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kaosenlared.netBrasil: En subasta para extranjeros, Temer coloca el país en venta
Para acabar con la venta desenfrenada de las riquezas y del
patrimonio del país hay que detener todas las privatizaciones,
re-estatizar todo lo que ya se privatizó y colocar a esas empresas bajo
el control de los trabajadores
El clima ya es de fin de feria en el gobierno Temer, el más odiado de la historia y que no tiene la más mínima capacidad de darles a los banqueros extranjeros y a los grandes empresarios lo que más querían: la reforma de la Seguridad Social. El problema es que la comida de fin de feria en el Planalto son nuestras riquezas. Se abrió la temporada de venta y entrega de los campos de petróleo estatales y de todo lo que se le pueda dar al capital internacional.
Ante la crisis económica internacional, Temer y la burguesía brasileña venden el país al por mayor al imperialismo, o sea, a los países ricos, encabezados por los Estados Unidos, sus multinacionales y banqueros. La lista es interminable. La Embraer es el mayor símbolo de esa política. Una empresa de alta tecnología, fundada y desarrollada con dinero público y mano de obra brasileña, está siendo entregada a la gigante Boeing.
La venta del país se extiende a prácticamente todos los sectores de la economía. Desde los pozos de petróleo, pasando por el refinado, hasta la punta de la industria más desarrollada que queda aquí. El objetivo es uno solo: hacer que Brasil vuelva a la condición de Colonia. Es lo que están haciendo con el petróleo: extraemos el petróleo crudo aquí dentro, lo exportamos, ellos lo reciben y nos venden gasolina y gas de cocina más caros. ¿Cuál es el papel de Brasil? Vender materias primas baratas de acuerdo con los intereses de los países ricos.
El gobierno Temer, el Congreso Nacional y la burguesía brasileña, que sueña con ser socia minoritaria de las multinacionales, están al servicio de ello, así como sus candidatos a la presidencia.
LA CUENTA DE LA LUZ VA A SUBIR
Ellos venden la Eletrobras y el precio cae en nuestras cuentas
Temer continúa con su obsesión de entregarle la Eletrobras al capital privado . Seis distribuidoras de energía están en la mira del gobierno y ya en proceso de venta: Alagoas, Piauí, Acre, Amazonas, Rondônia y Roraima. Según el acuerdo diseñado por el gobierno, además de caer en manos de las empresas, la estatal va a asumir las deudas actuales de las distribuidoras, calculadas en R$ 11 billones. ¿A dónde va a parar esa factura? A nuestra cuenta de luz, obviamente.
Según el presidente de la Abrace, una asociación que reúne a las grandes industrias consumidoras de energía, el impacto de la privatización en la cuenta de luz puede llegar al 5% o 6%.
El 11 de julio, la Cámara votó un paquete pro privatización para asegurar las ganancias de los nuevos dueños de la Eletrobras. Entre las medidas aprobadas, está el repase del valor del consumo ilegal de luz para las cuentas de los consumidores registrados.
El presidente de la Cámara, Rodrigo Maia, hizo un gran acuerdo con otros partidos, suspendiendo así la privatización de la Eletrobras por el momento, a cambio de la venta inmediata de las distribuidoras que ya están siendo vendidas. Eso significa que, para evitar desgaste en las elecciones, el gobierno y los demás partidos van a entregar parte del sector eléctrico este año con el compromiso de venderlo todo en 2019.
Es la entrega total de un sector estratégico para el país que fue, en gran parte, entregado a las empresas en los años ‘90. La venta de la Eletrobras, responsable por casi 30% de la generación de energía en Brasil es lo que faltaba en el sector. El resultado vendrá en la cuenta de millones de brasileños que, de la misma manera en que se les obliga a pagar más por la gasolina y el gas de cocina, como resultado de la entrega de la Petrobras, van a pagar más por la luz para garantizar las ganancias de un puñado de billonarios extranjeros. Sin contar los 23 mil trabajadores del sistema que serán colocado de patitas en la calle.
BOEING
Embraer: los gringos van a comprar hasta el cielo
La Embraer fue uno de los casos más escandalosos de la serie de privatizaciones realizada por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC) en los años ‘90. Vendida a fines de 1994, fue rematada en una subasta, que duró pocos minutos en la Bovespa, la bolsa de valores de São Paulo, por unos míseros R$ 154 millones. Para que nos hagamos una idea de lo que representaba este valor, la suma que se recaudaba en 1997 era de R$ 1,5 billón. Eso mismo, billón. Para que no se tengan dudas del verdadero crimen contra la patria que esta acción significó, el pago se hizo en títulos de deudas estatales , llamados “moneda podrida”.
De allá para acá, pasando por sucesivos gobiernos, la desnacionalización de la Embraer solo aumentó. Hoy, cerca del 80% de sus acciones están en manos de grupos inversores extranjeros. Nombres difíciles de pronunciar, como Vanguard, Legg Mason o Oppenheimer. Sin embargo, aunque esté en manos del capital internacional, el gobierno brasileño mantiene un relativo control sobre los rumbos de la empresa por poseer un tipo de acción especial llamada “golden share”. La empresa, aunque esté desnacionalizada, mantiene fábricas en São José dos Campos, Botucatu y Araraquara.
La prensa anunció el tal acuerdo con la Boeing como una fusión o, dicho de manera más elegante, una joint venture, en que la multinacional norteamericana tiene el 80% de la empresa y la Embraer el 20% restante. En buen español, una compra pura y simple. La compra de la Embraer por la Boeing pone en riesgo la manutención de esas fábricas aquí y, con ello, millares de empleos. Son 18 mil trabajadores y, en la región del Vale do Paraíba, otros 4 mil indirectos, que actúan en la cadena productiva del sector.
El Sindicato de los Metalúrgicos de São José dos Campos (São Paulo) denuncia que la medida va a significar el cierre de las fábricas en Brasil en un período de diez años. A fin de cuentas, ¿por qué una multinacional va a continuar produciendo un producto de alta tecnología en un país reservado para ser mero exportador de soya, maíz y carne?
BRASKEM
De Madonna a la industria petroquímica brasileña
Otra gran empresa que está siendo vendida a los gringos, de la que poco o nada se oye hablar, es la Braskem, petroquímica responsable por productos fundamentales para la industria. La Petrobras tiene el 36% de las acciones de la empresa y la Odebrecht de la operación Lava Jato, el 38%.
Después de todas las maniobras que vinieron a tono con la Lava Jato, la Odebrecht va a vender parte de su participación para tornarse socia minoritaria del grupo holandés LyondellBasell. La parte de la Petrobras está en el programa de desinversión de la empresa. El grupo holandés está respaldado por el billonario ruso-americano Len Blavatnik, dueño, por ejemplo, de la Warner Music.
El mismo billonario que va a controlar la producción petroquímica en Brasil es el que decide los rumbos de la carrera de Madonna.
POR UNA SEGUNDA INDEPENDENCIA
Reestatización de las empresas privatizadas bajo el control de los trabajadores
El gobierno Temer, el Congreso Nacional y la burguesía brasileña son lacayos del imperialismo, de los grandes banqueros y de las multinacionales. Su función es solo una: entregar las riquezas del país para quedarse con las migajas, actuando en defensa de la política del imperialismo para re-colonizar a Brasil.
Los candidatos a la residencia están al servicio de este mismo proyecto. Bolsonaro ya dijo que no está en contra de las privatizaciones y su gurú económico, Paulo Guedes, ya dijo que “hay que privatizarlo todo”. ¿Y Ciro Gomes? El discurso electorero y supuestamente de izquierda no esconde su historia, incluso como parte del equipo económico del gobierno entreguista de FHC.
Ya el PT tiene un discurso igualmente cínico de denuncia contra las privatizaciones, pero no dice nada sobre las que fueron realizadas en sus gobiernos. Dilma hizo la mayor privatización de la historia del país, entregando el megacampo de Libra del Pré-Sal al capital extranjero. El gobernador de Minas Gerais, Fernando Pimentel, por su parte, intenta vender el patrimonio minero al por mayor, como Temer lo hace en el Planalto. Intentó vender la Copasa, empresa de saneamiento, parte del metro, carreteras, presidios, centros de salud, además de la Compañía de Desarrollo Económico de Minas Gerais (Codemig).
Estos proyectos no son contrarios a Temer. Discutem apenas el ritmo de entrega. Enfrentar los intereses del imperialismo, ¡ni pensar!
Reestatización bajo el control obrero
Enfrentar al imperialismo significa enfrentar a sus lacayos aquí en Brasil. La Embraer mostró cómo la burguesía brasileña actúa en conjunto con el gobierno para entregarles todo a los grandes banqueros internacionales.
Para acabar con la venta desenfrenada de las riquezas y del patrimonio del país hay que detener todas las privatizaciones, re-estatizar todo lo que ya se privatizó y colocar a esas empresas bajo el control de los trabajadores, incluyendo la Petrobras y la Embraer. Es necesario estatizar las 100 empresas más grandes, incluyendo las multinacionales, que controlan juntas cerca del 40% del Producto Interno Bruto (PIB).
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litci.org/es/menu/mundo/latinoamerica/brasil/brasil-subasta-extranjeros-temer-coloca-pais-venta/
El clima ya es de fin de feria en el gobierno Temer, el más odiado de la historia y que no tiene la más mínima capacidad de darles a los banqueros extranjeros y a los grandes empresarios lo que más querían: la reforma de la Seguridad Social. El problema es que la comida de fin de feria en el Planalto son nuestras riquezas. Se abrió la temporada de venta y entrega de los campos de petróleo estatales y de todo lo que se le pueda dar al capital internacional.
Ante la crisis económica internacional, Temer y la burguesía brasileña venden el país al por mayor al imperialismo, o sea, a los países ricos, encabezados por los Estados Unidos, sus multinacionales y banqueros. La lista es interminable. La Embraer es el mayor símbolo de esa política. Una empresa de alta tecnología, fundada y desarrollada con dinero público y mano de obra brasileña, está siendo entregada a la gigante Boeing.
La venta del país se extiende a prácticamente todos los sectores de la economía. Desde los pozos de petróleo, pasando por el refinado, hasta la punta de la industria más desarrollada que queda aquí. El objetivo es uno solo: hacer que Brasil vuelva a la condición de Colonia. Es lo que están haciendo con el petróleo: extraemos el petróleo crudo aquí dentro, lo exportamos, ellos lo reciben y nos venden gasolina y gas de cocina más caros. ¿Cuál es el papel de Brasil? Vender materias primas baratas de acuerdo con los intereses de los países ricos.
El gobierno Temer, el Congreso Nacional y la burguesía brasileña, que sueña con ser socia minoritaria de las multinacionales, están al servicio de ello, así como sus candidatos a la presidencia.
LA CUENTA DE LA LUZ VA A SUBIR
Ellos venden la Eletrobras y el precio cae en nuestras cuentas
Temer continúa con su obsesión de entregarle la Eletrobras al capital privado . Seis distribuidoras de energía están en la mira del gobierno y ya en proceso de venta: Alagoas, Piauí, Acre, Amazonas, Rondônia y Roraima. Según el acuerdo diseñado por el gobierno, además de caer en manos de las empresas, la estatal va a asumir las deudas actuales de las distribuidoras, calculadas en R$ 11 billones. ¿A dónde va a parar esa factura? A nuestra cuenta de luz, obviamente.
Según el presidente de la Abrace, una asociación que reúne a las grandes industrias consumidoras de energía, el impacto de la privatización en la cuenta de luz puede llegar al 5% o 6%.
El 11 de julio, la Cámara votó un paquete pro privatización para asegurar las ganancias de los nuevos dueños de la Eletrobras. Entre las medidas aprobadas, está el repase del valor del consumo ilegal de luz para las cuentas de los consumidores registrados.
El presidente de la Cámara, Rodrigo Maia, hizo un gran acuerdo con otros partidos, suspendiendo así la privatización de la Eletrobras por el momento, a cambio de la venta inmediata de las distribuidoras que ya están siendo vendidas. Eso significa que, para evitar desgaste en las elecciones, el gobierno y los demás partidos van a entregar parte del sector eléctrico este año con el compromiso de venderlo todo en 2019.
Es la entrega total de un sector estratégico para el país que fue, en gran parte, entregado a las empresas en los años ‘90. La venta de la Eletrobras, responsable por casi 30% de la generación de energía en Brasil es lo que faltaba en el sector. El resultado vendrá en la cuenta de millones de brasileños que, de la misma manera en que se les obliga a pagar más por la gasolina y el gas de cocina, como resultado de la entrega de la Petrobras, van a pagar más por la luz para garantizar las ganancias de un puñado de billonarios extranjeros. Sin contar los 23 mil trabajadores del sistema que serán colocado de patitas en la calle.
BOEING
Embraer: los gringos van a comprar hasta el cielo
La Embraer fue uno de los casos más escandalosos de la serie de privatizaciones realizada por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC) en los años ‘90. Vendida a fines de 1994, fue rematada en una subasta, que duró pocos minutos en la Bovespa, la bolsa de valores de São Paulo, por unos míseros R$ 154 millones. Para que nos hagamos una idea de lo que representaba este valor, la suma que se recaudaba en 1997 era de R$ 1,5 billón. Eso mismo, billón. Para que no se tengan dudas del verdadero crimen contra la patria que esta acción significó, el pago se hizo en títulos de deudas estatales , llamados “moneda podrida”.
De allá para acá, pasando por sucesivos gobiernos, la desnacionalización de la Embraer solo aumentó. Hoy, cerca del 80% de sus acciones están en manos de grupos inversores extranjeros. Nombres difíciles de pronunciar, como Vanguard, Legg Mason o Oppenheimer. Sin embargo, aunque esté en manos del capital internacional, el gobierno brasileño mantiene un relativo control sobre los rumbos de la empresa por poseer un tipo de acción especial llamada “golden share”. La empresa, aunque esté desnacionalizada, mantiene fábricas en São José dos Campos, Botucatu y Araraquara.
La prensa anunció el tal acuerdo con la Boeing como una fusión o, dicho de manera más elegante, una joint venture, en que la multinacional norteamericana tiene el 80% de la empresa y la Embraer el 20% restante. En buen español, una compra pura y simple. La compra de la Embraer por la Boeing pone en riesgo la manutención de esas fábricas aquí y, con ello, millares de empleos. Son 18 mil trabajadores y, en la región del Vale do Paraíba, otros 4 mil indirectos, que actúan en la cadena productiva del sector.
El Sindicato de los Metalúrgicos de São José dos Campos (São Paulo) denuncia que la medida va a significar el cierre de las fábricas en Brasil en un período de diez años. A fin de cuentas, ¿por qué una multinacional va a continuar produciendo un producto de alta tecnología en un país reservado para ser mero exportador de soya, maíz y carne?
BRASKEM
De Madonna a la industria petroquímica brasileña
Otra gran empresa que está siendo vendida a los gringos, de la que poco o nada se oye hablar, es la Braskem, petroquímica responsable por productos fundamentales para la industria. La Petrobras tiene el 36% de las acciones de la empresa y la Odebrecht de la operación Lava Jato, el 38%.
Después de todas las maniobras que vinieron a tono con la Lava Jato, la Odebrecht va a vender parte de su participación para tornarse socia minoritaria del grupo holandés LyondellBasell. La parte de la Petrobras está en el programa de desinversión de la empresa. El grupo holandés está respaldado por el billonario ruso-americano Len Blavatnik, dueño, por ejemplo, de la Warner Music.
El mismo billonario que va a controlar la producción petroquímica en Brasil es el que decide los rumbos de la carrera de Madonna.
POR UNA SEGUNDA INDEPENDENCIA
Reestatización de las empresas privatizadas bajo el control de los trabajadores
El gobierno Temer, el Congreso Nacional y la burguesía brasileña son lacayos del imperialismo, de los grandes banqueros y de las multinacionales. Su función es solo una: entregar las riquezas del país para quedarse con las migajas, actuando en defensa de la política del imperialismo para re-colonizar a Brasil.
Los candidatos a la residencia están al servicio de este mismo proyecto. Bolsonaro ya dijo que no está en contra de las privatizaciones y su gurú económico, Paulo Guedes, ya dijo que “hay que privatizarlo todo”. ¿Y Ciro Gomes? El discurso electorero y supuestamente de izquierda no esconde su historia, incluso como parte del equipo económico del gobierno entreguista de FHC.
Ya el PT tiene un discurso igualmente cínico de denuncia contra las privatizaciones, pero no dice nada sobre las que fueron realizadas en sus gobiernos. Dilma hizo la mayor privatización de la historia del país, entregando el megacampo de Libra del Pré-Sal al capital extranjero. El gobernador de Minas Gerais, Fernando Pimentel, por su parte, intenta vender el patrimonio minero al por mayor, como Temer lo hace en el Planalto. Intentó vender la Copasa, empresa de saneamiento, parte del metro, carreteras, presidios, centros de salud, además de la Compañía de Desarrollo Económico de Minas Gerais (Codemig).
Estos proyectos no son contrarios a Temer. Discutem apenas el ritmo de entrega. Enfrentar los intereses del imperialismo, ¡ni pensar!
Reestatización bajo el control obrero
Enfrentar al imperialismo significa enfrentar a sus lacayos aquí en Brasil. La Embraer mostró cómo la burguesía brasileña actúa en conjunto con el gobierno para entregarles todo a los grandes banqueros internacionales.
Para acabar con la venta desenfrenada de las riquezas y del patrimonio del país hay que detener todas las privatizaciones, re-estatizar todo lo que ya se privatizó y colocar a esas empresas bajo el control de los trabajadores, incluyendo la Petrobras y la Embraer. Es necesario estatizar las 100 empresas más grandes, incluyendo las multinacionales, que controlan juntas cerca del 40% del Producto Interno Bruto (PIB).
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