DANIEL BUTRUILLE
El asunto de los jueces hambrientos, preocupados por su
futuro económico después de haber cobrado los salarios más altos que se dan en
el sector público, demuestra para los escépticos de la participación ciudadana,
que el peso de la opinión pública es mayor que el peso de algunos cuantos
jueces con ambiciones económicas indecentes, y que el peso de políticos
asustados que ya se habían rendidos frente a las exigencias ilusorias de una
justicia que ya no toca piso. La opinión de los ciudadanos puede cambiar las
leyes y ayudar a recordar a los legisladores que siguen representando una
sociedad que no se rinde, aún frente a las indecencias de algunos malos
representantes del poder judicial y de algunos asustados representantes populares.
La participación ciudadana vale la pena. Con todos los sinsabores resultado del
desprecio expresado por unos representantes populares indignos, todavía existe
suficiente resto de decencia para enderezar los asuntos más escandalosos. La
insistencia y la persistencia de los ciudadanos a través de lo que les permite
la participación por medio de la opinión pública siguen siendo salvavidas para
una sociedad que está a punto de ahogarse entre el desprecio insultante de los tres
poderes de la nación. Es importante seguir la lucha ciudadana. El día que por
fastidio o aburrimiento se quede callada la opinión pública, las esperanzas se
hundirán y el país pertenecerá a los sinvergüenzas. Hay señales que todavía no
hemos llegado a este día. Pero cabe señalar que estamos cerca. Es urgente
luchar. Los ciudadanos deben prepararse para todos los combates electorales por
venir. La partidocracia lo hace. De quién ganará estos combates depende el
futuro del país.
butruilled@hotmail.com
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