Subestimar
la realidad es tan riesgoso como establecer metas inalcanzables, pues
el diagnóstico —cuando sólo persigue objetivos políticos de corto plazo—
genera resultados incorrectos.
El primer jueves de septiembre, Rocío Nahle, próxima secretaria de Energía, realizó un diagnóstico y proyección sobre la meta de producción y la estrategia que tienen programada para aumentar la producción petrolera hacia finales de esta administración (2024) a dos millones 480 mil barriles diarios.
En esa presentación la acompañó Octavio Romero, propuesto para dirigir Petróleos Mexicanos, y dicho sea de paso, ambos personajes han causado una buena impresión entre el sector privado, primero, por su disposición a escuchar, y segundo, porque se han comprometido a respetar los contratos firmados con el sector privado.
Entre la evaluación del Potencial Petrolero de México y la Evolución de la Industria Petrolera, ambos elaborados por la oficina del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en septiembre de este año, ha quedado claro que el diagnóstico supone la participación privada para aumentar la inversión, pero también una asignación creciente de recursos de inversión para que Pemex recupere la capacidad de producción petrolera y de combustibles, desarrollando asignaciones petroleras y reincorporando al sistema de refinación las plantas de un sistema que opera —y mal— al 40% de su capacidad.
También creo que han moderado el criterio de “autosuficiencia energética” a partir de Pemex, pues, aun cuando el argumento expuesto en el documento que elaboró la oficina de Alfonso Romo, conocido como Plan de Nación y el Pejenomics, era sustituir la importación de gasolinas, los trabajos del equipo de transición les han permitido conocer la problemática de insuficiencia a fondo.
Me explico: En la actual administración, Pemex estimaba producir 2,550 millones de barriles diarios con exportación de mil 183 millones de barriles diarios a un precio promedio de la mezcla de exportación de 85 dólares el barril. Para finales del 2014, cuando el mercado petrolero ya comenzaba a tener signos de debilitamiento acelerado, se proyectó una plataforma de producción de dos mil 400 millones de barriles diarios, a un precio de 82 dólares el barril y, aunque la cobertura petrolera protegió en parte los ingresos fiscales, las finanzas de Pemex —entonces administrada por Emilio Lozoya— expresaron su enorme debilidad, la que se exacerba por las medidas de obligado cumplimiento incorporadas en la Reforma Energética.
Al final, el agotamiento de campos, el envejecimiento e insuficiencia de su infraestructura y la crónica insuficiencia presupuestal en Petróleos Mexicanos, que dirige Carlos Treviño, derivada de las obligaciones fiscales que se le han establecido desde la crisis económica de 1994, derivan en dos realidades: Las finanzas de Pemex se han estabilizado, pero su realidad productiva no.
Por sexto año consecutivo (y así ha ocurrido desde 2004 cuando Cantarell alcanzó su máxima producción de tres mil 380 millones de barriles diarios) en la administración, se habrá incumplido la meta de producción. Si mal no recuerdo, el director general estimó que la producción este año cerraría en mil 868 millones de barriles diarios. La meta planteada fue de un millón 915 mil barriles diarios.
Sólo expongo el problema de producción porque si el insumo de que se dispone es insuficiente, tener más refinerías no hará que México sea autosuficiente en combustibles, sobre todo, si la brecha entre consumo y oferta se expande cada vez más, como mostró Rocío Nahle.
Traigo esto a colación porque justamente el #FMI emitió la Evaluación sobre la Transparencia Fiscal de México, esto es la forma en que dan a conocer la realidad financiera del país (el porqué) y el diagnóstico debe conllevar una creciente evaluación de los objetivos y resultados propuestos en la planeación política, porque hoy, una de las debilidades claras de la política energética es que sí se conoce que hay una reducción de la producción petrolera, pero poco la causa de ésta.
Creo que si el equipo de Romo lo revisa con ánimo de aprovechamiento, no sólo de crítica política, se dará cuenta de que el potencial de un diagnóstico correcto y la definición y evaluación del mismo, con una estrategia para el mediano plazo, puede hacer que los resultados de sus decisiones comiencen a tener resultados correctos desde el primer año.
Igual, más que la meta, sería deseable que se fijaran en la infraestructura y la forma en que debiera reponerse, modernizarse y expandirse, porque parece que ahí está el verdadero cuello de botella para México.
DE FONDOS A FONDO
#YaEstuvoQue no hubo NAIM… Escuchar a Rodrigo Carbajal, de Código Magenta, lleva a la conclusión de que para la nueva administración no importan las razones técnicas cuando quiere un proyecto de infraestructura en otra parte. Es parte del compromiso político. Un amigo dijo, #YaEstuvoQue no hubo NAIM, dado que el argumento está trazado a presentar la decisión como un “gran fraude”.
El Argumento es: el NAIM le costará a México 439 mil millones de pesos y no 169 mil millones, ni tampoco que menos que 35% será el recurso público para financiarlo. El fraude está dirigido a beneficiar a los mismos empresarios de siempre, pues Nafin, de Jacques Rogozinski, construyó un esquema fraudulento. Nafin es dueña del TUA del AICM desde que se puso como garantía para la construcción de la T2 con Pedro Cerisola en la administración Fox, y ese mismo flujo de derechos es el que garantiza el fideicomiso 80460, que emite la deuda de nueve mil millones de dólares hasta ahora contratada para la construcción del NAIM. Por ende, la garantía del NAIM es soberana y nos costará a todos los mexicanos. Ni un argumento técnico.
El primer jueves de septiembre, Rocío Nahle, próxima secretaria de Energía, realizó un diagnóstico y proyección sobre la meta de producción y la estrategia que tienen programada para aumentar la producción petrolera hacia finales de esta administración (2024) a dos millones 480 mil barriles diarios.
En esa presentación la acompañó Octavio Romero, propuesto para dirigir Petróleos Mexicanos, y dicho sea de paso, ambos personajes han causado una buena impresión entre el sector privado, primero, por su disposición a escuchar, y segundo, porque se han comprometido a respetar los contratos firmados con el sector privado.
Entre la evaluación del Potencial Petrolero de México y la Evolución de la Industria Petrolera, ambos elaborados por la oficina del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en septiembre de este año, ha quedado claro que el diagnóstico supone la participación privada para aumentar la inversión, pero también una asignación creciente de recursos de inversión para que Pemex recupere la capacidad de producción petrolera y de combustibles, desarrollando asignaciones petroleras y reincorporando al sistema de refinación las plantas de un sistema que opera —y mal— al 40% de su capacidad.
También creo que han moderado el criterio de “autosuficiencia energética” a partir de Pemex, pues, aun cuando el argumento expuesto en el documento que elaboró la oficina de Alfonso Romo, conocido como Plan de Nación y el Pejenomics, era sustituir la importación de gasolinas, los trabajos del equipo de transición les han permitido conocer la problemática de insuficiencia a fondo.
Me explico: En la actual administración, Pemex estimaba producir 2,550 millones de barriles diarios con exportación de mil 183 millones de barriles diarios a un precio promedio de la mezcla de exportación de 85 dólares el barril. Para finales del 2014, cuando el mercado petrolero ya comenzaba a tener signos de debilitamiento acelerado, se proyectó una plataforma de producción de dos mil 400 millones de barriles diarios, a un precio de 82 dólares el barril y, aunque la cobertura petrolera protegió en parte los ingresos fiscales, las finanzas de Pemex —entonces administrada por Emilio Lozoya— expresaron su enorme debilidad, la que se exacerba por las medidas de obligado cumplimiento incorporadas en la Reforma Energética.
Al final, el agotamiento de campos, el envejecimiento e insuficiencia de su infraestructura y la crónica insuficiencia presupuestal en Petróleos Mexicanos, que dirige Carlos Treviño, derivada de las obligaciones fiscales que se le han establecido desde la crisis económica de 1994, derivan en dos realidades: Las finanzas de Pemex se han estabilizado, pero su realidad productiva no.
Por sexto año consecutivo (y así ha ocurrido desde 2004 cuando Cantarell alcanzó su máxima producción de tres mil 380 millones de barriles diarios) en la administración, se habrá incumplido la meta de producción. Si mal no recuerdo, el director general estimó que la producción este año cerraría en mil 868 millones de barriles diarios. La meta planteada fue de un millón 915 mil barriles diarios.
Sólo expongo el problema de producción porque si el insumo de que se dispone es insuficiente, tener más refinerías no hará que México sea autosuficiente en combustibles, sobre todo, si la brecha entre consumo y oferta se expande cada vez más, como mostró Rocío Nahle.
Traigo esto a colación porque justamente el #FMI emitió la Evaluación sobre la Transparencia Fiscal de México, esto es la forma en que dan a conocer la realidad financiera del país (el porqué) y el diagnóstico debe conllevar una creciente evaluación de los objetivos y resultados propuestos en la planeación política, porque hoy, una de las debilidades claras de la política energética es que sí se conoce que hay una reducción de la producción petrolera, pero poco la causa de ésta.
Creo que si el equipo de Romo lo revisa con ánimo de aprovechamiento, no sólo de crítica política, se dará cuenta de que el potencial de un diagnóstico correcto y la definición y evaluación del mismo, con una estrategia para el mediano plazo, puede hacer que los resultados de sus decisiones comiencen a tener resultados correctos desde el primer año.
Igual, más que la meta, sería deseable que se fijaran en la infraestructura y la forma en que debiera reponerse, modernizarse y expandirse, porque parece que ahí está el verdadero cuello de botella para México.
DE FONDOS A FONDO
#YaEstuvoQue no hubo NAIM… Escuchar a Rodrigo Carbajal, de Código Magenta, lleva a la conclusión de que para la nueva administración no importan las razones técnicas cuando quiere un proyecto de infraestructura en otra parte. Es parte del compromiso político. Un amigo dijo, #YaEstuvoQue no hubo NAIM, dado que el argumento está trazado a presentar la decisión como un “gran fraude”.
El Argumento es: el NAIM le costará a México 439 mil millones de pesos y no 169 mil millones, ni tampoco que menos que 35% será el recurso público para financiarlo. El fraude está dirigido a beneficiar a los mismos empresarios de siempre, pues Nafin, de Jacques Rogozinski, construyó un esquema fraudulento. Nafin es dueña del TUA del AICM desde que se puso como garantía para la construcción de la T2 con Pedro Cerisola en la administración Fox, y ese mismo flujo de derechos es el que garantiza el fideicomiso 80460, que emite la deuda de nueve mil millones de dólares hasta ahora contratada para la construcción del NAIM. Por ende, la garantía del NAIM es soberana y nos costará a todos los mexicanos. Ni un argumento técnico.
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