Control Social: Los niños perdidos de Tranquility Bay
Uno
de los secretos mejor guardados en Estados Unidos, es el de Tranquility
Bay, un centro educativo estricto como ninguno, que se utiliza como
campo de reeducación para chicos rebeldes. Uno de estos centros está en
Jamaica. Los padres pagan cantidades muy elevadas de dinero por un
centro que más bien parece un gulag o una especie de Guantánamo escolar.
Los chicos reciben castigos corporales considerables aprovechando que
la ley lo permite. Es la primera vez que se muestran imágenes de estos
centros.
Tranquility
Bay es un centro de reeducación extremadamente severo que se maltratan
físicamente a los chicos internos y se les hace un lavado de cerebro. Es
uno de los numerosos centros afiliados a WWASP, un conjunto de empresas
dirigido con mano de hierro por unos empresarios de Utah, en Estados
Unidos, ligados a los valores patriarcales y autoritarios del
fundamentalismo mormón.
Actualmente,
en Estados Unidos, hay más de mil empresas privadas que venden sus
programas de reeducación infantil. En este mercado de casi 50.000
millones de euros, que crece a un ritmo del 25% anual, WWASP domina
desde hace quince años el sector de la modificación del comportamiento.
Su especialidad es el internamiento de adolescentes difíciles y la
tarifa base es de 24.000 euros al año. Esta red de centros se anuncia a
través de Internet, de catálogos a todo color, de vídeos promocionales y
del boca a oreja entre los padres, que ven WWASP como el último
recurso. Pero por qué necesitan un último recurso? Porque tienen miedo
de que su hijo pierda el camino. El miedo es el que alimenta este
negocio.
El
producto que WWASP vende a estos padres asustados suena muy bien. Se
llama “modificación del comportamiento” y se resume en dos palabras:
castigo y recompensa. WWASP educa a sus internos, tal como se enseña a
un animal de compañía. Un ejemplo del repertorio de castigos de estos
centros es obligar a los chicos a permanecer tumbados en el suelo
durante horas, días o semanas. En cuanto a las recompensas, sólo hay
una: la ausencia de castigo. Es la única manera de obtener privilegios,
como comer, lavarse, estudiar o bien llamar a los padres.
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