Seúl y Pyongyang resucitan el complejo industrial de Kaesong
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Las
operaciones en la zona industrial de Kaesong fueron suspendidas de
forma unilateral por la parte norcoreana a principios de abril. El día 9
de ese mes los obreros norcoreanos simplemente no salieron a trabajar.
Cabe
suponer que tal resolución fue parte de la campaña de presión
psicológica que la parte norcoreana desplegó en primavera de este año.
Entonces los representantes oficiales de Pyongyang aseveraron al mundo
que en los próximos días estallará un conflicto militar en la península
de Corea. Además prometieron que en caso de que estalle tal conflicto
los misiles surcoreanos borrarán de la faz de la Tierra varias ciudades
norteamericanas y japonesas. Lo más probable es que la decisión de
cerrar el complejo industrial de Kaesong, que afortunadamente superó más
de una crisis política, debía remarcar que esta vez la situación debe
ser acogida con el máximo de seriedad. Por lo demás, en las
declaraciones oficiales sobre el cierre de la zona se insinuaba que
próximamente será abierta, claro que siempre y cuando la parte
surcoreana se comporte tal como exige la parte norcoreana.
Es
muy probable que Pyongyang supusiera que no sería difícil reabrir el
complejo de Kaesong inmediatamente después del cierre planificado de la
campaña de presión político-psicológica, o sea después del 15 de abril
pasado. Pero esta vez la parte norcoreana no se comportó tal cual
esperaban en Pyongyang. Seúl retiró a su personal del territorio de la
zona. El complejo quedó completamente vacío. Estaba claro que no se
lograría ponerla en marcha de forma operativa: para ello se necesitarían
negociaciones formales.
Las
negociaciones resultaron difíciles y en los últimos dos meses se empezó
a dudar de que si el cierre de la zona ha sido realmente tan solo un
gesto simbólico. Al fin y al cabo, la zona tiene sus detractores tanto
en el Norte como en el Sur y su resistencia teóricamente podría poner en
riesgo toda la empresa.
Pero
todo se resolvió de la mejor manera. El acuerdo sellado el 14 de agosto
prevé la reanudación del funcionamiento del complejo. Sin embargo, las
nuevas condiciones son menos ventajosas para el Norte. En particular,
las partes se comprometieron nunca más, bajo ningún concepto, suspender
de forma unilateral las labores en el complejo.
Por
otra parte, en las relaciones entre los dos países no se cree mucho en
los compromisos verbales. De ahí que tenga un significado muy especial
el hecho de que a partir de ahora el complejo se vuelve internacional, o
sea que deben aparecer compañías extranjeras. A nivel de la retórica
oficial esto obedece al afán de ampliar el complejo, pero evidentemente
el sentido real de la medida es totalmente otro. Ahora, en caso del
cierre unilateral del complejo, la parte que toma tal resolución tendrá
que vérselas no solo con compañías de “la otra Corea”, sino también con
compañías de terceros países. Está claro que estas compañías podrán
incidir en sus gobiernos y un nuevo cierre del complejo dañará
seriamente la reputación de la parte que adopte tal resolución.
De
tal modo todo vuelve a su estado inicial. En general, puede decirse que
el Norte salió perdiendo. La decisión de cerrar el complejo no reportó
mayores dividendos políticos, mientras que las condiciones en las que el
complejo ahora reinicia las labores son menos beneficiosas para
Pyongyang. Por si fuera poco, tras los sucesos de los últimos meses
muchos hombres de negocios surcoreanos pueden dar de lado a los
subsidios y garantías que les prometió Seúl y decidir que mejor será
trabajar con los vietnamitas o los chinos. A consecuencia, las
proporciones de la zona y las ganancias que obtiene la parte norcoreana
bajarán un poco.
Por
otra parte, en dicho caso difícilmente tenga sentido buscar a ganadores
y perdedores. A todos les hace falta el complejo de Kaesong. Su
funcionamiento implica para el Sur relaciones relativamente estables con
el intranquilo vecino del Norte, a la vez que para el Norte es una
buena fuente de ingresos tanto para el gobierno como para más de
cincuenta mil personas que trabajan en las empresas establecidas allí.
En definitiva, todos salieron ganando.
mj/as/er
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