lunes, 24 de junio de 2013

Divisiones y falta de credibilidad afectan a los tres principales partidos: académicos

Divisiones y falta de credibilidad afectan a los tres principales partidos: académicos
Emir Olivares Alonso
 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de junio de 2013, p. 9
Los tres principales partidos políticos mexicanos (PRI, PAN y PRD) enfrentan hoy una doble crisis. La externa, que se manifiesta en falta de credibilidad ante la ciudadanía, y una interna, que pone al descubierto conflictos y divisiones entre los principales actores de los institutos políticos por el poder de éstos.
Esta crisis partidista, señalaron politólogos, genera inestabilidad nacional, perjudica al país y motiva mayor corrupción y desigualdad social, y se verá reflejada en los comicios locales en 14 entidades del 7 de julio.
Recientes estudios muestran que los políticos, en su conjunto, son los personajes con menor credibilidad entre ciudadanos, tanto adultos como jóvenes. La Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2012, realizada por la Secretaría de Gobernación (SG), asienta que sindicatos, diputados, senadores, partidos políticos y la policía son las instituciones peor calificadas por la sociedad, además de que 65 por ciento de los ciudadanos declararon tener poco interés en la política.
Mientras tanto, la Encuesta Nacional de Valores de la Juventud 2012, realizada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a petición del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve), evidencia que los jóvenes otorgan calificaciones reprobatorias a los actores políticos.
Faltan equilibrios
Los académicos agregaron que el Partido de la Revolución Democrática se ha dividido con la salida del ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador y una dirigencia que ha firmado acuerdos contrarios a los principios del partido.
Asimismo, en el Partido Acción Nacional se enfrentan problemas internos entre calderonistas y maderistas por el control del albiazul y achacándose el costo por la derrota en la elección del año pasado.
Por su parte, el Revolucionario Institucional le ha dado todo el poder al titular del Ejecutivo federal; también se han hecho públicos casos de corrupción entre sus militantes y se ha denunciado el uso de programas sociales gubernamentales para beneficio electoral.
Germán Pérez Fernández del Castillo, titular del seminario de procesos políticos y electorales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) de la UNAM, señaló que el origen de la crisis y la desconfianza en las instituciones políticas se origina en la incapacidad de la clase gobernante para guardar un equilibrio entre los intereses sociales y los de los poderes económicos.
‘‘Mientras la sociedad no se revele y organice para que el Estado vuelva a crear los equilibrios, éste –sin importar de qué partido sea– seguirá obedeciendo a las grandes corporaciones. Es necesaria una reorganización social para que los gobernantes, los políticos, vuelvan a representar mínimamente los intereses de quienes votan por ellos’’.
A su vez, René Torres-Ruiz, coordinador del programa de ciencias políticas y administración pública de la Universidad Iberoamericana, indicó que los partidos políticos no muestran preocupación por solucionar la problemática en materia económica, política, social y cultural que enfrenta el país.
‘‘La ciudadanía es el actor más perjudicado pues sólo se ven ataques. No hay discusión seria, no se abre el debate y se carece de propuestas. La sociedad parecería indolente, pues sólo 10 por ciento se moviliza, pero esa inmovilidad se da porque la mayoría de los mexicanos enfrenta condiciones de vulnerabilidad económica y social y les preocupa más sobrevivir que las acciones de la clase política.’’
Rosa María Mirón, de la FCPS, dijo que el desafecto hacia los políticos se basa en la corrupción de éstos y en las crisis que enfrentan los partidos, lo que refleja una falta de unidad e incapacidad para trabajar entre correligionarios y con sus adversarios. ‘‘Con esa problemática perdemos todos: se complican la política y la práctica electoral, los partidos dañan su imagen, y pierden simpatizantes, y crece la desconfianza entre la ciudadanía. El gran perdedor es el país.’’

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