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Donald Trump y Kim Jong-un no quieren la guerra. ¿Entonces por qué participan en este peligroso juego? -- Los Dueños del Circo -- Sott.net
El
líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-Un, no está buscando la
guerra. Si queremos entender los motivos detrás de sus escandalosas
amenazas (superadas solamente por las de sus contrapartes de EE.UU.)
tenemos que mirar más allá de los encabezados de los comentaristas de
medios y
figuras políticas
occidentales que lo tachan de "niño gordo loco."
Muchas de las declaraciones de la prensa occidental contra el régimen norcoreano son exageraciones o invenciones con un grano de verdad, lo que es parte del tratamiento de propaganda habitual que el establishment
occidental reserva para los "objetables". Hasta donde sabemos, Kim
Jong-un es un dictador que, siguiendo los pasos de su padre y abuelo,
ejerce un estricto control sobre su país y ejecutó a su tío Jang Song-thaek (y posiblemente a la familia de su tío) en 2013, después de acusarlo de traición y de intentar un golpe militar.
Sin embargo, por muy despiadado que sea, no hay razón para pensar que Kim Jong-un quisiera participar en una guerra nuclear contra Estados Unidos. Kim Jong-un y su padre no pueden haber pasado por alto la forma en que EE.UU. y sus aliados destruyeron Irak y Libia, a pesar de los intentos de Saddam Hussein y Muamar Gadafi de apaciguar a Occidente, y han aprendido de esas lecciones.
Ante las acusaciones de desarrollo de armas de destrucción masiva, Hussein cooperó con los inspectores de armas de la ONU durante meses entre 2002 y 2003. De manera realmente psicopáta, el gobierno de Bush exigió que Saddam diera pruebas de algo que negaba: "o presentan las armas de destrucción masiva o los bombardeamos por ocultarlas". La idea de que no haya habido armas de destrucción masiva nunca fue considerada porque entonces eso habría estropeado la fiesta del choque y temor ("shock and awe"). Así que Irak fue bombardeado e invadido en marzo de 2003 y Hussein fue capturado y ejecutado en 2005.
Viendo lo que le pasó a Irak, Gadafi también renunció a sus armas de destrucción masiva. Sus intentos de reconciliación con Occidente dieron como resultado que Estados Unidos retirara a Libia de su lista de estados que patrocinan el terrorismo en 2006, una oferta en 2008 de Italia de 5 mil millones de dólares en reparaciones históricas, así como acuerdos comerciales lucrativos. En aras de la paz con Europa, Gadafi incluso pagó una compensación por el bombardeo de Lockerbie y otros ataques terroristas por los cuales ningún libio fue responsable.
Por un tiempo, los líderes europeos alabaron a Libia como un país "modelo", pero eso no duró mucho. En febrero de 2011, los mercenarios de al-Qaeda entraron en Libia para organizar una "revolución". En realidad, estos mercenarios fueron armados, financiados y entrenados por el gobierno de Estados Unidos. Este apoyo manifiesto a los terroristas coincidió con un bombardeo de ocho meses de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y varias otras potencias contra el pueblo libio. El resultado fue la destrucción del país y el linchamiento del coronel Gadafi; un giro brutal en los acontecimientos que Hillary Clinton celebró declarando alegremente: "¡Vinimos, vimos, murió!"
Estos hechos le dejaron claro a Corea del Norte que si uno está en la lista de los "objetables" de Estados Unidos, simplemente no se puede apelar a la razón para salir de ella. De hecho, el gobierno norcoreano ya tenía experiencia en esta dinámica. En abril de 2016 Obama rechazó una oferta de Corea del Norte para suspender su programa nuclear si Estados Unidos acordaba suspender los ejercicios militares con Corea del Sur. ¿Quién puede culpar a Kim Jong-un por concluir que el programa nuclear de Corea del Norte es sólo una excusa usada por los belicistas en Estados Unidos que están decididos a destruir a su país? También hay que considerar el pequeño detalle de que EE.UU. asesinó entre 2 y 3 millones de norcoreanos en 1950-51 (20-30% de la población), sobre quienes dejó caer más bombas de las que detonó en todo el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Esto incluyó 20.000 toneladas de napalm. ¿Podemos culpar a Kim Jong-un por ladrar lo más fuerte que pueda con la esperanza de que lo dejen solo? Después de todo, ésa es la idea de las armas nucleares: la disuasión.
¿Alguien cree realmente que si Corea del Norte lograra producir algunas armas nucleares y lanzarlas hasta Guam o a algún otro territorio de Estados Unidos, o incluso a la misma parte continental de Estados Unidos, lo haría con la plena consciencia de que, si bien podría destruir Guam o alguna ciudad de EE.UU., Corea del Norte y cada uno de sus habitantes serían completamente incinerados en una lluvia de misiles minutemen de EE.UU. como respuesta? Obviamente, éste no es el plan de Corea del Norte porque los dirigentes norcoreanos no están buscando su propia muerte.
Las armas nucleares de Corea del Norte son un medio para evitar una campaña de bombardeo de la OTAN como la que sufrió Libia. Son también cartas en la mano para el momento en que se sienten a la mesa de negociaciones. Como escribe Mike Whitney:
"Lo que quieren [los norcoreanos] es preservar su régimen, obtener garantías de seguridad de Washington, levantar el embargo, normalizar las relaciones con [Corea del Sur], expulsar a Estados Unidos de los asuntos políticos de la península y (con suerte) poner fin a la irritante, interminable y provocativa ocupación estadounidense de 64 años."¿Se da cuenta Donald Trump de que Kim Jong-un está jugando al Arte de la Negociación con él? Tal vez, pero a estas alturas ya no importa realmente. Durante los últimos nueve meses, Trump había estado tratando de defender su propia autoridad frente a la estructura burocrática en Washington que está acostumbrada a dictar la agenda; el llamado "estado profundo". Pero es evidente que Trump ha perdido esa batalla en particular, y ahora está en la misma posición que todos sus antecesores. Vladimir Putin lo explicó muy bien en una entrevista con Le Figaro:
"[Putin] ha revelado que el presidente de Estados Unidos es muy a menudo un títere del gobierno. Una persona puede ser elegida por el público sobre la base de sus méritos e ideales, pero rara vez esta persona es capaz de formular políticas. Putin explicó que la "burocracia" en Estados Unidos, que es más comúnmente conocida como el estado profundo, es muy poderosa y como tal no permite ningún cambio real de dirección. "Los presidentes van y vienen, pero la política sigue siendo la misma". Como tal, un individuo, que puede tener sus propias ideas genuinas, es elegido a la Casa Blanca sólo para satisfacer la ilusión de que un proceso democrático se está llevando a cabo. En realidad, los "hombres de traje oscuro", que permanecen anónimos ante los votantes, continúan impulsando los intereses bien establecidos de la élite estadounidense con cada administración entrante."Aquí hay algunas señales que muestran cómo Trump se ha doblegado ante el estado profundo:
- Trump firma de mala gana la nueva ley de sanciones contra Rusia impuesta por el Congreso, calificándola de "significativamente defectuosa".
- Trump hace una vuelta en U en relación a su promesa de campaña de salir de Afganistán; ahora las tropas deben permanecer por un tiempo indefinido. Explicó: "Mi instinto original era retirarme... Pero toda mi vida he escuchado que las decisiones son muy diferentes cuando uno se sienta detrás del escritorio de la Oficina Oval, es decir, cuando uno es Presidente de Estados Unidos."
- El secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, visita Ucrania y considera suministrarle armas adicionales.
- El jefe de estrategia de la Casa Blanca, Steve Bannon, deja la Casa Blanca a medida que el ejército aumenta su influencia dentro de la administración. Más tarde se quejó de que el "pecado original" del gobierno de Trump era "acoger al establishment."
- El asesor de contraterrorismo Sebastian Gorka deja a la Casa Blanca debido a su descontento ante el hecho de que los funcionarios que realmente quieren "hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande" están siendo "socavados".
- Trump firma una orden ejecutiva imponiendo nuevas sanciones financieras al gobierno venezolano.
"EE.UU. está mirando a los países que hacen negocio con Corea del Norte como un modo de ayudar sus irresponsables intenciones nucleares. 24 años de medidas a medias y charlas falllidas son suficientes."
¿Quiere eso decir que impondrán sanciones a China? Parece improbable,
pero si es así, les deseo suerte con su intento de provocar a un país
que posee
más de 1 billón
de dólares en deuda de Estados Unidos. Hay más de una manera en la que
China podría perjudicar económicamente a Estados Unidos, y de hecho
podría estar ya
planeando justamente eso.
Aunque Estados Unidos sabe que no puede confrontar directamente a China y
Rusia, aun así busca debilitarlos y frustrar sus expansiones tanto le
sea posible. La retórica de guerra contra Corea del Norte proporciona la
excusa para que Estados Unidos militarice aún más esa región de Asia
para rodear a China, de la misma manera que ha rodeado a Rusia con bases
y misiles de la OTAN en Europa del Este. También puede aprovechar la oportunidad de generar grandes ganancias a través de la venta de muchas más armas a Corea del Sur y Japón:
"Estoy permitiendo que Japón y Corea del Sur compren una cantidad sustancialmente mayor de equipos militares altamente sofisticados de Estados Unidos."
Puesto que ninguna de las partes realmente quiere enfrentarse
militarmente (al menos no todavía) ¿significa esto que no habrá una
guerra entre EE.UU. y Corea del Norte en un futuro próximo?
Lamentablemente no existe una garantía. Putin tuvo toda la razón cuando
declaró recientemente:
"Alimentar la histeria militar en tales condiciones es insensato, es un callejón sin salida", añadió. "Podría conducir a una catástrofe planetaria global y una gran pérdida de vidas humanas. No hay otra manera de resolver la cuestión nuclear de Corea del Norte, salvo por medio del diálogo pacífico".
Si los involucrados siguen escalando el conflicto con palabras y acciones, podría ocurrir un accidente.
Alguien
podría tomar la decisión equivocada, apretar un gatillo o empujar un
botón, lo que llevaría a consecuencias que el mundo entero podría
lamentar.
Andrés Perezalonso es editor contribuyente de Signs of the
Times y de su versión en español Señales de los Tiempos desde 2007, así
como miembro del comité editorial de The Dot Connector Magazine desde
2010. Tiene grado de Doctorado en Política, Maestría en Estudios
Internacionales, Licenciatura en Comunicación, y ha trabajado
profesionalmente en análisis de medios. Su pasión es entender los
eventos globales contemporáneos. Cree que esto sólo puede ocurrir por
medio de un enfoque interdisciplinario que se atreva a pensar más allá
de los límites establecidos. Nació y creció en México y ahora reside en
el Reino Unido.
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