Han
pasado 109 días desde que Donald Trump asumió su cargo como presidente.
Este breve periodo se ha distinguido por ir de polémica en polémica. De
acuerdo con las encuestas más recientes, la aprobación de su gestión
roza bajos niveles históricos. Sólo 44% del electorado aprueba su
administración. En estos primeros cinco meses hemos visto de todo. A tal
punto que la revista Time
ha calificado la administración del mandatario como un “caos”. El
pasado martes 9 de mayo surgió un nuevo capítulo en la novela: el
presidente Donald Trump despidió a James Comey, director del FBI,
desatando así una tormenta al interior de la Casa Blanca.”Por la
presente estás despedido y eres removido del cargo con efecto inmediato
—comunicó el magnate a través de una misiva—
si bien aprecio enormemente que me informaras, en tres ocasiones
separadas, que no estoy siendo investigado, de todos modos concuerdo con
el Departamento de Justicia en que no eres capaz de liderar de forma
efectiva al FBI”.
En la carta, el presidente Trump
indicó que había tomado la determinación por recomendación del fiscal
general Jeff Sessions y su asistente Rod Rosenstein. De acuerdo con la
versión oficial —la “verdad histórica”, le dirían por acá— Comey fue
despedido por manejar de mala manera el caso de los correos electrónicos
de Hillary Clinton durante 2016. Según Sessions y Rosenstein, Comey
tendría que haber turnado los hallazgos de la investigación a fiscales
federales en lugar de darlos a conocer en una conferencia de prensa
en julio pasado. En la carta también se criticó el que el servicio de
inteligencia mandara una misiva al Congreso avisando sobre el descubrimiento de nuevos emails apenas
unos días antes de la elección presidencial. De acuerdo con la
excandidata del Partido Demócrata, si el FBI no hubiera enviado esa
carta, ella hubiera ganado la Presidencia.
Los consejeros del mandatario también indicaron que el pobre manejo de la situación dañó la reputación
y la credibilidad del FBI como institución y que, incluso, esa pifia de
Comey pasó a amolar a todo el Departamento de Justicia. A pesar de
otras lecturas que se le puedan dar al caso —como que la figura de James
Comey rompía con el molde tradicional de los dirigentes del FBI o que
al presidente Trump simplemente no le caía bien— todo apunta a que su
salida tiene que ver con la investigación que está realizando el Buró
Federal sobre la participación de Rusia en el proceso electoral de
Estados Unidos y sus vínculos con colaboradores de la campaña del
político republicano. La decisión ha sido tan controvertido que,
incluso, un sector ha equiparado el despido de Comey con los realizados
por el expresidente Richard Nixon durante la investigación del caso Watergate.
Un caso donde el investigado despide a su investigador.
James Comey es el tercer funcionario despedido
por Donald Trump. La primera cesada durante la administración de
político neoyorkino fue Sally Yates, fiscal general interina, quien a
finales de enero se opuso a defender el polémico #muslimban, una orden
ejecutiva que pretendía impedir la entrada de personas proveniente de
siete países del Medio Oriente. En esta lista también se encuentra el
exfiscal federal Preet Bharara,
quien fue despedido a inicios de marzo tras negarse a renunciar, tal y
como le habían ordenado a él y a los otros 45 fiscales nombrados por
Barack Obama desde arriba. El presidente Donald Trump declaró el pasado
miércoles 10 de mayo que despidió a Comey porque “no estaba haciendo un
buen trabajo”. El empresario realizó estas declaraciones después de reunirse
con el exsecretario de Estado, Henry Kissinger; Sergey Lavrov,
canciller de Rusia; y Sergey Kislyak, embajador de Rusia en Estados
Unidos y una de las figuras principales de la polémica.Trump aseguró que el despido de Comey no afectará “para nada” las relaciones con los rusos. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, indicó en un talante parecido que su gobierno no tuvo nada que ver en la decisión y que la partida de Comey “no tendrá efecto” en la relación bilateral. De acuerdo con varias versiones periodísticas, el director del FBI fue despedido por:
1.- En lugar de apaciguarse, la investigación sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016 se estaba acelerando.
2.- James Comey nunca demostró lealtad al presidente Donald Trump.
3.- El exdirector del FBI solicitó unos días antes de su despido un incremento significativo en el presupuesto destinado a la investigación sobre la intervención rusa.
4.- El presidente Trump ya había pensado en “echar a la calle” desde algunas semanas antes. ¿El argumento? “Hay algo malo con él“.
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