martes, 15 de enero de 2019


voltairenet.org

Recolonización, por Thierry Meyssan



JPEG - 72.9 KB
El sol nunca se pone en el Imperio británico.

El imperio francés


Hace 10 años que venimos señalando como un disparate la voluntad francesa de reinstaurar ‎la autoridad de Francia sobre sus ex colonias. Esa era la lógica de la nominación de Bernard ‎Kouchner como ministro de Exteriores, decisión tomada por el presidente Nicolas ‎Sarkozy al llegar al poder. Sarkozy echó a un lado la noción de «Derechos Humanos» de los ‎revolucionarios franceses y adoptó la de los anglosajones [1]. ‎
Posteriormente, el también presidente francés y amigo de Sarkozy, Francois Hollande, declaró en ‎una conferencia de prensa, cuando asistía a la Asamblea General de la ONU, que era hora de ‎reinstaurar un mandato sobre Siria. Más claramente aún lo dijo después el ex presidente francés ‎Valery Giscard d’Estaing, sobrino del embajador Francois George-Picot (el de los acuerdos Sykes-‎Picot). Y es evidentemente en ese sentido que hay que interpretar la voluntad del actual presidente ‎de Francia, Emmanuel Macron, de continuar la guerra contra Siria, aún sin Estados Unidos. ‎
Siempre hubo en Francia un «partido colonial», en el estaban representados todos los partidos ‎políticos y que actuaba como un grupo de influencia o de cabildeo al servicio de la clase rica. ‎Como siempre ha sucedido cada vez que a los capitalistas sin escrúpulos se les hace difícil ‎controlar impunemente la fuerza de trabajo nacional, hoy resurge en Francia el mito de la conquista colonial. El principio es el siguiente: Si los “Chalecos Amarillos” se rebelan, ‎continuamos la «explotación del hombre por el hombre» usando a los sirios. ‎

JPEG - 33.2 KB
El imperio francés, «portador» de la civilización.‎
En el pasado, esa forma de dominación se escondía tras «el deber de difundir la civilización», ‎invocado por el político francés Jules Ferry –a cuya memoria Francois Hollande dedicó su ceremonia de ‎investidura presidencial [2]. Hoy en día, el pretexto es proteger a los pueblos ‎cuyos dirigentes son calificados de «dictadores». ‎
Francia no es la única ex potencia colonial que actúa de esa manera. Turquía no tardó en seguirle ‎los pasos. ‎

El imperio otomano


Tres meses después del intento de derrocarlo y asesinarlo frustrado en julio de 2016, ‎el presidente turco Recep Tayyip Erdogan pronunciaba un discurso en la inauguración de la ‎universidad que lleva su nombre (RTEU). Y exponía entonces una muestra de las ambiciones de la ‎República Turca desde que fue creada, así como de las ambiciones de su nuevo régimen [3]. En referencia explícita al «Juramento Nacional» (Misak-i Milli) ‎‎ [4], adoptado ‎el 12 de febrero de 1920 por el Parlamento otomano, Erdogan justificaba su irredentismo. ‎
Ese juramento, que constituye la base del paso del Imperio Otomano a la República Turca, reclama ‎los territorios del noreste de Grecia (Tracia Occidental y Dodecaneso) [5], todo Chipre, el norte de Siria (incluyendo las regiones de Idlib, Alepo y Hassakeh), y el norte de Irak ‎‎(incluyendo Mosul).‎
Hoy en día, ese imperio en fase de reconstitución ya ocupa el norte de Chipre (la seudo ‎‎«República Turca de Chipre del Norte»), el noroeste de Siria y una pequeña parte de Irak. Para ‎todas esas zonas, donde Turquía impone el uso de su propia lengua y su moneda, se ha nombrado ‎un wali (gobernador), que tiene una oficina en el palacio presidencial (el Palacio Blanco) que ‎Erdogan hizo construir para sí mismo en Ankara. ‎

JPEG - 84.4 KB
El Imperio Otomano, basado en la ignorancia de sus súbditos, cerró las ‎escuelas del mundo árabe. ‎


El imperio británico


Por su parte, el Reino Unido se ve indeciso, desde hace 2 años, sobre su futuro después del ‎Brexit. ‎
Poco después de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la primer ministro británica Theresa ‎May viajó a Estados Unidos. Dirigiéndose a los responsables del Partido Republicano, la señora ‎May propuso reinstaurar el liderazgo anglosajón sobre el resto del mundo [6]. Pero el presidente Trump fue reelecto precisamente por los opositores de los ‎sueños imperiales y para liquidar estos últimos, no para compartirlos. ‎
Presa de la decepción, la señora May viajó entonces a China para proponer al presidente Xi ‎Jinping controlar con él los intercambios internacionales. Le dijo que la City estaba dispuesta a ‎garantizar la convertibilidad de las monedas occidentales en yuanes [7]. Pero el presidente Xi no fue electo para entrar en negocios con la heredera de la ‎potencia que desmanteló su país y que le impuso la guerra del opio. ‎
La señora May trató entonces de aplicar una tercera fórmula con la Commonwealth [8]. Algunas de las ex colonias de la Corona, como la India, registran hoy un fuerte ‎crecimiento y pudieran convertirse en valiosos socios comerciales. Simbólicamente, el delfín de la ‎Corona, el príncipe Charles, fue nombrado presidente de la Commonwealth. Y la señora May ‎anunció que por fin se vería un Reino Unido «global» (Global Britain). ‎
En una entrevista concedida al Sunday Telegraph –edición del 30 de diciembre de 2018– el ‎ministro británico de Defensa, Gavin Williamson, expuso su análisis de la situación. Desde ‎el fiasco del Canal de Suez –en 1935–, el Reino Unido aplicaba una política de descolonización y ‎retiraba sus tropas del resto del mundo. Hoy mantiene bases militares permanentes sólo en Gibraltar, ‎en Chipre, en la isla Diego García y en las islas Malvinas (Islas Falklands, según la denominación ‎imperial). Hace 63 años que Londres viene contando con la Unión Europea, entidad que Winston ‎Churchill imaginó pero sin intenciones de que Inglaterra entrara en ella. El Brexit viene a ‎poner fin a la política del Reino Unido como miembro de la Unión Europea. En lo adelante, «el ‎Reino Unido regresa como potencia global». ‎
Y ya Londres está tratando de abrir dos nuevas bases militares permanentes. La primera estaría en ‎Asia (en Singapur o Brunei) y la segunda en Latinoamérica, probablemente en Guyana, para ‎participar en la nueva etapa de la estrategia Rumsfeld-Cebrowski de destrucción de las regiones ‎del mundo no implicadas en el proceso de globalización. La guerra en Latinoamérica comenzaría ‎con una invasión contra Venezuela por parte de Colombia (país con un régimen ‎proestadounidense), Brasil (país con un régimen proisraelí) y Guyana (país bajo control británico). ‎
Sin molestarse, como Francia, en inventar grandes discursos, el Reino Unido construyó un imperio ‎con ayuda de las transnacionales, poniendo los ejércitos británicos al servicio de estas últimas. Los ‎británicos dividieron entonces el mundo en dos. Su soberano era rey de Inglaterra –donde tenía ‎que someterse a la tradición política– y emperador de las Indias –donde reemplazaba a la antigua ‎Compañía de Indias y actuaba como autócrata. ‎
La descolonización fue consecuencia de la guerra fría, fue impuesta a los países de Europa ‎occidental por el dúo Estados Unidos-URSS, se mantuvo durante la etapa del mundo unipolar ‎pero su cuestionamiento ya no encuentra obstáculo desde que Estados Unidos anunció que ‎se retira del «Medio Oriente ampliado» (o «Gran Medio Oriente)». ‎
Es difícil prever qué forma adoptará la colonización futura. Las diferencias en los niveles de ‎educación hicieron posible la colonización del pasado. ¿Y ahora?‎

No hay comentarios.:

Publicar un comentario