lunes, 8 de octubre de 2018

Peligran las instituciones


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Peligran las instituciones

 

 


Buena parte de los problemas de México se origina en lo difícil que ha sido para el país crear instituciones y, más aún, darle fuerza a las mismas.
Por eso resulta tan preocupante que las señales más claras que ha dado el gobierno que tomará posesión el 1 de diciembre hayan sido las que revelan la intención de socavar o, de plano, acabar con instituciones que son importantes para México.
Por ejemplo, el Banco de México, el banco central, está amenazado por la iniciativa de ley de un diputado del PT, partido aliado de Morena, para quitarle la autonomía y regresarlo a lo que una vez fue, un financiador de los caprichos del mandatario en turno.
El Conacyt no parece tener mejor futuro. Andrés Manuel López Obrador designó ya como directora a María Elena Álvarez Buylla, una creyente en la esotería, los latidos y la magia, quien desprecia la ciencia tanto, que ha dicho que lo único que se ha conseguido con el avance tecnológico es una inútil llegada a la luna. Bueno, pues doña María Elena ya anunció que a la ciencia y a la tecnología sumará el humanismo con lo cual cambiará hasta el nombre de la institución y no contenta con eso, dos meses antes de tomar posesión le mandó una carta al actual director en funciones para que suspenda becas y programas. O sea, el Conacyt entrará en una larga noche a la que lo acompañarán la ciencia y la innovación mexicanos.
La Comisión Federal de Electricidad tiene sus propios dolores de cabeza. El solo anuncio de que Manuel Bartlett será su director provocó turbulencia en los mercados financieros, donde la calificación de la empresa se cayó. El chiste costó, dicen los enterados, no menos de 2,000 millones de dólares antes de que el actual secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y el secretario de Hacienda, José Antonio González, hablaran con las casas calificadoras para convencerlos de que Bartlett no es tan malo.
El propio Andrés Manuel López Obrador ya condenó a muerte al Instituto Nacional de Acceso a la Información, “porque no han hecho nada y sus burócratas tienen salarios hasta de 250,000 pesos mensuales”.
Es decir, como ya es tradición en él, a López Obrador no le gustan las instituciones; le complace más una organización de hombres fuertes, carismáticos, de quienes dependa la marcha del país.
Ni más ni menos que un regreso de varias décadas donde cuatro o cinco caciques gobernaban con mano de hierro los estados más importantes y donde el mejor ejemplo ha sido el de Gonzalo N. Santos, en San Luis Potosí.
Reemplazar hombres por instituciones le ha costado muchas décadas al país; muchas fracasaron, pero otras sobrevivieron a las dificultades iniciales, cumplen tareas importantes para el país en áreas trascendentes. Como el Banco de México en el terreno financiero y Conacyt en la ciencia y la tecnología.
Pero hoy, se cierne sobre ellas la amenaza de que o no sobrevivan o se transformen en herramientas al servicio de quien tomará el poder el primero de diciembre.
El futuro se torna de gris a negro.
Hasta el próximo lunes y, mientras, no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.

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