, las agresiones y los ataques en escuelas,
universidades y centros de trabajo. Las promesas de Obama de impulsar
normas para un mayor Control de Armas fracasaron bajo
las afiladas espuelas de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), lobista
más poderoso y terrorífico que el propio presidente de Estados Unidos.
En el campo económico,
su “Programa de Recuperación Económica”, no avanzó más allá de seguir
protegiendo los intereses de los banqueros, de Wall Street y de las
grandes corporaciones. Para las poderosas cúpulas Obama actuó en modo
“ni con el pétalo de una rosa”. Por eso, nada de reformas fiscales para
apoyar a las pequeñas empresas, a la generación de mayor empleo o a
contribuir con el mejoramiento de los beneficios sociales de la clase
trabajadora. No avanzaron los intentos de incremento del Salario Mínimo o
las leyes para mejorar el acceso a créditos hipotecarios por parte de
las familias norteamericanas. Nada para el pueblo.
También el ObamaCare
terminó convirtiéndose en todo un karma para Obama, por tantas
negociaciones y bloqueos en el Congreso y en el Tribunal Supremo. Las
sentidas aspiraciones de una gran reforma sanitaria que favoreciera a
miles de norteamericanos excluidos del sistema de salud, no fueron
escuchadas. El Obamacare a duras penas pudo “ofertar” la contratación de
pólizas o seguros médicos con coberturas muy limitadas. Nuevamente nada
para el pueblo.
Obama se va derrotado y al rincón del
olvido. Él mismo escribirá en sus memorias que fue víctima del yugo del
Congreso y justificará sus fracasos diciendo que solo fue un esclavo más en la Casa Blanca. En todo caso, los halcones militaristas y las grandes corporaciones lograron preservar el “Destino Manifiesto” para que Estados Unidos continúe dominando a su antojo al mundo entero.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan
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