Un equipo de arqueólogos estuvieron examinando una fabricada en adobe en Bellavista, Lima. La data del 1100 d.C. y en ella encontraron restos humanos que fueron identificados como chinos, pero lo que es más misterioso aún es que los 16 esqueletos parece que fueron colocados allí a finales del siglo XIX. ¿Cómo pudo ocurrir esto?


La palabra nativa usada para estas estructuras de adobe es “huaca” y se usa en todo , desde las zonas selváticas hasta las ciudades.
Estas estructuras fueron construídas por muchas de las culturas precolombinas de la zona, principalmente como centros religiosos o culturales y que fueron utilizadas como para los miembros de élite de la sociedad.
Las huacas fueron utilizadas hasta la llegada de los europeos, momento en que fueron destruídas o abandonadas tras ser señaladas como símbolos paganos. Afortunadamente, el Ministerio de Cultura de Perú y en particular el gobierno local de Lima están trabajando para preservar las huacas que aún sobreviven.
Trabajadores chinos en Perú alrededor de 1900
Según la arqueóloga jefa Roxana Gómez, la huaca de Bellavista, junto con al menos otras 15 pertenecieron a la cultura ichma que habitó la zona desde el año 1000 d.C. hasta el 1400 d.C. aproximadamente y que fue absorbida por los . Según los historiadores, en ningún momento la historia muestra un contacto entre la cultura ichma y la cultura china, así que el anuncio de este hallazgo fue sorprendente, pero no por las razones que puedes pensar.
Perú, junto con otros países sudamericanos, hizo uso intensivo del trabajo esclavo hasta que esta práctica fue abolida en 1854. Fue entonces cuando los agricultores peruanos “contrataron” trabajadores chinos hasta el siglo XX cuando fueron sustituídos por maquinaria.

No debería sorprendernos que un país tan dependiente de los esclavos y trabajadores migrantes no los dejara enterrados en cementerios católicos. Así que, parece que los chinos, conociendo el propósito religioso de las huacas abandonadas las usaran para sus propios entierros.
Gómez encontró que 11 de los cadáveres fueron envueltos en sudarios y los cinco restantes fueron enterrados posteriormente en ataudes de madera con ropa y accesorios más finos.