Peña Nieto y lo que no entiende: de las redes sociales y de Ayotzinapa
En extensa entrevista con Rosa Elvira Vargas, reportera de La Jornada,
Enrique Peña Nieto confiesa su ignorancia en dos asuntos: no entiende
en qué momento su gobierno pasó a ser el responsable de la desaparición
de los 43 estudiantes de Ayotzinapa; y por qué hay tan “mal humor
social” si a la población le va bien en lo económico.
“Nunca
he logrado entender una cosa: cuándo pasó el gobierno a ser señalado,
si lo único que quiso fue atraer un asunto ocurrido en una entidad,
Guerrero”, afirmó consternado Peña Nieto al hacer referencia al caso de
los 43 normalistas.
“El gobierno
(federal) intervino para esclarecer y apoyar la investigación de qué
había ocurrido, dónde estaban, cuál había sido el paradero de los
jóvenes desaparecidos, es una obligación del Estado de cómo vamos en
coadyuvancia y, eventualmente, en sustitución de la autoridad competente
a hacer esta investigación. Y así fue como la PGR atrajo ese asunto”,
abundó el primer mandatario.
Confirmando la famosa frase de la editorial de The Economist (“no entienden que no entienden”), Peña Nieto insistió en lavarse las manos de la crisis de Ayotzinapa:
“El
único empeño del gobierno es esclarecer y apoyar la petición de la
sociedad en general y de los padres a conocer qué pasó. No hay una
bolita de cristal que nos pudiera regresar en el tiempo y saber
exactamente con precisión qué ocurrió. Hay indicios, una investigación y
elementos que te llevan a conclusiones. Si no a éstas, a por lo menos a
ciertas hipótesis que ha apuntado la PGR de lo que pudo haber pasado”.
Lo
que el presidente mexicano no quiere entender es que hay suficientes
evidencias de que la “verdad histórica” que lanzó la PGR se basó en la
tortura de los detenidos y en la siembra de evidencias, tal como
señalaron los expertos del GIEI en su segundo y último informe.
Tampoco
quiere entender que no hay evidencias sólidas científicamente
sustentadas ni lógicas para precisar que los jóvenes fueron incinerados y
sus restos arrojados al basurero de Cocula, sin la participación de
ninguno de los elementos del 27 batallón de Iguala.
Menos
quiere entender que el repudio hacia el jefe de la Agencia de
Investigación Criminal (ACI), Tomás Zerón, no sólo es el resultado de su
participación en la presunta “siembra” de evidencias sino en ser la
fuente original de una insostenible “quinta versión” sobre el destino de
los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Lo
que sí entiende Peña es que Tomás Zerón es uno de sus personajes de
confianza, desde que el primero se desempeñaba como gobernador del
Estado de México y que Zerón no ha jugado un papel menor. Prácticamente
embarcó a los dos procuradores generales del gobierno peñista (Jesús
Murillo Karam y Arely Gómez) en una de las investigaciones más sucias y
llenas de cabos sueltos.
Las Redes Sociales
En
la misma entrevista, Peña Nieto teoriza sobre el “mal humor social” y
el papel que juegan las redes sociales durante su gobierno. Para Peña
Nieto el “mal humor social” es un asunto de percepción y no de hechos.
“Cuando
me he reunido con otros jefes de Estado, hablan de eso. Las redes
sociales han tenido impacto, sin duda, en el humor, porque obviamente
hay expresiones de todo tipo. Libres. En México no hay censura de ningún
tipo. Las redes han impreso, sin duda, un cambio al sentir social, al
humor social, a la forma de expresión”, afirmó Peña.
“-¿Hay menos miedo de hablar? –le preguntó Rosa Elvira Vargas.
“-Sí.
En buena medida las redes se han convertido en la plaza púbica, donde
escuchas distintas voces y expresiones. Tienen impacto en distintos
segmentos de la población. Pueden ser opiniones bien fundamentadas o
no”.
En esta reflexión, Peña Nieto
demostró, una vez más, que su condición de presidente analógico (que
privilegió el uso de la televisión abierta para su ascenso político) le
ha impedido leer y participar de otra manera frente a las audiencias de
las redes sociales.
El mal humor
social no se crea en las redes sociales. Simplemente ahí se expresa una
parte de esa indignación y frustración de segmentos de la sociedad.
Si
las leyera bien el primer mandatario y sus asesores entenderían
entonces que el gobierno comenzó a ser el responsable del gran
encubrimiento del caso Ayotzinapa cuando insistió en imponer una “verdad
histórica” que fue ampliamente criticada, cuestionada y analizada en
las redes sociales.
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