Daud Abdullah
MEMO
Después de tres años de abierta hostilidad, Egipto parece estar reajustando su política hacia la Franja de Gaza.
Mientras que en el pasado reciente la administración de
El Cairo sólo abrió el paso fronterizo de Rafah para entregar cadáveres
palestinos, en las últimas semanas las autoridades la han abierto más a
menudo para permitir la circulación de personas hacia y desde el enclave
sitiado. Pero esto no es todo.
El mes pasado fue testigo de una oleada sin precedentes
de invitaciones oficiales de agencias estatales egipcias a empresarios
palestinos, periodistas e incluso yihadistas. La primera invitó a más de
30 empresarios y economistas de Gaza a atender a la segunda conferencia
económica en el resort de Ain Sokhna, en el Mar Rojo egipcio.
Una semana después, una delegación de la Yihad islámica
encabezada por su secretario general exiliado, Ramadan Sallah, y figuras
importantes de la Franja de Gaza; fueron invitadas a El Cairo para
reunirse con oficiales de inteligencia egipcios. A esto le siguió
rápidamente una visita de periodistas palestinos al periódico del
gobierno Al Ahram.
Dicho todo esto, la frecuencia y el alcance de estas
reuniones apunta a un posible cambio político. Las delegaciones
visitantes representan a importantes grupos de interés que podrían
contribuir a mejorar la relación con Egipto. Sin embargo, aunque los
avances de este pasado mes puedan verse como un nuevo comienzo, no hay
duda de que aún queda un largo y difícil camino por recorrer.
En cuanto a propósitos prácticos, Egipto tiene mucho que
ganar de una buena relación con Palestina, en particular con la Franja
de Gaza. El territorio costero no cuenta con grandes industrias, y
ofrece un mercado de consumo que abastece a dos millones de habitantes.
En lugar de aprovechar al máximo este mercado para impulsar su propia
economía, Egipto, durante la pasada década, ha perdido toda oportunidad
de hacer esto al mantener el bloqueo israelí del territorio. El
resultado neto es que, mientras que Israel se encuentra en cabeza como
el principal exportador a Palestina, Egipto está en el 9º lugar incluso
aunque Gaza, con un depósito bancario estimado de 9,600 millones de
dólares y un comercio anual estimado en 10.000 millones; tenga el
potencial de convertirse en un importante socio comercial de Egipto.
Aunque no es demasiado tarde, parece que Egipto está al
fin empezando a poner sus propios intereses por delante de los de
Israel. La conferencia de Ain Sokhna el mes pasado reabrió las
discusiones sobre el proyecto a largo plazo de establecer una zona de
libre comercio entre Egipto y Gaza. La idea surgió por primera vez hace
10 años, durante el régimen de Mubarak, pero nunca llegó a ver la luz.
El presidente Mohamed Morsi intentó retomarla como alternativa a la
peligrosa economía de túnel que surgió como resultado del bloqueo, pero
se vio obligado a abandonar el proyecto tras enfrentarse a acusaciones
infundadas de apoyar una iniciativa que llevaría a la secesión de Gaza
de Palestina.
Aparte de Israel, que quiere mantener su monopolio de
todo el mercado palestino, la zona de libre comercio también fue
criticada por la Autoridad Palestina en Ramala, que perdió el control
político de Gaza en 2007. Ninguno de los dos apoyará la iniciativa
mientras que Hamas siga controlando la Franja. En cuanto al presidente
de la AP, Mahmoud Abbas, el asunto se ha vuelto aún más turbio debido a
la influencia cada vez mayor de su rival en Fatah, Muhammed Dahlan.
Muchos creen que este último cuenta con el apoyo total del régimen e El
Cairo, así como de varios estados regionales. En los últimos años,
Dahlan, proveniente de Gaza, ha apoyado allí varias iniciativas
solidarias. Frente a las duras dificultades económicas, la autoridad de
Hamás en Gaza ha permitido esta actividad.
Aunque es cierto que el trabajo “solidario” de Dahlan ha
aliviado algo a varias familias de Gaza, también es verdad que le ha
servido para ganarse el leal apoyo de los elementos no afectados de
Fatah en el territorio; hay un claro sentido político en toda esta
solidaridad. De momento, sus partidarios parecen ser más una fuente de
vergüenza e irritación que una amenaza para el control de Abbas de
Fatah; esta semana fue reelegido como líder del movimiento – a los 81
años – en la Séptima Conferencia de Fatah.
Dada esta situación, lo mejor para Egipto sería
aprovechar cualquier oportunidad de comprometerse con Hamás de una
manera abierta y justa, sin preconcepciones o sospechas. Después de
todo, el Movimiento de Resistencia aún cuenta con un control efectivo de
la Franja de Gaza. Cualquier intento de tacharlo como irrelevante
sería, como mínimo, contraproducente y autodestructivo. El movimiento ha
demostrado ser capaz tanto militar como políticamente. Incluso su
eterno enemigo, Israel, reconoce su popularidad en Palestina. Se cree
que en octubre Abbas y la AP abortaron las elecciones locales planeadas
para negarle a Hamas su esperada victoria.
Puede que Hamas tenga opiniones fuertes e intransigentes
sobre la ocupación israelí, pero ha demostrado que puede ser pragmático
a la hora de perseguir los intereses nacionales de Palestina. De ahí la
aceptación esta semana del liderazgo de Hamás de la invitación de Fatah
a participar en la conferencia del movimiento secular.
Para bien o para mal, la geografía y la historia han
encerrado a Egipto y Gaza en una relación de independencia. En lugar de
perseguir el sueño imposible de ir por caminos separados, Egipto debería
cambiar su política hacia Gaza por el bien común de ambos pueblos. Esto
no le gustará a Israel y a sus aliados, pero, al final, probablemente
sea la mejor acción a tomar para asegurar un futuro más estable y
próspero.
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