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PepsiCo: tres semanas de conflicto en la gigante de los snacks
Por Juan Piscetta 13 de julio de 2017 jpiscetta@infobae.com
Un 20 de junio se encontraron con el aviso en la puerta. La fábrica en
la que habían trabajado durante años iba a cerrar. Un mensaje formal,
telegráfico, técnico. "Cese de operaciones", "relocalización",
"liberación transitoria de prestar servicios", fueron algunas de las
palabras escritas en el cartel pegado por PepsiCo para comunicarle a sus
535 trabajadores que, a partir de ese día, se quedarían sin empleo. La
medida los tomó por sorpresa. La compañía alimenticia no había
registrado problemas financieros, comerciales ni de facturación en el
último año. Tampoco hubo nada del derrotero habitual por el que
pasan las empresas argentinas cuando entran en crisis, como despidos,
suspensiones, recortes de horas o pagos discontinuados de los sueldos.
Con el pasar de los días y horas, la empresa dio precisiones sobre su
decisión. Resolvió cerrar su planta de producción de snacks salados de
la calle Posadas al 1200 en Florida, municipio de Vicente López, por la
"inviabilidad económica" de encontrarse en un barrio residencial y
ampliarse, "su alta estructura de costos" y "las dificultades logísticas
de acceso y traslados". Presentó también en el Ministerio de Trabajo un
procedimiento preventivo de crisis (PPC), que luego retiró.
PepsiCo es conocida por comercializar primeras marcas de snacks,
galletitas y gaseosas. Exporta el 25% de la producción local a los
mercados de Chile, Paraguay y Uruguay.
El 26 de junio, un nutrido grupo de operarios encabezados por sus
delegados gremiales decidieron ocupar el establecimiento. Rechazaron las
ofertas de PepsiCo de pagar una indemnización agravada del 200 por
ciento, incluyendo los años de antigüedad, junto a una extensión de la
cobertura médica por 6 meses más sobre el mínimo legal. La mayoría de
los empleados aceptaron el ofrecimiento, mientras que el resto apostaba a
la conservación del empleo, pese al anuncio "irreversible" de poner fin
a las operaciones.
La propuesta de la compañía de indemnizaciones contó con el aval de la
dirigencia del sindicato de Alimentación (STIA), encabezado por Rodolfo Daer. La
venia de Daer a los despidos provocó un duro rechazo de los obreros de
PepsiCo a su secretario general, a quien calificaron de "traidor" y lo
repudiaron en un plenario general. En ese grupo están los delegados de
la fábrica, que integran una lista gremial opositora a Daer vinculada
con el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), del Frente de
Izquierda. Este sector ya había protagonizado otros conflictos intensos
en la rama de la Alimentación, como el que se llevó a cabo en 2009 en la
fábrica de Kraft Foods, la ex Terrabusi de la localidad bonaerense de Pacheco.
Con el respaldo de dirigentes y diputados de izquierda, organizaciones
políticas y sociales, de derechos humanos y sindicatos afines, los
obreros de PepsiCo se amotinaron en la planta de Florida y
protagonizaron varias protestas por el centro porteño, en reclamo de la
intervención del ministro de Trabajo, Jorge Triaca,
para que garantice la preservación de los empleos. "El Ministerio de
Trabajo no puede impedir una decisión empresarial de ese tipo", anticipó
el jefe de Gabinete Marcos Peña en una conferencia de prensa. Las actuaciones de la cartera laboral finalizaron con el ofrecimiento de doble indemnización.
En paralelo a la toma, el centro del conflicto se trasladó hacia el
ámbito judicial. Días atrás, el fiscal Gastón Larramendi pidió el
desalojo de la planta al considerarla una "intrusión ilegal", tras una
presentación de PepsiCo. "El reclamo gremial es algo totalmente lícito,
pero como todo, todos los derechos no son absolutos y donde termina un
derecho empieza el otro. El derecho de reclamar, de huelga, no puede
avasallar a todos los demás", sostuvo.
Los trabajadores, por su lado, denunciaron penalmente a la
multinacional por realizar un lockout ante el juzgado ante el Juzgado
Federal en lo Criminal y Correccional N° 1 de San Isidro, a cargo de
Sandra Arroyo Salgado. Además, señalaron que a PepsiCo no le alcanza con
abastecer la demanda con lo que produce en su planta de Mar del Plata,
por lo que su plan sería reabrir un nuevo establecimiento en Florida con
empleos precarios.
Pese al cruce litigioso, la jueza Andrea Rodríguez Mentasty, del
Juzgado de Garantías N°3 de San Isidro, terminó avalando la postura del
fiscal y ordenó que se concrete la desocupación de la fábrica a través
de la fuerza pública. El lunes, hubo protestas de los obreros y
obreras en la sede del tribunal para que no se concrete la resolución.
Todo indicaba que ocurriría durante la noche, por lo que la tensión se
fue incrementando en las últimas horas. Los mensajes con pedidos de
solidaridad y que daban cuenta del aumento de los uniformados en la
zona se multiplicaron.
Mientras se acercaba el desenlace, un grupo de madres de PepsiCo
resolvieron escribir una carta a la gobernadora bonaerense María Eugenia
Vidal, como último intento. Las mujeres son protagonistas del
conflicto: más de 200 forman parte del grupo cesanteado. Muchas son
sostenes de familia. "Le pedimos que no lo haga, que no permita que la
(Policía) Bonaerense, sobre la cual usted es responsable, nos golpee y
nos desaloje violentamente", decía la misiva que recordaba que el #NiUnaMenos no es solo contra los femicidios, sino "contra todo tipo de violencia hacia las mujeres".
Con un fuerte despliegue de efectivos, personal de Gendarmería nacional
y de la Policía Bonaerense cumplió esta mañana la orden de desalojar y
tomar el control de la planta.
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