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Del “E Pluribus Unum” al “E Unum Pluribus” (II) – Comunidad Saker Latinoamérica
Comunidad Saker Latinoamérica
por Andrew Korybko – El
federalismo identitario puede ser aprovechado como un arma
geoestratégica de la Guerra de quinta generación, y hay una variedad de
aplicaciones en las cuales puede promover la política exterior
estadounidense. Las secciones siguientes detallan los dos proyectos de
federalismo identitario que están formalmente en progreso y los cuatro
en los que se espera ver un día puesta en práctica esta política.
Proyectos en curso
Sudán del Sur:
Hay actualmente dos proyectos de federalismo
identitario que han sido oficialmente acordados por sus gobiernos
respectivos y cuatro hacia los que los EEUU están trabajando con
impaciencia. Los dos casos prácticos de federalismo identitario
multilateral hasta el momento están en Sudán del Sur y Nepal, ambos
excepcionalmente ricos en identidades etnregionales, acaban de salir de
una cruel guerra híbrida y se encuentran en momentos geoestratégicos
cruciales. El virus estructural que ha sido inoculado en ambas regiones
se espera se convierta en un arma para exportarla contra sus vecinos. El
federalismo identitario del sur de Sudán demuestra simbólicamente la
“solución de compromiso” en torno a la cual podría unirse la plétora de
identidades rebeldes etno-regionales de Sudán y Etiopía.
No sólo esta visión compartida después del
conflicto les ayudaría a dejar temporalmente de lado sus diferencias en
la reunión en un frente de combate más coordinado y eficaz, sino que la
desestabilización inherente que el federalismo identitario traerá al
territorio del sur de Sudán podría crear condiciones ventajosas en las
que los mencionados rebeldes podrían encontrar refugios seguros, bases
de entrenamiento, reclutas y armas que ayuden a reforzar sus capacidades
anti-gubernamentales.
Sudán y Etiopía son blancos importantes para la
estrategia de guerra híbrida de Estados Unidos porque ambos son
componentes instrumentales de la política de proyección exterior de
China en África. Sudán es un estado de tránsito necesario para el
petróleo del sur de Sudán y ha sido un aliado chino durante las últimas
dos décadas (lo que da a Pekín una influencia pivotal tanto en el Medio
Oriente como en el Norte y Este de África), mientras que Etiopía es uno
de los socios estratégicos más cercanos de China en el continente y el
ferrocarril financiado por Pekín, Djibouti-Adís Abeba que próximamente
se completará, se está convirtiendo en una “Ruta de la Seda del Cuerno
de África”. Desestabilizar a ambos países es claramente de interés para
los Estados Unidos, ya que busca socavar el potencial global de China en
la Nueva Guerra Fría.
Nepal:
Los diseños estratégicos regionales relacionados
con el federalismo identitario de Nepal son ligeramente diferentes a los
de Sudán del Sur. Aunque obviamente los Estados Unidos esperan ver
puesto en práctica un sistema de este tipo en China, saben que es
extremadamente improbable que esto suceda, y mucho menos a través de un
“efecto de demostración” de un país tan pequeño y fácilmente “aislado”
como Nepal. El objetivo real en este caso es en realidad la India, que
tiene una relación mucho más estrecha con Nepal a través de una larga
historia de vínculos civilizacionales, políticos y económicos.
Cerca de 300 millones de personas viven en los
estados indios de Uttar Pradesh y Bihar que están directamente al sur de
Nepal, y la frontera porosa entre ellos, así como los múltiples
vínculos transnacionales que unen a cada una de estas entidades y
pueblos, crean una situación casi perfecta en la que ciertos tipos de
desestabilizaciones nepalís pueden difundirse más fácilmente en la
India. El objetivo es que estos dos importantes estados se unan con las
“Siete Hermanas” del nordeste en hacer campaña para una gran revisión
del sistema político indio, ya sea a través de la creación de estados
individuales basados en la identidad para cada población (como se ha ido
desarrollando progresivamente en el noreste desde la independencia) o
mediante un rotundo impulso hacia el federalismo identitario.
Hasta este punto, tales objetivos sólo fueron
perseguidos por los separatistas del noreste (ya sean secesionistas con
mentalidad independiente o aquellos interesados en su propia unión
territorial), pero si este sentimiento ideológico puede romper el
“corredor de contención” de Siliguri e “infectar” los mucho más grandes,
diversos e importantes estados a nivel nacional de Uttar Pradesh y
Bihar, podría conducir rápidamente a una crisis nacional. Es en este
contexto particular que Nepal es útil para catalizar tal sentimiento al
oeste del Corredor de Siliguri y tratar de popularizarlo en la identidad
de diversos estados de la India geográficamente dominante, como por
ejemplo las áreas que los nacionalistas sij consideran que forman parte
del “Khalistan”. En caso de que se agudizara esta tendencia, esto
tendría el riesgo de desenredar la hasta ahora unidad política nacional
que la India ha procurado sostener tan minuciosamente, y Nueva Delhi
podría verse obligada a traspasar sus tácticas ocasionales de
descentralización (por ejemplo, la creación de nuevos Estados) hacia la
transferencia selectiva a varias unidades autónomas y / o federativas de
identificación etno-regional.
Desde la perspectiva estadounidense, la presión
interna que esto pondría sobre la India podría colocarla en posición de
acceder más fácilmente a los dictados estratégicos de los Estados Unidos
frente a la Nueva Guerra Fría y la “contención de China”. Es
especialmente revelador que muchas ONG occidentales estén activas en
Nepal y hayan estado presionando precisamente en el tipo de procesos de
federalización identitaria que podrían desbordar algún día la frontera,
como ha revelado el investigador Arun Shrivastava.
Conectando las piezas e identificando la mano
americana que está detrás de la transferencia federalista identitaria de
Nepal, es razonable concluir que Washington podría tratar de aprovechar
su influencia sobre los acontecimientos allí a cambio de lograr un
acuerdo estratégico con Nueva Delhi, el último de los cuales podría
llegar rápidamente a un acuerdo con el reconocimiento de la amenaza
administrativamente existencial que podría emanar pronto de su vecino
norteño influenciado por Estados Unidos. Mientras que algunos en el
Ministerio de Asuntos Exteriores pudieron haber pensado antes que
podrían explotar el separatismo terai y el federalismo identitario en
Nepal en su propia ventaja, es probable que lleguen a realizar esto sin
ser conscientes de que abrieron la caja de Pandora del caos que los EEUU
habían plantado para ellos, lo que podría hacerlos mucho más
susceptibles al tipo de chantaje geopolítico al que apunta Washington.
Conspiraciones prospectadas
Myanmar:
La estrategia que Estados Unidos persigue en
Myanmar está estrechamente relacionada con la que está avanzando en
Nepal, aunque el escenario del Sudeste Asiático está aún mucho más
atrasado que el que está siendo formalizado en el Himalaya. Myanmar ha
estado luchando la guerra civil más larga del mundo, a pesar de que las
hostilidades han cesado en los últimos dos años, especialmente después
de que los militares firmaran un acuerdo nacional de cese del fuego con
más de la mitad de los principales grupos étnicos regionales. El
gobierno pro-occidental de Suu Kyi, que recientemente ganó con
abrumadora mayoría en las últimas elecciones, ha estado insinuando que
quiere buscar una “solución federal” al conflicto, y probablemente
podría proponer el federalismo identitario como resultado.
Estados Unidos tiene un interés estratégico en ver
institucionalizadas las divisiones de la guerra civil del país a través
de la creación de pequeños estados cuasi independientes, lo que
permitiría que él y sus aliados saltaran directamente al interior de
Kachin y Shan como parte de sus esfuerzos por “contener a China” a lo
largo de su área fronteriza continental meridional. La provincia de
Yunan, rica en identidades, también está madura para una potencial
guerra híbrida a lo largo de una línea similar (aunque
circunstancialmente modificada) como lo están Tíbet y Xinjiang, y podría
convertirse un día en un tercer frente para la interferencia occidental
en los asuntos soberanos de China (sin contar el subterfugio político
en curso en Hong Kong). El potencial para este escenario se incrementa
drásticamente si los EE.UU. y
sus aliados son capaces de establecer centros de proyección de
influencia en las próximas unidades de identidad federalizada a lo largo
de la frontera entre Myanmar y China (los Estados Kachin y Shan).
Correspondiendo a las similitudes estratégicas
regionales entre el federalismo identitario de Nepal y lo que parece ser
su imposición inminente en Myanmar, ambos casos están alineados con los
intereses de la India. Mientras que el modelo de Nepal se dirige a los
estados indios de Uttar Pradesh y Bihar, Myanmar podría crear un
precedente tentador que podría alentar a los diversos rebeldes en el
noreste de la India a unirse en la lucha por algo similar en su región
natal. El Frente Unido de Liberación del Sudeste Asiático (UNLFW) ya
reúne a 15 grupos distintos bajo su bandera, pero aún tiene que
articular una visión política inclusiva para lo que espera lograr
después de que las autoridades centrales sean derrotadas. Eso podría
cambiar si Myanmar adapta el federalismo identitario y el UNLFW recoge
como su toque llamada para el noreste.
Otro factor posible es que la zona
auto-administrada Naga en la Región de Sagiang podría recibir aún más
autonomía dentro del marco federalista identitarioa, lo que podría
convertirla en una base trasera que el UNLFW podría utilizar para
entrenar a sus cuadros y planificar ataques contra suelo indio. Este
escenario podría obstruir la autopista de la ASEAN de India (formalmente
la “Autopista Trilateral”) que busca construir a través de Myanmar y
Tailandia, poniendo así su política de Act Est bajo el potencial
chantaje geopolítico de los Estados Unidos. A su vez, Washington,
utilizando la influencia que tiene sobre el gobierno de Suu Kyi en
Myanmar ,y cualquier contacto de inteligencia que tenga con los diversos
grupos rebeldes del país, podría aplicar esta doble vía de influencia
estatal y no estatal para presionar a Nueva Delhi para que se una a la
“Coalición de contención de China” que está construyendo en la región.
Si la India acompaña esta construcción
geoestratégica, entonces aumentaría las tensiones con China y conduciría
al desmantelamiento de los BRICS y la OCS, además de provocar una
intensa guerra fría asiática entre Nueva Delhi y Pekín para complementar
la que ya existe entre Pekín y Tokio. Indudablemente, estos son
escenarios que los Estados Unidos esperan actualizar en el futuro
próximo, no importa por qué camino, pero la Guerra Híbrida y el
federalismo identitario resultante en el Nepal de la India y enla
periferia de Myanmar podrían funcionar indirectamente como las formas
más efectivas de promover estos grandes objetivos estratégicos.
La República de Macedonia:
Este pequeño país de los Balcanes es el cuello de
botella vital a través del cual deben pasar el Balkan Stream y la Ruta
de la Seda de los Balcanes, razón por la cual ya fue objetivo de la
desestabilización de la Guerra Híbrida el año pasado y podría muy bien
enfrentar una segunda ronda de disturbios durante la próximas elecciones
anticipadas que están provisionalmente programadas para abril. El autor
escribió extensamente acerca de este último escenario en una reciente entrevista con medios de comunicación macedonios, pero básicamente esto se reduce a la puesta en escena desesperadamente por parte de los EE.UU.
de otro intento de revolución de color en un último esfuerzo para
salvar a su “oposición” subsidiaria en el país. Si eso falla, entonces
existe el potencial real de que el movimiento de cambio de régimen se
transforme rápidamente en una Guerra no convencional a través de la
participación de terroristas albaneses, como se suponía que ocurriría la
última vez antes de que los servicios de seguridad estatales los
detuvieran preventivamente.
La amenaza de la “Gran Albania” se cierne sobre
Skopje porque alrededor de una cuarta parte de la población del país es
de etnia albanesa y reside cerca de la frontera internacional, lo que
significa que son teóricamente susceptibles a un llamada al separatismo
religioso al estilo “Kosovo”. Por otra parte, es obvio que la operación
de cambio de régimen sería coordinada desde Tirana y el Camp Bondsteel
de Estados Unidos, que podrían proporcionar numerosos mercenarios para
alimentar su insurgencia planeada. Si logran engañar a los albaneses
locales para que se unan a ellos, y especialmente en el caso de que
coordinen sus acciones junto a los agitadores de la Revolución de Color,
Macedonia podría ser inmediatamente lanzada a una desagradable Guerra
Híbrida.
Según las condiciones antes mencionadas, Skopje
tendría que derrotar de manera decisivamente a los terroristas al
comienzo de su campaña para evitar que cavaran en la frontera montañosa
con Albania y la provincia serbia de Kosovo, ocupada por la OTAN, que en
ese caso les daría acceso directo y continuo a las redes de apoyo
físico y físico de sus patronos. Es aquí donde el aspecto de la
Revolución de Color del escenario de la Guerra Híbrida podría trabajar
en atascar a las fuerzas de seguridad y distraerlas de lo que de otra
manera sería un enfoque unificado apuntando a los terroristas. La
naturaleza totalmente distinta de los objetivos tácticos que habría que
perseguir simultáneamente en entornos situacionales tan fluidos podría
dificultar el restablecimiento del orden de inmediato, proporcionando
así un avance ventajoso a uno u otro de los actores complementarios de
la Guerra Híbrida. Sin embargo, es más probable que el gobierno pueda
contener y / o tratar con más facilidad el escenario de la Revolución
del color que el de la guerra no convencional, lo que significa que si
algún estancamiento estratégico termina asentándose, entonces es
probable que sea entre el gobierno central y la periferia occidental por
las razones que acabamos de describir.
Sin embargo, independientemente de qué actor de la
guerra híbrida tenga éxito en estancar la situación o en ganar sin
rodeos, el resultado final del federalismo identitario seguiría siendo
el mismo. Estados Unidos no apoyará formalmente el irredentismo albanés
sobre Macedonia, pero tampoco parece tener ningún plan para reconocer
unilateralmente las porciones pobladas por albaneses como un país
independiente. Si hiciera cualquiera de estos dos cosas, entonces no
sería capaz de aprovechar su influencia hegemónica sobre la parte
oriental del país a través de la cual se espera que pasen los proyectos
pan-regionales de Rusia y China. El federalismo identitario, sin
embargo, permitiría a lo que entonces sería la porción casi
independiente de población albanesa de Macedonia conservar todavía una
cantidad negociada de influencia sobre el resto del país. Los macedonios
étnicos podrían estar de acuerdo con esto a regañadientes como parte de
una “solución de compromiso” que coloca a Skopje bajo su zona
federativa o la redefine como un área de administración conjunta con los
albaneses. Si el gobierno central conservara el control sobre la
capital durante las hostilidades previas, entonces el antiguo escenario
sería atractivo para mantener nominalmente la unidad nacional; sin
embargo, si los combatientes albaneses lograran tomar parte o toda la
ciudad, entonces este último escenario podría ser el mejor trato que
podrían esperar.
En lo que respecta al movimiento de la Revolución
del Color, el líder de la “oposición” Zoran Zaev y sus aliados políticos
han dicho anteriormente que examinarían las formas en las que podrían
ser radicalmente mejoradas las disposiciones del Acuerdo de Ohrid más
allá de su pretendida interpretación, lo que se ha entendido como una
alusión al federalismo identitario. Como antecedente, la legislación en
cuestión puso fin a la violenta insurgencia albanesa apoyada por Estados
Unidos que se extendió en partes de Macedonia durante 2001, que era una
consecuencia regional previsible de la guerra de la OTAN de 1999 contra
Yugoslavia. El acuerdo estipulaba que la minoría albanesa tendría una
representación proporcional en el parlamento, y que las leyes que tratan
asuntos políticos, financieros y de identidad locales en cualquier
parte del país no pueden ser aprobadas sin que una mayoría de sus
políticos las apoyen. Como resultado, esto ha otorgado esencialmente al
12,5% de la legislatura (la mitad del número de representantes de etnia
albanesa que imponer el Acuerdo de Ohrid) privilegios de veto de facto sobre
el resto del gobierno en estas cuestiones. La motivación personal de
Zaev al coquetear públicamente con el tema federalista, además de seguir
las instrucciones de sus patrocinadores, es que espera que esto aliente
a elementos albaneses extremos (tanto dentro como fuera del país) a
apoyar sus planes de Revolución de color a través de una guerra no
convencional sincronizada. La comprensión implícita es que después los
“recompensaría” por su “servicio”, concediéndoles unilateralmente un
estado independiente de facto, lo que también satisfaría la visión estratégica de los Estados Unidos descrita anteriormente.
Siria/Iraq:
Uno de los otros proyectos planeados de
federalismo identitario que los Estados Unidos prevén está en la
frontera entre Siria e Irak, el área que actualmente está ocupada por el
Daesh. El autor y su colega escribieron un informe en profundidad a
mediados de octubre detallando los intereses geoestratégicos que Estados
Unidos tiene en ver surgir un sub-estado transnacional “Sunnistán” en
el centro de la región. Para resumirlo de manera concisa, si se formara
una entidad de identidad compartida cuasi independiente en el este de
Siria y el oeste de Irak, podría permitir facilitar el sueño unipolar
tan querido de extender un gaseoducto qatarí a Turquía y la UE. No sólo
eso, sino que el federalismo identitario que tendría que tener lugar en
cada uno de los dos estados objetivo también conduciría a la creación de
entidades soberanas similares en todo el resto de su territorio, por
ejemplo, una unidad federativa transnacional kurda y una chiíta en el
sur de Irak.
Las fuerzas centrífugas que se desencadenarían a
través de este proceso también tendrían impacto en Turquía y Arabia
Saudí, tal vez permitiendo el eventual cumplimiento del escenario de las
“fronteras sangrientas” de hace una década de Ralph Peters. Si bien
puede parecer extraño en este momento pronosticar que los EE.UU.
trabajan activamente para la desestabilización y el eventual
desmembramiento de dos de sus aliados más cercanos (ya sea formalmente o
a través del federalismo identitario), la cambiante naturaleza
geopolítica del Medio Oriente y el declive relativo de los EE.UU.
en influenciar allí frente a la intervención antiterrorista de Rusia
podría llevar a que algunos estrategas estadounidenses encuentren el
escenario de las Fronteras de Sangre bastante atractivo. Podrían
“razonablemente” considerar que el mayor juego de poder de Washington
sería participar en tácticas geopolíticas de “tierra quemada” que
conviertan la región en un tablero de damas de pequeños estados que
podría ser competido estratégicamente entre las distintas potencias,
entendiendo que es poco probable que Estados Unidos vuelva a ejercer la
hegemonía plena sobre la mayoría de sus unidades territoriales y que
quiere privar a sus rivales (Rusia, China e Irán) de ocupar ese papel
para ello.
Nigeria:
El país más poblado de África y su economía más
grande es también uno de sus principales exportadores de energía.
Actualmente vende grandes cantidades de petróleo, pero también tiene la
tentadora posibilidad de utilizar su control sobre las mayores reservas
de gas natural del continente para convertirse en un jugador aún más
crucial en el mercado mundial de GNL de lo que ya es. Nigeria está
divida actualmente en la lealtad geopolítica entre los EEUU y China,
haciéndola el mayor premio en el campo de batalla africano de la nueva
guerra fría. Los Estados Unidos consiguen adquirir una influencia
predominante sobre los asuntos de Abuja, pero si eso falla, no tienen
ningún reparo en practicar una política de “tierra quemada” al estilo
del Medio Oriente, que rompa el país en una constelación desconectada de
identidades federalizadas (o independientes). Este escenario es la
única manera segura de mitigar los beneficios que China recibe de su
asociación estratégica con el país. La Nigeria nuevamente reconstituida
(si aún permanece como un estado formalmente unificado en ese punto)
estaría en una posición mucho más débil que antes y sus terminales de
exportación de energía podrían caer en mal estado y en desuso como lo
están actualmente en Libia, si un conflicto hobbesiano estalla entre su
dispares unidades.
Desde la independencia, Nigeria ha estado
descentralizando progresivamente su federación convencional en una
plétora de estados basados en la identidad, y ahora parece estar en la
cúspide de una transferencia total hacia el federalismo identitario. La
insurgencia terrorista de Boko Haram en el norte ha sido extremadamente
perjudicial para la unidad nacional y ha desestabilizado las provincias
circundantes en el área. Peor todavía, ha fomentado el temor a los
musulmanes y a la gente del norte en general entre los cristianos que
residen en gran parte en el sur del país. El Movimiento para la
Emancipación del Delta del Níger (MEND), que surgió en esta última y
busca intentar revivir el separatismo de Biafra, podría devolver
peligrosamente al país a la guerra civil y hundirlo en el centro de un
escenario fabricado de “choque de civilizaciones” entre cristianos y
musulmanes. Las amenazas simultáneas planteadas por Boko Haram y el MEND
presagian un futuro muy negativo para Nigeria y podrían crear las
condiciones para una “solución de compromiso” de federalismo identitario
en el caso de que comiencen las hostilidades entre estos dos grupos
militantes de radicalmente separados identitariamente. Más aún si
finalmente llevan a una guerra civil multifacética en la que Boko Haram,
el MEND y el gobierno federal luchan los unos contra los otros.
El resultado final del intenso conflicto interno
de Nigeria sería que se convertiría en un socio mucho menos confiable y
unificado para China, bloqueando así sus avances en infraestructura y
energía en el estado más poblado del continente y colocándolo en una
desventaja relativa en comparación con los EE.UU.
Washington es menos dependiente de Nigeria en todos los sentidos en
comparación con Pekín, por lo que su desestabilización no afectaría
negativamente a su gran estrategia, y mucho menos a su visión para
África. De hecho, el estallido del federalismo identitario en Nigeria o
el secesionismo completo de una de sus áreas geográficas definitorias
(el norte musulmán o el sur cristiano, en este caso) podría ser
realmente un objetivo estratégico a largo plazo que los Estados Unidos
desearían que ocurriera, ya que este proceso autodestructivo
evidentemente podría extenderse por todo el resto del continente y
adaptarse a las particularidades de la situación interna de cada estado.
China necesita la unidad africana ahora más que
nunca, ya que busca capitalizar el potencial macroeconómico de sus
socios multilaterales para proporcionar un destino para el tipo de
inversión de salida que la Gran Potencia requiere tan desesperadamente
para sostener sus tasas de crecimiento (y tangencialmente asegurar la
estabilidad doméstica). Los estados federalizados identitariamente con
diferentes niveles de autoridad central sobre sus unidades
etno-regionales dispares, son socios poco confiables para los grandes
proyectos transnacionales de infraestructura conectiva que Beijing ha
previsto para el continente (especialmente en África Oriental), por lo
que su creación subvertiría los objetivos de China y debilitaría toda su
posición global con el tiempo. Relativamente hablando, esto obviamente
colocaría a los Estados Unidos en ventaja, especialmente si es capaz de
integrar su influencia en o cerca de un estado de tránsito
identitariamente federalizado crítico, a través del cual puede pasar uno
de los proyectos de China, lo que en ese caso daría a Washington
potencial de chantaje geopolítico sobre Pekín.
Fuente: Katehon.
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