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kaosenlared.netEl necesario reparto: cinco países dominan la pesca mundial
Por Javier F. Ferrero
España, China, Taiwán, Japón y Corea del Sur acapara
la pesca industrial, tanto en zonas de alta mar como en las Zonas
Económicas Exclusivas (ZEE) de naciones más pobres.
Según un informe publicado por la revista “Science Advances”, los países ricos han aumentado el dominio de la pesca en los últimos años. España, China, Taiwán, Japón y Corea del Sur acapara la pesca industrial, tanto en zonas de alta mar como en las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de naciones más pobres.
El fortalecimiento de la demanda y los precios más elevados incrementaron el valor de las exportaciones mundiales de pescado en 2017 a 152000 millones de dolares, de las que un 54 % procedía de países en desarrollo.
En los años cincuenta se capturaban 25 toneladas de pescado por cada 1.000 kilómetros recorridos, en 2014 eran solo 7 toneladas, un dato que demuestra la amenaza contra la sostenibilidad bioeconómica de la pesca.
Un aumento imparable del consumo de pescado
Entre 1961 y 2016, el aumento anual medio del consumo mundial de pescado comestible (3,2 %) superó al crecimiento de la población (1,6%) y también al de la carne procedente de todos los animales terrestres juntos (2,8 %). En términos per capita, el consumo de pescado comestible aumentó de 9,0 kg en 1961 a 20,2 kg en 2015, a una tasa media de aproximadamente un 1,5% al año.
El estado de los recursos pesqueros marinos, según el seguimiento realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de las poblaciones de peces marinos evaluadas, ha seguido empeorando. Las capturas combinadas de atún y especies afines se estabilizaron en alrededor de 7,5 millones de toneladas tras alcanzar un máximo histórico en 2014. Tras cinco años de un crecimiento continuo, que comenzó en 2010, las capturas de cefalópodos se estabilizaron en 2015, pero cayeron en 2016 cuando las de las tres especies principales de calamares registraron una pérdida combinada de 1,2 millones de toneladas. La producción de la pesca de captura y otros grupos de moluscos comenzó a descender mucho antes: las ostras a principios de la década de 1980; las almejas a finales de la década de 1980; los mejillones al comienzo de la década de 1990 y los peines en 2012.
La proporción de las poblaciones de peces marinos explotadas a un nivel biológicamente sostenible ha mostrado una tendencia descendente, del 90,0% en 1974 al 66,9 % en 2015. En cambio, el porcentaje de poblaciones explotadas a niveles biológicamente insostenibles se incrementaron del 10% en 1974 al 33,1% en 2015, y los mayores incrementos se registraron a finales de los años 70 y los 80. En 2015, las poblaciones explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo representaban el 59,9 % y las especies subexplotadas, el 7,0 %.
Los niveles más altos de capturas insostenibles, según el informe, están en el Mediterráno, el mar Negro y los dos océanos de Suramérica. Las zonas con mejores prácticas de pesca están repartidas por el resto del océano Pacífico.
Pescado desperdiciado
Según alerta el último informe sobre El Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura que publicado por la FAO, un 27 % de todo el pescado que se captura en el mundo termina perdiéndose o desperdiciándose en el trayecto que va desde el desembarco hasta el plato del consumidor, fruto de la suciedad, los malos sistemas de refrigeración o la falta de instalaciones adecuadas. La cifra aumenta hasta el 35% si se tienen en cuenta los descartes que se hacen antes de llegar a puerto, Esto quiere decir que más de un tercio de los peces que se pescan en el mundo acaban en la basura.
“Un cuarto de estas pérdidas se da por descartes o capturas indeseadas”, afirmó Manuel Barange, uno de los investigadores de la FAO. “En todo el mundo, las pérdidas de pescado posteriores a la captura son motivo de gran preocupación y se producen en la mayoría de las cadenas de distribución de pescado”, señala la FAO.
El necesario reparto
El rápido aumento del comercio internacional de pescado y productos pesqueros durante los últimos decenios se ha producido en el contexto de un proceso de globalización más amplio, una
transformación a gran escala de la economía mundial impulsada por la liberalización del comercio y los avances tecnológicos, dejando atrás a los países en desarrollo y haciendo, de nuevo, que lo países más ricos sean los que ganan dinero gracias al pescado de los países más pobres.
Dejando a un lado la economía y el injusto reparto, los expertos resaltan que los productos del mar aportan otros nutrientes importantes para la salud humana, más allá de las proteínas. Unas 845 millones de personas están actualmente en riesgo de experimentar deficiencias de micronutrientes esenciales, incluido el zinc, el hierro y la vitamina A, un número que se espera que aumente si disminuye, como se prevé, el potencial de pesca y el suministro per cápita de pescado para 2050. En poblaciones de bajos ingresos, que dependen mucho de un reducido número de alimentos
básicos densos en calorías, el pescado puede representar un medio muy necesario de diversificación nutricional, relativamente barato y disponible en el plano local, de aquí la importancia de un reparto justo de la pesca.
En 2015, en Bangladesh, Camboya, Gambia, Ghana, Indonesia, Sierra Leona, Sri Lanka y algunos pequeños Estados insulares en desarrollo el pescado contribuyó al 50 % o más del total de la ingesta de proteínas de origen animal, según el citado estudio de la FAO.
“Nadie desea que un mar tan cercano a muchos de nosotros deje de proporcionar alimento y empleo a quienes dependen de él. Es un escándalo que debería desencadenar acciones políticas inmediatas”, ha señalado Lasse Gustavsson, director de Oceana Europa.
“El Mediterráneo necesita restringir el arrastre de fondo, preservar zonas de cría y hábitats sensibles, y establecer límites de capturas anuales según las recomendaciones científicas”, sentencia Gustavsson.
Las Naciones Unidas ha afirmado su compromiso de basar la aplicación de la Agenda 2030 en la igualdad y la no discriminación. En la pesca y la acuicultura, el compromiso de no dejar a nadie atrás requiere centrar la actuación y la cooperación en esfuerzos que ayuden a lograr las principales ambiciones de la Agenda 2030 en beneficio de todos los pescadores, sus familias y sus comunidades.
El cumplimiento de este objetivo constituye una responsabilidad colectiva de todos los países y todos los actores. Lograrlo dependerá de la colaboración entre sectores y disciplinas, la cooperación internacional y la rendición de cuentas mutua; esto requiere un enfoque de solución de problemas, de financiación y de formulación de políticas exhaustivo, basado en datos objetivos y participativo.
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Según un informe publicado por la revista “Science Advances”, los países ricos han aumentado el dominio de la pesca en los últimos años. España, China, Taiwán, Japón y Corea del Sur acapara la pesca industrial, tanto en zonas de alta mar como en las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de naciones más pobres.
El fortalecimiento de la demanda y los precios más elevados incrementaron el valor de las exportaciones mundiales de pescado en 2017 a 152000 millones de dolares, de las que un 54 % procedía de países en desarrollo.
En 2016, el 86 % de las capturas por pesca industrial
fue realizada por los grandes barcos de los cinco países dominantes y el
78 % de las capturas de pesca industrial se produce en las aguas
nacionales de países de ingresos bajos.
David Tickler, del Laboratorio del Futuro de la Marina de la
Universidad de Western Australia, señala que desde 1950 se duplicó la
distancia recorrida por los barcos de las flotas de España, Taiwán,
Corea del Sur y China, con una media de 3.000 kilómetros desde sus
puertos. Pasaron de recorrer 2.000 kilómetros en 1950 a 4.000 en 2014,
mientras que las naciones de la antigua URSS redujeron sus viajes tras
la desintegración soviética y pasaron de pescar en Argentina, Uruguay o
Brasil a hacerlo en el noreste atlántico, Europa y el Pacífico
occidental.En los años cincuenta se capturaban 25 toneladas de pescado por cada 1.000 kilómetros recorridos, en 2014 eran solo 7 toneladas, un dato que demuestra la amenaza contra la sostenibilidad bioeconómica de la pesca.
Un aumento imparable del consumo de pescado
Entre 1961 y 2016, el aumento anual medio del consumo mundial de pescado comestible (3,2 %) superó al crecimiento de la población (1,6%) y también al de la carne procedente de todos los animales terrestres juntos (2,8 %). En términos per capita, el consumo de pescado comestible aumentó de 9,0 kg en 1961 a 20,2 kg en 2015, a una tasa media de aproximadamente un 1,5% al año.
El estado de los recursos pesqueros marinos, según el seguimiento realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de las poblaciones de peces marinos evaluadas, ha seguido empeorando. Las capturas combinadas de atún y especies afines se estabilizaron en alrededor de 7,5 millones de toneladas tras alcanzar un máximo histórico en 2014. Tras cinco años de un crecimiento continuo, que comenzó en 2010, las capturas de cefalópodos se estabilizaron en 2015, pero cayeron en 2016 cuando las de las tres especies principales de calamares registraron una pérdida combinada de 1,2 millones de toneladas. La producción de la pesca de captura y otros grupos de moluscos comenzó a descender mucho antes: las ostras a principios de la década de 1980; las almejas a finales de la década de 1980; los mejillones al comienzo de la década de 1990 y los peines en 2012.
La proporción de las poblaciones de peces marinos explotadas a un nivel biológicamente sostenible ha mostrado una tendencia descendente, del 90,0% en 1974 al 66,9 % en 2015. En cambio, el porcentaje de poblaciones explotadas a niveles biológicamente insostenibles se incrementaron del 10% en 1974 al 33,1% en 2015, y los mayores incrementos se registraron a finales de los años 70 y los 80. En 2015, las poblaciones explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo representaban el 59,9 % y las especies subexplotadas, el 7,0 %.
Los niveles más altos de capturas insostenibles, según el informe, están en el Mediterráno, el mar Negro y los dos océanos de Suramérica. Las zonas con mejores prácticas de pesca están repartidas por el resto del océano Pacífico.
Pescado desperdiciado
Según alerta el último informe sobre El Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura que publicado por la FAO, un 27 % de todo el pescado que se captura en el mundo termina perdiéndose o desperdiciándose en el trayecto que va desde el desembarco hasta el plato del consumidor, fruto de la suciedad, los malos sistemas de refrigeración o la falta de instalaciones adecuadas. La cifra aumenta hasta el 35% si se tienen en cuenta los descartes que se hacen antes de llegar a puerto, Esto quiere decir que más de un tercio de los peces que se pescan en el mundo acaban en la basura.
“Un cuarto de estas pérdidas se da por descartes o capturas indeseadas”, afirmó Manuel Barange, uno de los investigadores de la FAO. “En todo el mundo, las pérdidas de pescado posteriores a la captura son motivo de gran preocupación y se producen en la mayoría de las cadenas de distribución de pescado”, señala la FAO.
El necesario reparto
El rápido aumento del comercio internacional de pescado y productos pesqueros durante los últimos decenios se ha producido en el contexto de un proceso de globalización más amplio, una
transformación a gran escala de la economía mundial impulsada por la liberalización del comercio y los avances tecnológicos, dejando atrás a los países en desarrollo y haciendo, de nuevo, que lo países más ricos sean los que ganan dinero gracias al pescado de los países más pobres.
Dejando a un lado la economía y el injusto reparto, los expertos resaltan que los productos del mar aportan otros nutrientes importantes para la salud humana, más allá de las proteínas. Unas 845 millones de personas están actualmente en riesgo de experimentar deficiencias de micronutrientes esenciales, incluido el zinc, el hierro y la vitamina A, un número que se espera que aumente si disminuye, como se prevé, el potencial de pesca y el suministro per cápita de pescado para 2050. En poblaciones de bajos ingresos, que dependen mucho de un reducido número de alimentos
básicos densos en calorías, el pescado puede representar un medio muy necesario de diversificación nutricional, relativamente barato y disponible en el plano local, de aquí la importancia de un reparto justo de la pesca.
En 2015, en Bangladesh, Camboya, Gambia, Ghana, Indonesia, Sierra Leona, Sri Lanka y algunos pequeños Estados insulares en desarrollo el pescado contribuyó al 50 % o más del total de la ingesta de proteínas de origen animal, según el citado estudio de la FAO.
“Nadie desea que un mar tan cercano a muchos de nosotros deje de proporcionar alimento y empleo a quienes dependen de él. Es un escándalo que debería desencadenar acciones políticas inmediatas”, ha señalado Lasse Gustavsson, director de Oceana Europa.
“El Mediterráneo necesita restringir el arrastre de fondo, preservar zonas de cría y hábitats sensibles, y establecer límites de capturas anuales según las recomendaciones científicas”, sentencia Gustavsson.
Las Naciones Unidas ha afirmado su compromiso de basar la aplicación de la Agenda 2030 en la igualdad y la no discriminación. En la pesca y la acuicultura, el compromiso de no dejar a nadie atrás requiere centrar la actuación y la cooperación en esfuerzos que ayuden a lograr las principales ambiciones de la Agenda 2030 en beneficio de todos los pescadores, sus familias y sus comunidades.
El cumplimiento de este objetivo constituye una responsabilidad colectiva de todos los países y todos los actores. Lograrlo dependerá de la colaboración entre sectores y disciplinas, la cooperación internacional y la rendición de cuentas mutua; esto requiere un enfoque de solución de problemas, de financiación y de formulación de políticas exhaustivo, basado en datos objetivos y participativo.
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