jueves, 13 de octubre de 2016

El conflicto de Cachemira necesita una solución ahora, no una guerra

El conflicto de Cachemira necesita una solución ahora, no una guerra


A pesar de la ofuscación del ejército Indio contra cientos de jóvenes cachemires y que esté aterrorizando a millones de cachemires en las semanas recientes, hay un único grito que está reverberando por todo el valle de Cachemira: Azadi, Azadi (Libertad, Libertad) respecto a la ocupación india de Cachemira.
En vez de hacer caso a las demandas del pueblo que el gobierno indio ha rechazado ipso facto, dicho gobierno indio está recurriendo a los mismos viejos métodos que ha usado desde 1947 y espera que la gente olvide lo que han estado demandando durante las últimas 7 décadas. Este es un juego político miope. No ha funcionado en el pasado. Y no funcionará en el futuro.
Las escaramuzas militares en curso a lo largo de la línea de control están destinadas a distraer la atención mundial del tema importante al que India se está enfrentando en Cachemira y rechazando acceder a las demandas populares. Un liderazgo sensato en Delhi consideraría el tema desde un ángulo diferente al de ahora, con un punto de vista para encontrar solución al viejo conflicto que heredamos debido a la partición de la India británica en 1947.
El destino del Estado de Jammu y Cachemira fue decidido mediante potencia militar, tratos mezquinos y falsas promesas de realizar el plebiscito que permitiría –a las gentes de Jammu y Cachemira- decidir su futuro.  Lo que ahora se necesita no es la confrontación militar y el belicismo. Una nueva guerra no es lo que va a resolver la cuestión de Cachemira. India y Pakistán ya se han confrontado en dos guerras por el conflicto de Cachemira. ¿Resolvieron el tema de cachemira? No. Cualquier nueva confrontación militar demostrará que es incluso más destructiva y totalmente fútil. Lanzar a soldados pobres, tanto indios como pakistaníes, al horno de la guerra y asesinar a gente inocente difícilmente tendrá alguna consecuencia positiva. El conflicto de Cachemira no desaparecerá incluso si desatan una tercera guerra. El conflicto de Cachemira ha de ser dirigido políticamente y con buena voluntad es posible un arreglo negociado.
Los pueblos de India y Pakistán no nacieron para ser enemigos mutuos. La propaganda tóxica por los gobernantes de los dos estados ha sido fundamental para crear la enemistad entre los pueblos de ambos países. Los extremistas políticos y religiosos, los promotores de odio en ambos países también han envenenado las mentes de millones de personas.
Sin embargo, es un hecho que las gentes de ambos países pertenecen a la misma amplia cultura del subcontinente. Tienen un gran parecido.  Por ejemplo, un punjabi pakistaní, si es musulmán, hindú, sij o cristiano, no es diferente de un punjabi indio, si es musulmán, hindú, sij, o cristiano.  Ellos son la misma gente. Si se les deja solos se volverán a llevar bien entre sí, como sucedía antes de la partición de 1947.
Como una persona secular en materias del Estado y humanista en relación con todos los creyentes y otros, ruego a los líderes políticos de India y Pakistán para que sigan la senda de la paz, detengan el ruido de sables, y eviten las provocaciones de las pasiones nacionalistas y religiosas del pueblo. Jamás nada bueno saldrá del emocionalismo barato.
Cada realista político sabe que el conflicto de Cachemira no es tan sencillo como otros. Las partes han de tener en cuenta muchos factores para encontrar una solución funcional, equitativa y aceptable. Esto sólo puede hacerse cuando los gobernantes de India y Pakistán tomen pasos concretos para buscar una solución al conflicto al dejar que las gentes de Jammu y Cachemira decidan su propio futuro. Este modo de tratar con el tema tiene el potencial para hacer que India y Pakistán se acerquen como socios en proyectos conjuntos de tipo comercial y educativo para el bienestar de las gentes de la región en vez de usar enormes recursos para ejércitos, hardware militar y armamento.

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