La era Mancera
No basta con que sean capaces y leales; además deben entender que se gobernará diferente.
Federico Döring
Esta semana Miguel Ángel Mancera
asume la Jefatura de Gobierno, y su programa y gabinete representan un
enorme enigma. Para el Grupo Parlamentario del PAN en la ALDF lo más
importante es que su gabinete lo integre con libertad y que no se deje
chantajear ni se deje ser rehén de las extorsiones de las tribus perredistas por cuotas.
Si bien es cierto que es un candidato postulado por los partidos de izquierda, también lo es que ganó con más votos que ellos, incluida la versión tabasqueña de Hugo Chávez. Eso deja claro que no ganó gracias a ellos, sino por méritos propios. Fueron muchos quienes no comulgan ni con el PRD ni con la izquierda ni con su forma de hacer política y, sin embargo, votaron por él.
Mancera deberá definir, desde la integración de su gabinete, qué se puede esperar de él como gobernante capitalino. El ganador de la Medalla Gabino Barreda no puede ni debe devaluar su imagen nombrando un gabinete tribal que obedezca a chantajes. Si lo hace, él mismo habrá devaluado su imagen y su estatura política a pesar de ser el jefe de Gobierno con la votación históricamente más alta, a ser un simple jefe de Gobierno perredista más.
Tampoco puede ser un gobierno con hipoteca como fue el de Marcelo Ebrard respecto de AMLO. Debe ser su gobierno y conservar en él a quienes cumplan con el perfil necesario para dar resultados y servirle a él, sin más lealtad ni agenda que la ciudad. Ebrard pagó con creces el desgaste de ser un gobernante talentoso y con posibilidad de proyección, pero limitado por ese gravamen. Ebrard parecía El Pípila, cargando la losa de la incompetencia y mala imagen de algunos de sus secretarios de despacho.
Pero además les debe exigir a todos, pero sobre todo a quienes repitiesen en el gobierno capitalino, lo que quizá será el más difícil de sus retos: reflejar su estilo de hacer política y gobernar que contrasta diametralmente con el de Ebrard. No basta con que sean capaces y leales, sino que además deben entender que se gobernará diferente y, por ende, ellos deben asumir ese nuevo reto.
Ebrard se distinguió por no dialogar sino pretender pontificar; por no escuchar sino intentar persuadir; por no mostrar interés alguno por negociar sus temas con fuerzas políticas de oposición, sino por acallarlas; por ser enemigo de ceder un ápice en aras del consenso, sino por amenazar para construir tan sólo mayorías. He ahí la diferencia, Mancera es todo lo contrario y por eso ganó como ganó. Se le percibe diferente al actual ejercicio de gobierno excluyente e intolerante. Mancera jamás ha sido indolente ante el reclamo vecinal y sabe escuchar; de hecho es quizá lo que más lo ha hecho cercano a la gente.
Como sea, nos declaramos a la expectativa sabedores de nuestra agenda y lo que habremos de aportar a la ciudad y a la solución de sus problemas. Aspiramos a enriquecer y complementar la visión y la agenda del gobierno capitalino y a acompañarlo enfrentando retos juntos en beneficio de la ciudad. Ojalá este gobierno que apenas inicia sepa ser un gobierno para todos, y no sólo para él mismo y para quien votó por ellos.
2012-12-02 00:00:00
Si bien es cierto que es un candidato postulado por los partidos de izquierda, también lo es que ganó con más votos que ellos, incluida la versión tabasqueña de Hugo Chávez. Eso deja claro que no ganó gracias a ellos, sino por méritos propios. Fueron muchos quienes no comulgan ni con el PRD ni con la izquierda ni con su forma de hacer política y, sin embargo, votaron por él.
Mancera deberá definir, desde la integración de su gabinete, qué se puede esperar de él como gobernante capitalino. El ganador de la Medalla Gabino Barreda no puede ni debe devaluar su imagen nombrando un gabinete tribal que obedezca a chantajes. Si lo hace, él mismo habrá devaluado su imagen y su estatura política a pesar de ser el jefe de Gobierno con la votación históricamente más alta, a ser un simple jefe de Gobierno perredista más.
Tampoco puede ser un gobierno con hipoteca como fue el de Marcelo Ebrard respecto de AMLO. Debe ser su gobierno y conservar en él a quienes cumplan con el perfil necesario para dar resultados y servirle a él, sin más lealtad ni agenda que la ciudad. Ebrard pagó con creces el desgaste de ser un gobernante talentoso y con posibilidad de proyección, pero limitado por ese gravamen. Ebrard parecía El Pípila, cargando la losa de la incompetencia y mala imagen de algunos de sus secretarios de despacho.
Pero además les debe exigir a todos, pero sobre todo a quienes repitiesen en el gobierno capitalino, lo que quizá será el más difícil de sus retos: reflejar su estilo de hacer política y gobernar que contrasta diametralmente con el de Ebrard. No basta con que sean capaces y leales, sino que además deben entender que se gobernará diferente y, por ende, ellos deben asumir ese nuevo reto.
Ebrard se distinguió por no dialogar sino pretender pontificar; por no escuchar sino intentar persuadir; por no mostrar interés alguno por negociar sus temas con fuerzas políticas de oposición, sino por acallarlas; por ser enemigo de ceder un ápice en aras del consenso, sino por amenazar para construir tan sólo mayorías. He ahí la diferencia, Mancera es todo lo contrario y por eso ganó como ganó. Se le percibe diferente al actual ejercicio de gobierno excluyente e intolerante. Mancera jamás ha sido indolente ante el reclamo vecinal y sabe escuchar; de hecho es quizá lo que más lo ha hecho cercano a la gente.
Como sea, nos declaramos a la expectativa sabedores de nuestra agenda y lo que habremos de aportar a la ciudad y a la solución de sus problemas. Aspiramos a enriquecer y complementar la visión y la agenda del gobierno capitalino y a acompañarlo enfrentando retos juntos en beneficio de la ciudad. Ojalá este gobierno que apenas inicia sepa ser un gobierno para todos, y no sólo para él mismo y para quien votó por ellos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario