Contribución al debate, sobre si sindicalismo, desde Cuba
Efectivamente,
el debate sobre sindicalismo en alasbarricadas es de más en más
interesante y a las contribuciones ya aportadas debemos añadir la que
sigue, del sindicalista cubano Rogelio Manuel Díaz Moreno, en la que da
cuenta de a dónde conduce el sindicalismo del Poder Popular, que, además
de ser el único existente en Cuba, es el resultado de una Organización
fuerte y disciplinada que engloba y representa a todos los trabajadores
cubanos. Lo reproduzco por considerar que, el testimonio de los que
viven las experiencias sindicalistas que se pretenden revolucionarias en
el mundo, puede contribuir a esclarecer algunas de las cuestiones
planteadeas en el debate.
No habrá incremento salarial para maestr@s del Estado
Las
autoridades cubanas y los medios de prensa ya lo informaron
oficialmente. El aumento salarial para el sector pedagógico, esperado
para el segundo semestre de este año 2016, no se producirá. No hay
condiciones económicas en el país, dicen.
Las
últimas semanas previas al inicio del nuevo curso escolar, la prensa
reflejó el recorrido de la ministra de Educación, Ena E. Velázquez, por
el territorio nacional. Con los acostumbrados bombos y platillos, se
ensalzaron las maravillosas condiciones que tendría el estudiantado para
entrar a las aulas en septiembre. Un elemento era reconocido, a medias
oculto entre la letra pequeña. Prácticamente todas las regiones
presentaban, en mayor o menor medida, déficits de personal pedagógico.
El
sector de la educación es uno de los estandartes emblemáticos del
modelo cubano. Su inexorable deterioro contribuye a la erosión del
prestigio y aceptación del gobierno. Desde finales del siglo pasado
arrastra el mencionado problema, desde que la depreciación de los
salarios estatales arrojó a maestros y maestras al fondo de la pirámide
socio laboral de este país. Desde hace más de veinte años, no aparecen
luces al final del túnel para un sector que, paradójicamente, todos
consideran esencial.
La economía de este país, tercermundista y
subdesarrollado, se vio privada en aquel entonces de los masivos
subsidios de la era del campo socialista. Desde entonces, no ha salido
nunca verdaderamente del bache, pues ligeros alivios se ven sucedidos
por nuevos períodos de recesión. En tales condiciones, no ha recuperado
la capacidad de reflotar a un sector costoso y masivo como el educativo.
El
éxodo de profesionales hacia otras actividades más lucrativas se ha
convertido en un mal crónico. Se hace difícil reprocharles algo a estas
personas. Su sacrificada labor apenas les garantiza exiguos sueldos, con
los que se torna prácticamente imposible mantener un nivel de vida
mínimamente decoroso. En este panorama, se han acrecentado, además, las
políticas gubernamentales de racionalización de gastos sociales,
subsidios y toda otra serie de estímulos concretos que podían ofrecerse a
quien trabaje en educación. Los llamados a la conciencia y las promesas
de mejores mañanas abundaron, los homenajes y las medallas se
propulsan, pero no permiten mantener hogares, menores de edad, personas
de la tercera edad, etcétera.
En
los penúltimos meses había llegado a insinuarse la promesa concreta de
una subida de los salarios. Esta ya se había producido en el sector de
la salud -y esto es algo sobre lo que valdrá la pena regresar. En el
lenguaje oficial se volvía recurrente el lema de socialismo con
desarrollo próspero y sustentable. Se calculaban tasas de crecimiento de
tantos por ciento del Producto Interno Bruto. Se proclamaba un plan de
desarrollo con vistas al 2030 -y sobre esto otro también valdría la pena
regresar. El proceso de normalización de relaciones con Estados Unidos
parecía justificar mayores esperanzas de bienestar. Y de súbito, cayó un
cubo de agua fría, con el anuncio de la imposibilidad de mantener
crecimientos este año. Esta situación se confesó en la sesión veraniega
de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Desde entonces, el incremento
de los salarios en Educación podía darse por perdido, aunque se
demoraran varias semanas en confirmarlo. Lo que sí se implementó fue la
extensión de impuestos sobre los ingresos a sectores más amplios de
trabajadores del sector estatal, con exenciones para los que reciban
menos de 500 pesos cubanos –unos veinte dólares.
El
fenómeno producido engendra serias reflexiones. Una vez más, las
esperanzas de la ciudadanía en general, y de educadores y educadoras en
particular, se ven defraudadas. El fatalismo al respecto acopia otra
fría y desagradable confirmación. Si ya antes de esto las escuelas
andaban cortitas de personal docente, imagínense cómo seguirá la
tendencia. Y si les cuesta algún trabajo, auxíliense con otras noticias,
confesadas en voz igualmente baja, sobre la muy pobre demanda de las
carreras pedagógicas en todo el país -a pesar de que prácticamente las
regalan en las universidades correspondientes.
Ahora
cabría añadir otras inquietantes aristas relativas al tema. Se conoce
que, bajo la licencia de repasador/ repasadora por cuenta propia, se
extiende el negocio de maestr@s particulares. ¿Qué tipo de giros
introduce este sector?
Es evidente que el fenómeno de diferenciación social se refuerza con el deterioro de la educación pública y el florecimiento de
establecimientos de educación privados. Estos últimos presentan una gran diversidad. Muchos los constituyen solamente pedagogos o pedagogas que trabajan en sus viviendas, a nivel individual, que atienden a unos pocos jóvenes cada vez, en una o dos materias de un nivel escolar más o menos específico. Otros constituyen verdaderos conjuntos, organizados con sistematicidad y complejidad, que agrupan varias personas en calidad de repasadores y repasadoras; atienden a decenas de adolescentes para impartirles conocimientos de todas las asignaturas; de varios grados, y en locales especialmente
acondicionados. Los hay para cubrir todo el rango académico local, desde la educación preescolar hasta la universitaria
establecimientos de educación privados. Estos últimos presentan una gran diversidad. Muchos los constituyen solamente pedagogos o pedagogas que trabajan en sus viviendas, a nivel individual, que atienden a unos pocos jóvenes cada vez, en una o dos materias de un nivel escolar más o menos específico. Otros constituyen verdaderos conjuntos, organizados con sistematicidad y complejidad, que agrupan varias personas en calidad de repasadores y repasadoras; atienden a decenas de adolescentes para impartirles conocimientos de todas las asignaturas; de varios grados, y en locales especialmente
acondicionados. Los hay para cubrir todo el rango académico local, desde la educación preescolar hasta la universitaria
A
cualquiera de estos establecimientos particulares acuden los retoños de
las familias suficientemente solventes, en el horario posterior al de
las deprimidas escuelas del estado. Con estas clases privadas, reciben
una formación tan completa, que lo único que les falta es la potestad de
títulos oficialmente validados, para lo que todavía los o las jóvenes
tienen que acudir a la escuela oficial y rendir los exámenes
correspondientes. Esto explica algo, en mi opinión, del porqué el sector
de educación (público) continúa en las condiciones precarias en las que
está. La élite tiene asegurada la educación de su descendencia, y no
ejerce tanta presión para poner remedio a un problema que poco la
afecta.
Con
el decursar de los años, las desigualdades se naturalizan en nuestras
calles. Al “pobretariado” le toca la escuela estatal, y que se las
arregle. Quienes tienen más recursos, quienes ya se distinguen del resto
por sus condiciones de vida, solvencia, vivienda, etcétera, ahora se
distinguirán cada vez más por la mejor formación e
instrucción. Lo que se traducirá indefectiblemente en menores oportunidades para “la plebe” de superación, de acceso a entornos profesionales con buenas oportunidades. A los de abajo, se les estrechan otros caminos para sobresalir, como no sean los de algunas actividades turbias, o resaltar como artista o deportista y servir al entretenimiento de masas.
instrucción. Lo que se traducirá indefectiblemente en menores oportunidades para “la plebe” de superación, de acceso a entornos profesionales con buenas oportunidades. A los de abajo, se les estrechan otros caminos para sobresalir, como no sean los de algunas actividades turbias, o resaltar como artista o deportista y servir al entretenimiento de masas.
Simplemente,
el sistema burocrático estatal actual se confirma como incapaz de
resolver el problema del sector de educación pública. Lleva más de
veinte años en las mismas, y cada atisbo de esperanza se desvanece con
nuevos y más tristes tropiezos. Se necesita una sociedad dinamizada, con
todo el potencial de sus fuerzas productivas en florecimiento, libre de
ataduras, para poder generar cambios radicales en tal situación. Por su
parte, el sector pedagógico necesitaría urgentemente de una cohesión
gremial efectiva, con representantes sindicales legítimos y
comprometidos, capaces de dialogar directamente con el resto de los
actores sociales y políticos del país. Solo así podría alcanzarse un
consenso sobre las inyecciones de recursos imprescindibles para mantener
un sistema educativo universal, de calidad, que promueva la superación
de todos y todas, con inclusión y justicia social, y un nivel de vida
para sus gestores, maestros y maestras, a la altura de la dignidad del
trabajo que desempeñan.
Rogelio Manuel Díaz Moreno
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