El magisterio (y el gobierno) necesita a Elba Esther
No hay intención de arrollar el SNTE
El resentimiento es como tomar veneno
y esperar que la otra persona muera.
Anónimo
José Fonseca
“Atan de manos a Elba Esther Gordillo”, rezaba el encabezado de El Economista
para informar sobre la iniciativa de reforma educativa presentada por
el presidente Enrique Peña Nieto, iniciativa que cuenta con el respaldo
de los tres grandes partidos representados en el Congreso de la Unión,
lo cual asegura su aprobación.
El anuncio presidencial y la ausencia de
la profesora Gordillo han provocado jubilosas y recriminatorias
reacciones que reflejan las malquerencias cosechadas durante tantos años
en que la dirigente sindical pareció poseer un poder que superaba el
del Estado en el campo de la educación pública.
Alguien escribió hace tiempo que el poder nunca es concreto. Alguien tiene el poder que los demás piensan que tiene.
La iniciativa de reforma educativa, pese a
todo, no tiene el propósito de hacer polvo el SNTE. Simplemente el
gobierno del presidente Peña Nieto recupera los espacios que por razones
de coyunturas políticas le cedieron sus antecesores al sindicado. Tan
es así que garantizó los derechos de los trabajadores de la educación.
El SNTE no se opondrá a la reforma. Sería
una torpeza, pues la iniciativa contiene algunas de sus propuestas.
Además, sería suicida, pues cualquier oposición estaría condenada al
fracaso, dado el respaldo tripartito para la iniciativa.
En estricto rigor, se insiste, a la
profesora Gordillo sólo le quitan mucho del poder que le cedieron los
gobiernos anteriores. No parece haber intención de arrollar el SNTE.
Sería un error garrafal, eso que en el beisbol llaman “error de cabeza”,
pues al debilitarlo se fortalecería a la minoritaria pero belicosa
Coordinadora magisterial.
En la operación política, el secretario
de Educación Pública, Emilio Chuayffet, debe recordar que la
coordinadora es el saldo de la descentralización educativa. La
descentralización llevó a algunos gobiernos estatales a pactar con su
magisterio y a ceder a sus demandas, las cuales han escalado hasta que
la disidencia se convirtió en un frankenstein.
Esa es la resistencia que enfrentará la
reforma educativa. Y será una resistencia muy agresiva, la cual exigirá
mucho talento y capacidad de negociación para impedir que las entidades
donde domina la CNTE se conviertan en islas donde persista el rezago
educativo.
En cuanto a la profesora Gordillo, su
peor escenario sería que la forzaran a dejar la dirigencia del SNTE. No
será pronto, pues la necesitan para mantener cierta cohesión en el
magisterio.
Y cuando por fin se vaya, no pierde tanto
como se cree, pues, a diferencia de otros líderes defenestrados, ella
mantiene el control de un partido político nacional, con registro y
representación en el Congreso.
Jesús Robles Martínez y Carlos Jonguitud sólo se quedaron con su dinero.
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