El conflicto de Cachemira necesita una solución ahora, no una guerra
A
pesar de la ofuscación del ejército Indio contra cientos de jóvenes
cachemires y que esté aterrorizando a millones de cachemires en las
semanas recientes, hay un único grito que está reverberando por todo el
valle de Cachemira: Azadi, Azadi (Libertad, Libertad) respecto a la
ocupación india de Cachemira.
En vez de hacer caso a las demandas del pueblo que
el gobierno indio ha rechazado ipso facto, dicho gobierno indio está
recurriendo a los mismos viejos métodos que ha usado desde 1947 y espera
que la gente olvide lo que han estado demandando durante las últimas 7
décadas. Este es un juego político miope. No ha funcionado en el pasado.
Y no funcionará en el futuro.
Las escaramuzas militares en curso a lo
largo de la línea de control están destinadas a distraer la atención
mundial del tema importante al que India se está enfrentando en
Cachemira y rechazando acceder a las demandas populares. Un liderazgo
sensato en Delhi consideraría el tema desde un ángulo diferente al de
ahora, con un punto de vista para encontrar solución al viejo conflicto
que heredamos debido a la partición de la India británica en 1947.
El destino del Estado de Jammu y Cachemira fue
decidido mediante potencia militar, tratos mezquinos y falsas promesas
de realizar el plebiscito que permitiría –a las gentes de Jammu y
Cachemira- decidir su futuro. Lo que ahora se necesita no es la
confrontación militar y el belicismo. Una nueva guerra no es lo que va a
resolver la cuestión de Cachemira. India y Pakistán ya se han
confrontado en dos guerras por el conflicto de Cachemira. ¿Resolvieron
el tema de cachemira? No. Cualquier nueva confrontación militar
demostrará que es incluso más destructiva y totalmente fútil. Lanzar a
soldados pobres, tanto indios como pakistaníes, al horno de la guerra y
asesinar a gente inocente difícilmente tendrá alguna consecuencia
positiva. El conflicto de Cachemira no desaparecerá incluso si desatan
una tercera guerra. El conflicto de Cachemira ha de ser dirigido
políticamente y con buena voluntad es posible un arreglo negociado.
Los pueblos de India y Pakistán no
nacieron para ser enemigos mutuos. La propaganda tóxica por los
gobernantes de los dos estados ha sido fundamental para crear la
enemistad entre los pueblos de ambos países. Los extremistas políticos y
religiosos, los promotores de odio en ambos países también han
envenenado las mentes de millones de personas.
Sin embargo, es un hecho que las gentes de ambos
países pertenecen a la misma amplia cultura del subcontinente. Tienen un
gran parecido. Por ejemplo, un punjabi pakistaní, si es musulmán,
hindú, sij o cristiano, no es diferente de un punjabi indio, si es
musulmán, hindú, sij, o cristiano. Ellos son la misma gente. Si se les
deja solos se volverán a llevar bien entre sí, como sucedía antes de la
partición de 1947.
Como una persona secular en materias
del Estado y humanista en relación con todos los creyentes y otros,
ruego a los líderes políticos de India y Pakistán para que sigan la
senda de la paz, detengan el ruido de sables, y eviten las provocaciones
de las pasiones nacionalistas y religiosas del pueblo. Jamás nada bueno
saldrá del emocionalismo barato.
Cada realista político sabe que el conflicto de
Cachemira no es tan sencillo como otros. Las partes han de tener en
cuenta muchos factores para encontrar una solución funcional, equitativa
y aceptable. Esto sólo puede hacerse cuando los gobernantes de India y
Pakistán tomen pasos concretos para buscar una solución al conflicto al
dejar que las gentes de Jammu y Cachemira decidan su propio futuro. Este
modo de tratar con el tema tiene el potencial para hacer que India y
Pakistán se acerquen como socios en proyectos conjuntos de tipo
comercial y educativo para el bienestar de las gentes de la región en
vez de usar enormes recursos para ejércitos, hardware militar y
armamento.
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