Pobreza, inseguridad, corrupción e impunidad
A veces dan ganas de concederle al peñismo y al Pacto por México –hoy en crisis– el beneficio de la duda. Y es que la nación está muy urgida de resolver al máximo sus más apocalípticos problemas. El término “apocalíptico” no se usa en el sentido del último libro del Nuevo Testamento de la Biblia que, para presumir de su cultura, dice Peña Nieto (educado en escuelas religiosas) haber leído algunas páginas, sino como cuestiones que afligen al pueblo mexicano tras 24 años de presidencialismo, desgobernadores, presidentes municipales y congresos de los estados y el federal que han desgraciado al país a grados de situaciones espantosas en pobreza, inseguridad, corrupción e impunidad. Y no solamente se trata de los funcionarios y políticos, sino también de empresarios, banqueros, financieros y comerciantes que, por sus abusos, parecen delincuentes.
Y qué decir de la corrupción y la
impunidad, donde los actores del sector privado, y no se diga del
público, se hartan de robarle a la población. Y donde todos ellos nunca
reciben sanciones, encubiertos con la impunidad de sus iguales que se tapan unos a otros. Los mexicanos sufren por esos cuatro Jinetes del Apocalipsis
que a su paso devastan, matan y empobrecen, mientras las elites de los
poderes económicos y políticos hacen lo que les viene en gana. El pueblo
muestra decididas ganas de rebelarse para ejercer el derecho
constitucional de cambiar de régimen, es decir, de gobernantes, para
combatir el mal gobierno antidemocrático. Sólo falta una chispa.
*Periodista
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