Participan en Trident Juncture 2018 las fuerzas armadas de los 29 países miembros de la OTAN y las de 2 países asociados: Suecia y Finlandia. Tomarán parte, en total, unos 50 000 hombres, 65 grandes buques, 250 aviones, 10 000 tanques y otros vehículos militares. Si se pusieran uno detrás del otro, todo eso formaría una fila de 92 kilómetros.
Como comandante de Trident Juncture 2018, uno de los mayores “juegos de guerra” de los últimos años, figura el almirante [estadounidense] James Foggo. Designado por el Pentágono, al igual que sus predecesores, el almirante Foggo tiene simultáneamente bajo sus órdenes el Mando de la Fuerza Conjunta (JFC Naples), cuyo cuartel general está en Nápoles (Italia); las Fuerzas Navales de Estados Unidos en Europa y las Fuerzas Navales de Estados Unidos para África, con cuartel general en Nápoles Capodichino. Este almirante dirige el ejercicio Trident Juncture 2018 desde el USS Mount Whitney, buque almirante de la Sexta Flota estadounidense, transferido de Gaeta (Italia) al Atlántico Norte. El USS Mount Whitney es un cuartel general conectado a la red global de mando y control del Pentágono.
Todo esto confirma el papel fundamental de los centros de mando y bases militares que Estados Unidos y la OTAN mantienen en Italia. Su importancia es vital, no sólo para la región del Mediterráneo sino para toda el «área de responsabilidad» del Comandante Supremo de las Fuerzas de la OTAN en Europa, cargo que siempre ocupa un general estadounidense –actualmente el general Curtis Scaparrotti– designado directamente por el presidente de Estados Unidos. Esta «área de responsabilidad», a partir del año 2002, «se ha extendido para cubrir todas las operaciones de la OTAN, independientemente de su localización geográfica».
El objetivo oficial de Trident Juncture 2018 es «garantizar que las fuerzas de la OTAN estén listas para responder ante cualquier amenaza, sin importar de qué dirección venga».
Pero basta ojeada al mapa para comprobar que ese maxi ejercicio militar apunta a una dirección única: hacia el este, contra Rusia. Después de las dos guerras mundiales contra los submarinos nazis y de la guerra fría contra los submarinos soviéticos, el almirante Foggo proclama que ha comenzado la «cuarta batalla del Atlántico». Esta vez el enemigo sería Rusia, nueva «potencia marítima agresiva», cuyos «submarinos cada vez más sofisticados amenazan la capacidad de la OTAN para ejercer el control marítimo en el Atlántico Norte y, por consiguiente, las líneas de comunicación marítima entre Estados Unidos y Europa».
Invirtiendo los hechos, el almirante Foggo sostiene que Rusia «desafía la presencia de Estados Unidos y de la OTAN» no sólo en el Atlántico sino también «en el Mar Báltico y en el Mar Negro», o sea ¡en los mares adyacentes de la Rusia europea!
Esto nos lleva a descubrir la otra finalidad, aparte de la finalidad militar, del megaejercicio Trident Juncture 2018. Es una enorme PsyOp (operación psicológica) que alimenta la idea de que Europa se halla bajo la amenaza de una Rusia cada vez más agresiva. En Suecia, país asociado a la OTAN, se entregó a 4,8 millones de familias un manual de supervivencia sobre cómo prepararse para la guerra, donde se explica desde cómo acumular reservas de víveres y de otras cosas esenciales hasta cómo comportarse cuando suenen las sirenas de alerta anunciando el ataque ruso. La OTAN allana así el camino para la incorporación total de Suecia, que solía ser un Estado «neutral».
Il Manifesto (Italia)
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