Los túneles de la mafia más poderosa de Europa
Domingo, 12 de mayo de 2013
Los mayores traficantes de
cocaína en Europa ya no son los famosos sicilianos de la "Cosa Nostra".
Hoy su lugar lo ocupan los miembros de la 'Ndrangheta, la organización
criminal de la región meridional de Calabria, el "pulgar de Italia".
Con acceso exclusivo a los refugios subterráneos
que utilizan sus integrantes para esconderse, así como a la alta
tecnología que emplean las autoridades italianas para luchar contra la
organización narcotraficante, el autor e historiador especializado en
temas de mafia, John Dickie, cuenta en un artículo exclusivo para la BBC
en qué consiste este mundo clandestino.El polvo y la humedad me asfixiaban. ¿Cuánto tiempo estuve bajo tierra?, ¿cuatro horas?, ¿cinco?, ¿ocho? Al fin, sucio, cansado y desorientado, salí a la superficie y me encontré con un magnífico paisaje montañoso y una brisa impregnada del perfume del orégano silvestre.
Me sentía como si acabara de escapar de un encuentro con la locura, con el mal.
Los túneles estaban ubicados en la ciudad de Plati, en Aspromonte, el macizo que domina el paisaje del pulgar de la bota de Italia.
Plati es conocida por ser el bastión de la 'Ndrangheta, la mafia calabresa, desde hace un siglo.
Sus jefes están entre los traficantes de cocaína más poderosos del mundo, y mantienen fuertes vínculos con los "sucursales" de la 'Ndrangheta en Australia.
Sin embargo, últimamente no les está resultando tan fácil salirse con la suya.
Búnkeres bajo tierra
Es prácticamente una ciudad paralela, un mundo subterráneo en donde búnkeres ubicados detrás de escaleras corredizas, trampas ocultas e incluso el interior de un horno de pizza están unidos por túneles interminables.
Incluso los escondites más profundos y mejor ocultos tienen vías de escape secretas en su interior.
Los túneles se fusionan y se separan, se meten dentro del sistema de alcantarillado, y se dividen de nuevo por cientos de metros, desembocando fuera de la ciudad, en medio de los arbustos del lecho de un río seco.
Ahora los túneles han quedado al descubierto, y sólo se usan para saciar la curiosidad de las ratas y de los historiadores de mafia, como yo.
Plati no es el único lugar del sur de Italia en el que se ha descubierto una epidemia de búnkeres en los últimos años.
Uno de los carabineros (policía paramilitar) que entrevistamos, nos dijo que él solo había dado con una decena de refugios bajo un gran huerto de naranjos cerca de la famosa ciudad de Rosarno.
Los búnkeres de Rosarno tienen su propio diseño.
Debido a que en esa zona la 'Ndrangheta ha controlado durante mucho tiempo el puerto de contenedores de la cercana Gioia Tauro, hace sus búnkeres a partir de esos contenedores marítimos.
Generalmente los suelda de par en par, amuebla su interior con todas las comodidades y luego los entierra.
En otras regiones, los mafiosos emplean sus propias técnicas de construcción e incluso existen constructores especializados en búnkeres.
A la defensiva
Para que Italia pueda acabar con el problema que agobia al país desde el siglo XIX, tiene que asegurarse de que los veredictos de los jueces en contra de los mafiosos se conviertan en condenas reales, en años de prisión.
Durante décadas, esto no ha ocurrido. Ha habido juicios, pero en muchos casos los acusados se escapaban antes de cumplir su condena.
Sucedió con cientos de criminales condenados, entre ellos asesinos y narcotraficantes. Cuanto más tiempo estaban en libertad, mayor era su prestigio criminal y el daño que le causaban a la credibilidad del Estado.
Ahora la búsqueda de fugitivos mafiosos es una prioridad para las autoridades italianas.
Pero quizás "fugitivos" no sea el término correcto. Los capos más buscados rara vez se fugan o salen de su territorio.
Hacerlo significaría abandonar su trono e invitar a otros a ocupar su lugar. Ante ese escenario la mejor solución es construir un búnker subterráneo que sirva como hogar, refugio, fortaleza y centro de mando.
Así que los jefes pasan semanas, e incluso meses, bajo tierra, viendo el mundo a través de sus cámaras de seguridad y emitiendo órdenes por medio de líneas telefónicas secretas, su paradero conocido sólo a un pequeño círculo de seguidores.
Por un lado, el auge de los escondites subterráneos -se cree que hay cientos de narcotraficantes refugiados bajo tierra en el sur del país- es una señal de que el crimen organizado está a la defensiva.
¿Para qué?
En Plati, nuestros escoltas armados, que pertenecen a la unidad italiana de fuerzas especiales conocida como los cacciatori (cazadores), nos contaron que para construir una de sus redes subterráneas los jefes de la mafia habían cavado en la calle principal de la ciudad.
Lo hicieron con total indiferencia, como si fueran el ayuntamiento. Y nadie dijo una palabra.
Pero la impresión general que me queda después de pasar tanto tiempo en los búnkeres es que los capos de la mafia tienen una vida miserable.
Todo ese dinero, todo el poder, el miedo y la lealtad que inspiran, ¿para qué?
Ni las imágenes sagradas ni los muebles llamativos que ponen dentro de sus búnkeres pueden ocultar el hecho de que, al final, se ven obligados a vivir como ratas, una alternativa dudosamente mejor que las cárceles que los esperan afuera.
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