Carta abierta de la UCCSNAL sobre las nuevas tecnologías de modificación genética
UCCSNAL – UNIÓN DE CIENTÍFICOS COMPROMETIDOS CON LA SOCIEDAD Y LA NATURALEZA DE AMÉRICA LATINA
uccsnal.org,Artículo anterior del 10 de mayo de 2016
En homenaje a Andrés Carrasco a dos años de su fallecimiento
Desde
hace algunos meses se ha iniciado con mucha fuerza una campaña
publicitaria para promover un grupo de nuevas biotecnologías (como la
edición de genes, la biología sintética, CRISPR-Cas, el uso de micro
ARN, la manipulación de la expresión genética a través de la
intervención en los complejos procesos involucrados en epigénetica, por
mencionar algunos ejemplos), presentándolas como “superadoras” de la
transgénesis.
Tal como ocurrió hace dos décadas,
cuando los promotores de los transgénicos nos presentaron un largo menú
de promesas que nunca llegaron a cumplirse, los mismos sectores que
desde entonces vienen defendiendo los transgénicos, hoy nos dicen que
estas nuevas biotecnologías “superadoras” son mucho más precisas,
seguras y eficientes; que con apenas un “rasguño” se puede obtener
resultados extraordinarios. Ellas, se dice, podrían ser la respuesta a
la cura de diversas enfermedades, al incremento en la producción
agrícola; se eliminaría el uso de plaguicidas, se podría desarrollar
nuevos combustibles que, por un lado no se agoten y por otro, ayuden a
enfrentar el cambio climático. Todas estas promesas son las mismas que
hace 20 años acompañaron el lanzamiento de los cultivos transgénicos y
todas demostraron a lo largo de estas décadas su falsedad.
Contrariamente
a lo anunciado, con la introducción de los transgénicos en la
agricultura industrial, se fortaleció el poder corporativo en el sistema
agroalimentario, se dio una rápida expansión de monocultivos de soya,
maíz y algodón y canola (que fueron los únicos cultivos biotecnológicos
que tuvieron un éxito comercial) y que, además de desplazar cultivos
alimenticios, profundizaron los impactos que provocados por la
revolución verde: la emergencia de súper malezas, súper plagas y nuevas
enfermedades, el incremento del uso de agrotóxicos, se intensificó el
poder monopólico sobre las semillas a través de la imposición de
derechos de propiedad intelectual y otros mecanismos legales, la
aceleración del proceso de acaparamiento de la tierras, la
ultra-tecnificación del agro, lo que devino en un masivo abandono del
campo, porque el resultado final ha sido la instauración de un modelo
agrícola sin agricultores.
Estas nuevas
biotecnologías aplicadas al mundo rural, no harán sino acentuar esta
tendencia ya que todas ellas están concebidas para ser aplicadas en
modelos de monocultivos industriales.
Cuestionamos
la seguridad de esta tecnología, que juega con la manipulación genética
a pesar del gran desconocimiento que existe sobre su funcionamiento, y
sobre los efectos que su aplicación podrían desencadenar a nivel
celular, del organismo de la salud humana y del ambiente.
No
pedimos para estas tecnologías la aplicación de normas de bioseguridad
ni el desarrollo de estrictas evaluaciones de riesgo, sino la suspensión
de toda la experimentación en este campo. Cuestionamos el exagerado rol
que se da a “la ciencia” y al sistema científico tecnológico en el
proceso de toma de decisiones relacionado con la adopción de estas
nuevas tecnologías, pues sabemos que la investigación científica encarna
las mismas relaciones de poder que se dan en la sociedad, y que las
principales líneas de investigación son decididas por quienes las
auspician y financian.
Desde la UCCSNAL
proponemos un nuevos modelo de Ciencia Digna que en un diálogo de
saberes con los campesinos y campesinas del mundo que han alimentado a
la humanidad por miles de años y hoy lo siguen haciendo. Hacemos
nuestras las palabras de Andrés Carrasco en el documento que sirvió de
base para la creación de nuestra organización: “En este contexto existe
la necesidad urgente de establecer una red de científicos, con
concepciones más respetuosas de la complejidad y con capacidad de
interpelar a las empresas y las comunidades científicas que sostienen y
promueven los OGM, denunciando las limitaciones de la tecnociencia
biotecnológica, discutiendo, refutando y develando las falacias
simplificadoras y reduccionistas que pretenden formar un corpus “teórico
y científico” de la tecnología de manipulación genética, con el fin
inconfeso de reemplazar la naturaleza a medida de las grandes
corporaciones y gobiernos y blindar los procesos de apropiación por
despojo del territorio y su gente a cualquier precio, incluso la muerte
por exterminio”.
Es hora que los agricultores y
la sociedad recuperen las iniciativas de la investigación científica
basada en técnicas agroecológicas, basadas en las fortalezas locales,
que reviertan el acelerado proceso de descampesinización; que los temas
emergentes de salud sean tratados desde un punto de vista integral
abordando los procesos de determinación social y ambiental que promueven
la salud y los que generan la enfermedad.
Es
impensable que los impactos y problemas sociales, ambientales y
sanitarios que han sido generados por la expansión acrítica de un modelo
basado en la tecnociencia de mercado, cuya principal motivación es la
maximización de la ganancia económica, puedan solucionarse o atenuarse,
sumando las nuevas quimeras de la revolución biotecnológica.
Nuestra
contrapropuesta, es la agroecología que prescinde del uso de pesticidas
y fertilizantes derivados de la industria química, son sustentables en
el tiempo, hacen un manejo racional de recursos naturales, brindando
productos sanos y manteniendo o incrementando la fertilidad de los
suelos. Los informes de Olivier de Schutter, relator especial de las
Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, y del IAASTD señalan
sin ambigüedades la alta capacidad productiva de la agricultura
campesina y ecológica. Al mismo tiempo, consideran que ésta permite un
mejor acceso a los alimentos, al apostar por una producción y
comercialización local, con prácticas que respetan, conservan y
mantienen la naturaleza.
En realidad, no solo la
agricultura campesina y ecológica puede alimentar al mundo sino que es
la única capaz de hacerlo. No se trata de un retorno romántico al pasado
ni de una idea bucólica del campo sino de hacer confluir los métodos
campesinos de ayer con los saberes del mañana y democratizar
radicalmente el sistema agroalimentario.
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