Prelude, una ‘start up’ para tener hijos sin sexo
Martín Varsavsky consigue 200 millones de dólares de inversión para tener bebés con un proceso programado y controlado al milímetro
Martín Varsavsky
(Buenos Aires, 1960) cree que practicar sexo no es la mejor manera de
traer bebés al mundo. Ha encontrado un método mejor y cuenta con 200
millones de dólares (182 millones de euros) de inversión para hacerlo
accesible a través de su nueva startup, Prelude.
Desde hace un par de meses, Varsavsky vive en la Bahía de
San Francisco. Tras dejar Madrid hace dos años y trasladarse a Miami, el
embarazo de Nina, su mujer, le ha llevado a vivir entre la casa de unos
amigos en Silicon Valley y la oficina en el Presidio de San Francisco,
donde tiene de vecinos a los estudios de LucasArts. Junto al sitio donde
se crea la magia de Star Wars, él sienta las bases para hacer
de la procreación, según defiende, un proceso controlado, más seguro y
menos traumático, tanto para los padres como para las criaturas. “Si me
lo dicen con 24 años, no me lo creo, pero aquí estoy, sin ser religioso,
esperando mi séptimo hijo”, dice con una sonrisa cómplice. El
emprendedor en serie vuelve a la carga.
La costumbre en esta zona es que el propio inventor prueba los experimentos. A este hábito se le denomina dog food,
comida de perro. Algo así como tomar de su propia medicina. Varsavsky
lo ha llevado al extremo. Su séptimo hijo no será como los demás. Este
va a nacer usando el método que él mismo ha creado. Cuando Nina quiso
tener su primer hijo, a los 31 años, descubrió que sus ovocitos no
estaban en el mejor estado. Recurrieron a ayuda médica. Fue costoso y
tuvieron momentos de poca información e incertidumbre. “¿Cómo podía ser
que no fuese fértil? No dábamos crédito. Nuestros hijos fueron in vitro, pero sé que esperamos demasiado. No quiero que otros pasen por ello”, subraya.
Solución integral
Varsavsky quería resolver un problema propio y se dio
cuenta de que no era el único que lo sufría. Al contrario, pensó que era
necesario crear una solución integral. Se puso a estudiar. “Al fin y al
cabo, soy profesor en Columbia. Cuando quiero saber de algo, me meto a
fondo”.
La primera decisión fue dejar Miami, donde vivía hasta hace
dos años. “Soy un refugiado del Zika. No era seguro tener una gestación
allí y para Prelude, ahora mismo, este es el mejor lugar para lanzarse y
crecer”. A partir de ese momento, comenzó su carrera para que la
solución a su problema fuese un producto para sacar al mercado.
Simplificando mucho, Prelude ofrece un plan para asegurar
la descendencia con un pago de 200 dólares mensuales durante tres años.
Cubre desde la extracción de ovocitos a la congelación, mantenimiento,
fecundación in vitro, implante y pruebas embrionarias para asegurar que
el bebé estará sano. Pasados los tres años, se puede seguir pagando por
el mantenimiento hasta que llegue el momento en que se desee tener
hijos.
Insiste en que, por sí mismo, no ha inventado nada, pero sí
ha sido capaz de unir tecnologías que ya existían, convertirlas en un
proceso lógico y ofrecerlas como un servicio. “He buscado la mejor
manera de tener bebés. El problema es que no vas a la clínica cuando
eres fértil, sino cuando es más complicado. La gente quiere tener los
hijos a partir de los 35 y los 40, pero casi nadie con 25, que es cuando
se tiene mejor material. Ya se congelaban gametos, se escogían los
sanos y se implantaban evitando generar mellizos”.
El emprendedor remarca un factor importante, el análisis
genético: “Evitamos patologías congénitas y, en consecuencia, casos que
terminarían en aborto. Sabemos que podemos elegir los embriones que no
van a tener Alzheimer. Ojo, no es la cirugía estética de los bebés lo
que hacemos, pero sí la mejor manera de escoger el material genético más
sano”.
Equipo adecuado
Su interés por la salud viene de largo. Es fundador de Medicorp e inversor inicial de 23andMe,
que realiza un revolucionario análisis genético. Su inventora es Anne
Wojcicki, exmujer del cofundador de Google Sergey Brin y una de las
personas que más le ha apoyado. “Aunque yo estaba en el consejo de
23andme, cuando tuve la idea los inversores no me escucharon. Yo no era
nadie en el mundo de la salud y la tecnología, me veían como un intruso,
como el que viene a esto después de pasar por las telecomunicaciones
porque ahora está de moda”, reconoce. No desistió y cambió de
estrategia. Solo no se le abrirían las puertas, pero sí con el equipo
adecuado. “Me costó convencer a las personas correctas, pero después la
actitud de los inversores cambió por completo”, confiesa.
Prelude ha pasado de ser solo una idea a cerrar la compra de un centro sanitario en Atlanta, RBA, donde estará la central de sus servicios, con 100 empleados, y MyEggbank,
el mayor centro de almacenamiento de ovocitos del mundo. Lejos de
vender humo, ha creado un equipo sólido con Zsolt Peter Nagy, el
inventor de la vitrificación como máximo responsable científico, y el
doctor Daniel Shapiro al frente del centro. Otro de los secretos es su
imponente directora de márketing, Allison Johnson, una leyenda de
Silicon Valley que estuvo detrás del lanzamiento del iPhone.
Planes de negocio
Dentro de los planes de negocio contempla ofrecerlo a seguros médicos y empresas. “Facebook, Google y Apple
ya pagan a sus empleadas la congelación de ovocitos. Tiene sentido
porque en el momento en que más suben en su carrera laboral es cuando no
quieren parar para ser madres. Al mismo tiempo, pienso que no es algo
solo femenino. Lo ideal es que se pudieran suscribir ambos sexos y las
empresas lo ofrecieran”, defiende.
No oculta su interés por llegar a Europa, pero sabe que el
marco legal no le beneficia: “Antes de empezar estudié país por país. Lo
que se puede hacer en un sitio, no se puede en otro. Por ejemplo, con
los embriones, o con la conservación de material genético. Ya pasé por
todo tipo de trabas regulatorias con las telecos, así que sé lo que me
espera. En Estados Unidos es todo más fácil y el mercado es de más de
300 millones de habitantes”
Cuando tenía 22 años perdió a su padre, célebre astrofísico
que escapó de la dictadura argentina y recaló en Estados Unidos. Su
madre le dijo que tenían que encontrar alguna forma de sustento. Dos
años después ya había creado un imperio inmobiliario en Manhattan. Fue
pionero al convertir antiguas fábricas y almacenes industriales en lofts,
la forma más chic de hogar. Después llegó el turno de las
telecomunicaciones con Viatel, que salió a bolsa en 1994. Se subió a la
ola de Internet con Ya.com y Jazztel. Fon,
la mayor red de puntos wifi del mundo, con más de 21 millones de
conexiones repartidas por todo el mundo, fue su ocupación principal
hasta hace unos meses. Cuenta con más de 150 empleados y ya tiene
suficiente salud financiera como para pasar las riendas a la persona
adecuada. “Hemos pasado de perder cinco millones de euros en 2014 a ser
rentables en 2015. No hay mejor consejero delegado que el anterior
director de operaciones, Alex Puregger”, proclama. Le importa que la
salud de su empresa anterior sea buena. “Sigo como presidente y le debo
mucho a los empleados”, justifica. Tampoco se le escapa la entidad de
sus inversores, con Google como uno de los que más fuerte apostó por
esta red de conexión mundial.
A pesar de que ha vivido más de 15 años en España y otros
tantos en Estados Unidos, el acento le delata. “Mi origen es argentino y
me nombraron embajador itinerante. Un título que he llevado con orgullo
hasta que el anterior gobierno me lo retiró por mis críticas. Yo nunca
dejé de impulsar la fundación que creé y financio, educ.ar. Con Macri
parece que se están normalizando las relaciones”.
Varsavsky se despide con un mensaje para los que quieren tomar su
propio camino pero no se deciden a ser emprendedores: “Te vas a sentir
como si estuvieras en la selva, con un machete. No vas a ir por la
autovía, pero esto te va a dar unos recursos que no tiene la gente
normal y te vas a sentir incómodo trabajando para otros”. ¿Es esta su
última startup? “No lo sé. En esta ocasión me di cuenta de que
el problema no se soluciona con relaciones sexuales y busqué la
solución. Desde la llegada de la píldora son para quererse, para
divertirse, pero no para tener hijos. La tecnología puede mejorar
procesos y este también lo ha hecho. Veremos si más adelante hay otro
problema por delante”.
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