viernes, 22 de febrero de 2013

Telecomunicaciones: opiniones de la reforma que viene

Telecomunicaciones: opiniones de la reforma que viene

La iniciativa a la Ley Federal de Telecomunicaciones fue tema de discusión entre articulistas y columnistas de los diarios 'Reforma', 'La Jornada' y 'El Universal'.
La reforma a la Ley Federal de Telecomunicación se encuentra entre los acuerdos del Pacto por México (Foto: Jose F. Caro/Flickr)
La reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones cobró relevancia en los medios de comunicación y se prevé su presentación en los próximos días.
La iniciativa forma parte de los acuerdos incluidos dentro de la firma del Pacto por México, suscrito por las principales fuerzas políticas del país y el presidente Enrique Peña Nieto. Pese al acuerdo establecido en la firma del Pacto, este jueves el senador Javier Lozano, del Partido Acción Nacional (PAN), presentó este jueves una propuesta de reforma elaborada por él.
A continuación, fragmentos de articulistas de los diarios Reforma, La Jornada y El Universal que en los últimos días se han enfocado en el tema de telecomunicaciones.
Jueves 21 de febrero
‘Morituri te salutant’, artículo de Purificación Carpinteyro en Reforma
Las alarmas emitidas por múltiples agencias que permanentemente monitorean los mares no dejan de sonar. Un terremoto que cimbra las profundidades de un océano es registrado y sus alertas preparan a las poblaciones que pueden verse afectadas por sus consecuencias. Reaccionan los fatalistas, que claman que el fin del mundo se acerca; siguen impávidos los incrédulos, que piensan que es exceso de precaución y siguen con su día a día. No hay nada en el ambiente que anticipe lo que se aproxima, pero eso no es indicativo del tsunami por venir.
El domingo 2 de diciembre de 2012, apenas un día después de la toma de protesta del nuevo presidente de la República, las tres fuerzas políticas más importantes del país firmaron un compromiso al que denominaron Pacto por México; y lo hicieron frente a decenas de representantes de partidos políticos, miembros de gabinete, sociedad civil, formadores de opinión y prensa.
El Pacto, anunciado mediáticamente con bombo y platillo, es la fórmula mediante la cual el gobierno y las fuerzas políticas antagónicas se han preparado para enfrentar y doblegar a los poderes fácticos, cuya influencia “reta la vida institucional del país y se constituye en un obstáculo para el cumplimiento de las funciones del Estado Mexicano. En ocasiones, esos poderes obstruyen, en la práctica, el desarrollo nacional, como consecuencia de la concentración de riqueza y poder que está en el núcleo de nuestra desigualdad…”.
El Pacto lo integran cinco grandes acuerdos para una sociedad de derechos y libertades; el crecimiento económico, el empleo y la competitividad; la seguridad y la justicia; la transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción; y, la gobernabilidad democrática. Detallados en 95 compromisos, calendarizados mediante metas específicas. Pero también el Pacto estableció dentro de su calendario inmediato la presentación de tres iniciativas: la primera de ellas fue la reforma constitucional relativa a la reforma educativa, y se cumplió.
A pesar de que la reforma al artículo 3 de la Constitución Política mexicana era contraria a los intereses del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y muy especialmente de su lideresa que durante los tres últimos sexenios doblegó el poder presidencial y manejó a su voluntad la política educativa del país, el Congreso de la Unión y los congresos locales, erigidos en Constituyente Permanente, consiguieron obtener la mayoría calificada necesaria para recuperar para el Estado el poder al que abdicaron los presidentes que antecedieron. Así, las fuerzas políticas comprometidas con el Pacto cumplieron. Cumplieron su palabra con sus pares, pero principalmente con México y los mexicanos.
Las otras dos iniciativas inmediatas, por alguna razón, parecieron olvidadas por la memoria colectiva, la de telecomunicaciones (incluyendo del compromiso 37 al 45); y la Ley Nacional de Responsabilidad Hacendaria y Deuda Pública para las entidades federativas y municipios (compromiso 68), y que de acuerdo con el calendario tendrían que estar terminadas el primer semestre de 2013.
Así que a nadie debería sorprender que estuviese próxima la presentación de la iniciativa de reformas de telecomunicaciones anunciada por el Pacto. Más bien la sorpresa sería que no se presentara, ya que de ser así los poderes reales capaces de concentrar riqueza y poder habrían vencido. La reforma de telecomunicaciones es, sin lugar a dudas, la prueba de fuego del compromiso con el Pacto de las fuerzas políticas firmantes, porque si hablamos de poderes fácticos, ninguno como los que se han regodeado en este sector: telefonía, internet, radio y televisión…los dueños de los medios a través de los que se intercambia, transmite, difunde y recibe información; y con ella, la fórmula para manipular realidades y conciencias.
El reto es monumental: pero si los signatarios del Pacto cumplen su palabra y someten la iniciativa con al menos los compromisos establecidos en el documento firmado en diciembre, las alertas sismológicas de algunos noticiarios (que no los de los poderosos) y de unos cuantos diarios, incluyendo las críticas de las bien conocidas plumas pagadas -que si fueran de gallo ya estarían deshilachadas- tendrían razón de ser.
El cónclave que, en el más absoluto sigilo, habría venido negociando los términos de la reforma y el silencio guardado por sus participantes, en cuanto al detalle, serían equiparables al retiro de las aguas que anticipan su retorno, inundándolo todo, trastocando estructuras y, en esta ocasión, desenterrando las raíces podridas de las ortigas que se adueñaron de los terrenos que, debiendo ser de todos, se repartieron entre dos que tres mexicanos.
Por cierto, morituri te salutant.
Jueves 21 de febrero
Se enfrentan a gritos Madero y Cordero durante encuentro del Pacto por México, nota de La Jornada
Gustavo Madero y Ernesto Cordero cruzaron el pasado lunes duras acusaciones a voz en cuello, sin importarles que las agudas diferencias que hay en el PAN quedaran en evidencia frente a Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, y los dirigentes del PRI, César Camacho, y del PRD, Jesús Zambrano, quienes fueron testigos de la escena.
El enfrentamiento, que ocurrió por diferencias en la elaboración y negociación de la iniciativa de reforma en telecomunicaciones, tuvo lugar durante una reunión de miembros del consejo rector del Pacto por México, a la que acudieron los coordinadores del PRI en el Senado y San Lázaro, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, respectivamente, y del PRD, Miguel Barbosa y Silvano Aureoles, así como el diputado LuisAlberto Villarreal, del PAN, quienes también observaron la discusión.
Cordero Arroyo, líder de los senadores panistas, se ha quejado en diversas ocasiones de que los legisladores del blanquiazul han sido excluidos de la construcción de las iniciativas derivadas del acuerdo, pero el lunes llevó su inconformidad al seno mismo del mecanismo.
Ante los integrantes del PRD y del PRI, el ex secretario de Hacienda ratificó su malestar y acusó a Madero de no informar a las bancadas panistas sobre los avances de la citada iniciativa. Molesto, reveló que el chihuahuense “se esconde y no responde” a sus llamadas telefónicas.
De acuerdo con versiones de varios asistentes al encuentro, el ex funcionario tronó contra el presidente de su partido cuando se percató de que los otros asistentes al cónclave –realizado en Polanco– sí tenían pormenores de la propuesta de cambios legislativos, mientras él desconocía lo que hasta en esa fecha se había logrado consensuar.
El dirigente del PAN argumentó que la iniciativa tiene todos los planteamientos que el panismo ha hecho en la materia y que no pudieron concretarse durante los dos anteriores gobiernos, debido a la oposición del PRI.
En vista de lo anterior, Madero Muñoz resaltó que la propuesta merece el apoyo de los legisladores y, molesto, advirtió que quien no la respalde será evidenciado y sufrirá el escarnio público.
Los políticos consultados sobre el caso informaron que varios legisladores y dirigentes partidistas tuvieron que pedir calma a los dos alterados panistas, y acto seguido explicaron a Cordero los avances en la elaboración y negociación del documento.
El enfrentamiento ocurrió en momentos en el que el PAN vive una disputa interna por el control del partido. De una parte se encuentra el grupo encabezado por el chihuahuense, quien mantiene una alianza con la ultraderecha, y de la otra los calderonistas, liderados por el ex secretario de Hacienda.
La firma del Pacto por México de parte de Madero ha sido objeto de intensas discusiones en el blanquiazul. Cuando se dictaminó la iniciativa de reforma educativa, no fueron pocos los diputados y senadores que se quejaron porque el documento no les fue consultado con antelación. Recientemente, el senador Roberto Gil, quien fue secretario particular del ex presidente Felipe Calderón, escribió en su cuenta de Twitter que “el pacto propone, pero el Congreso es el que dispone”.
Jueves 21 de febrero
Fragmento titulado Negociando en lo oscurito de la columna Dinero de Enrique Galván Ochoa en La Jornada
¿Antes o después de Semana Mayor? Si nos atenemos a lo que dijo el jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, a la revista británica The Economist, será en un par de meses cuando llegue al Congreso el proyecto de ley de telecomunicaciones. El reformón laboral se aprobó sin consulta pública, todo se tramitó en comisiones del Senado y la Cámara de Diputados. ¿Es esa también la ruta de la ley que regirá al conflictivo negocio de las telecomunicaciones, incluyendo la televisión y la radio? Si funcionarios del gobierno de Peña Nieto están negociando algo, lo están haciendo en lo oscurito y la pregunta que se impone es: ¿quiénes son los invitados a la mesa? La idea de esta reforma estructural es que se regule el mercado de la telefonía, el Internet y la televisión. O puede quedar en el intento, o peor, crear más problemas de los que pretende resolver
Miércoles 20 de febrero
El titiritero, artículo de Sergio Aguayo titulado en Reforma
Llegó la hora de las reformas a las telecomunicaciones. Inicia una batalla que puede redefinir la relación entre el Estado mexicano y los poderes fácticos.
Un estereotipo que acompañó a Peña Nieto como candidato fue el de ser un “político ignorante y vacío”, un “esclavo del teleprompter”, un “producto de Televisa”.
Con el anuncio del Pacto por México y con la reforma educativa empezó el revisionismo sobre sus motivaciones y objetivos. En efecto, ¿quién es y qué quiere el ahora Presidente?
Para entender a Peña Nieto hay que partir de una de sus frases: “estoy a favor del presidencialismo”. Eso quiere decir que desea recuperar la capacidad de árbitro, de gran decidor que alguna vez tuvo la figura del presidente mexicano. En palabras de Jorge Zepeda Patterson: no quiere ser títere, “quiere ser titiritero” (El Universal, 17 de febrero de 2013). Es un objetivo extremadamente ambicioso dada la debilidad que tiene la institución presidencial.
Para lograr ese objetivo, Peña Nieto y su grupo han desplegado una estrategia de tres puntos (un tridente) bastante parecida a la que les funcionó para su asalto a palacio. La primera columna es mantener el control sobre el PRI. Lo están logrando y uno de los ejemplos ha sido la doma de Jorge Hank Rhon, quien terminó disciplinándose a la decisión de nombrar a Fernando Castro Trenti como candidato priista a gobernador de Baja California.
Una segunda vertiente es la relación con el PAN y el PRD. Después de las elecciones inició un cortejo que culminó en el Pacto por México, ese acuerdo portentoso que conjunta en un proyecto común a PAN, PRI y PRD bajo el liderazgo presidencial. Las dirigencias del PAN y del PRD apoyan el Pacto porque incorpora parte de sus programas, además de ser una forma elegante de salirse por un tiempo de los pleitos que fracturan a los dos partidos.
El Pacto lleva a la tercera punta del tridente: la redefinición de la relación entre Estado y poderes fácticos. La presentación de la Ley de Telecomunicaciones seguirá el mismo ritual seguido con la reforma educativa: el Presidente la anunciará acompañado de los dirigentes de los tres grandes partidos. Aunque esta ley también afectará a las telefónicas, por el espacio me centro en la interacción entre Estado y televisoras.
Existen cuatro razones que hacían predecible y lógico que Elba Esther Gordillo y las televisoras recibieran un trato preferencial. La primera es que habían acumulado demasiado poder. Durante los dos sexenios panistas Elba Esther llegó a ser la política que manejaba más presupuesto, mientras que las televisoras se expandían, como pulpos, por distintas áreas de la economía.
Un segundo motivo es el modo ostentoso y grosero como usan a veces su poder. La compulsión por la adquisición de vestuario y mobiliario convirtieron a Elba
Esther -una maestra que gana 24 mil pesos mensuales- en paradigma de la corrupción; la forma como TV Azteca envió a sus grupos de choque a tomar posesión de las instalaciones del Canal 40 en el Cerro del Chiquihuite (diciembre de 2002) fue una bofetada a la autoridad presidencial acentuada por la respuesta que dio el entonces presidente Vicente Fox a las exigencias de que interviniera: “¿Y yo por qué?”.
El tercer motivo tiene que ver con la rectoría del Estado. Los dos poderes fácticos salieron de sus espacios para meterse a formular políticas públicas. Además de controlar la educación formal e informal el sindicato magisterial tiene un partido y el duopolio una “Telebancada”. Con ello amenazan, ¡oh sacrilegio!, al monopolio de los partidos sobre los asuntos públicos.
Una última razón es la existencia de coaliciones sociales inconformes con estos poderes fácticos. Un ejemplo serían los organismos civiles, tales como Mexicanos Primero o la Asociación Mexicana del Derecho a la Información, AMEDI. Ni Telmex ni los petroleros tienen una oposición tan organizada.
Sostengo como hipótesis que la reacción de las televisoras será bastante parecida a la de Elba Esther: vociferarán y cabildearán todo lo que puedan antes de que se aprueben las leyes mientras buscan acercamientos con el Presidente y los partidos para negociar acuerdos que les permitan preservar parte de su poder. De confirmarse esta hipótesis, Peña Nieto quedará como el árbitro magnánimo. No tendremos reformas estructurales a profundidad pero tal vez sea mejor que lo actual.
Las grandes reformas no siempre se hacen por la mejor de las razones. John Godfrey Saxe aseguraba en 1869 que “con las leyes pasa como con las salchichas: es mejor no ver cómo se hacen”. Pienso diferente: para madurar como ciudadanos tenemos que conocer los ingredientes de lo que ingerimos.
Miércoles 20 de febrero
Fragmento de la columna de Fray Bartolomé en Reforma
LA INICIATIVA a la Ley de Telecomunicaciones es como esas películas de arte de las que todo el mundo habla… ¡pero nadie ha visto!
SE SUPONE que en esta semana se presentaría la iniciativa prometida por Enrique Peña Nieto para abrir el sector peeero nadie sabe nada.
CONFORME pasan los días va quedando al descubierto que ni funcionarios, ni legisladores, ni tampoco concesionarios están enterados sobre cómo y pa’ dónde va la dichosa reforma.
ANTE ese panorama de incertidumbre la pregunta obligada es: ¿entonces quién y qué están negociando? Porque supuestamente había una mesa para discutir el asunto, como parte de los acuerdos del Pacto por México.
PERO una de dos: o esa mesa es muy pequeña y no caben todos, o los participantes están guardando el secreto de la gran sorpresa. ¿Qué será?, ¿qué será?
Martes 19 de febrero
¿Chantajes al Pacto?, artículo de Javier Tejada Dondé en Reforma
El Pacto por México es un catálogo de acciones que son recomendables que se lleven a cabo en México. En sus 95 compromisos plantea una serie de acciones tanto del Legislativo, como del Ejecutivo, para avanzar: i) derechos, ii) crecimiento económico y competitividad; iii) seguridad y justicia; iv) transparencia y combate a la corrupción, y, v) gobernabilidad democrática.
Incluso un documento subsecuente y elaborado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) ahonda en los enunciados del propio Pacto y propone una serie de medidas para llevar a buen término el “aterrizaje” de las propuestas. Y es que, sencillamente, lo que el Pacto debe de hacer es llevar a cabo las medidas que ya han probado ser exitosas en otros países.
Sin embargo, parece ser que en México nos complicamos en demasía las cosas al tratar de inventar el “hilo negro”. Además de que los partidos políticos, a pesar de estar sentados en un Pacto para acordar los temas a ser votados andan presionando la agenda legislativa para forzar sus propuestas.
La negociación respecto a los temas de telecomunicaciones y más concretamente respecto a lo que podría ser un nuevo órgano regulador para las telecomunicaciones -el ente que sucedería a la Cofetel- están siendo motivo de una fuerte rebatinga y hasta de chantajes.
En particular, el PRD parece que quiere tener doble voto: el que presenta en las mesas del Pacto y lo que, a su vez, ya fuera del Pacto, presenta en la arena legislativa.
Tan sólo días después de la firma del compromiso público entre partidos políticos, los senadores perredistas han presentado tres iniciativas sobre los mismos temas que se revisan en el Pacto por México: un nuevo régimen concesionario y de medios públicos; la creación de un Consejo Nacional de Telecomunicaciones y Contenidos Audiovisuales (constitucionalmente autónomo), y el clasificar a todos los medios de comunicación como de “orden público”.
Con lo que parece, tanto dentro como fuera del Pacto, se pretende que la agenda de las telecomunicaciones sea puesta por la oposición y no por el Gobierno, en donde destaca el quitarle al Gobierno la rectoría en las telecomunicaciones (con la radiodifusión incluida).
Faltan varias semanas para ver si hay acuerdo o no en materia de telecomunicaciones, de tal forma que se pueda presentar una iniciativa consensuada entre los principales partidos políticos. Y en particular ver cómo se redactan muchos temas complejos técnicamente. Amén de que el Senado ayer estableció que los temas de telecomunicaciones no estarían en su agenda del presente periodo ordinario de sesiones.
Así las cosas, parece que la oposición (PAN y PRD) en el Pacto quiere meter todos los temas habidos y por haber en la reforma a telecomunicaciones, lo que complica los acuerdos. Quizá la manera adecuada de abordar la problemática sea ir avanzando los temas legislativos en que exista mayor consenso. A la par de que el Gobierno ponga en práctica las medidas administrativas necesarias para avanzar los temas que estén en su ámbito de responsabilidad. De lo contrario, se corre el riesgo de no llegar a acuerdos. Y, como nos ha pasado en los últimos años, no llegar a acuerdos reales que benefician a los consumidores mexicanos.
Desde luego, no ayuda, ni siquiera al proceso de dictaminación legislativa en el Congreso, que los partidos estén presentando por su cuenta -y fuera de todo consenso- todo tipo de iniciativas. En esta ruta, y para empatar la estrategia perredista, faltaría que PRI y PAN lancen también sus iniciativas.
En concreto, parece ser que la estrategia de la oposición en el Pacto -relacionada con los temas de telecomunicaciones- es que sólo ellos ganen. Mientras que el Gobierno ha seguido en la estrategia que todas las partes ganen. Veremos pronto qué visión se impone y qué efectos tendrá para la regulación de la competencia en el sector de las telecomunicaciones.
Martes 19 de febrero
Madero y Zambrano, ¿de qué están hechos?, artículo de Javier Corral en El Universal
Se ha dicho que la reforma de las telecomunicaciones, es la prueba de fuego para los actores que han suscrito el Pacto por México. Lo es sin duda para el presidente Enrique Peña Nieto. Tiene el reto de demostrar hasta dónde se deslindará de la dinámica de colusión de intereses que ha marcado la relación entre el poder y los dueños de la televisión. En su caso, agravado por la hipoteca mercantil celebrada sobre todo con Televisa. También le representaría una oportunidad si realmente quiere gobernar al país, y no sólo ser un administrador de los intereses estrictos, de las decisiones tomadas por el puñado de hombres de negocios que mandan en México, y de los que la televisión es su cañón más poderoso.
Sin embargo a nadie comprometerá y expondrá más la iniciativa que surja del mecanismo del Pacto en el tema de telecomunicaciones y radiodifusión que a Gustavo Madero y Jesús Zambrano, porque ellos han hecho —arriesgando la imagen de sus partidos— una apuesta casi total por el pacto a partir de reformas como ésta. Es que, en efecto, de la manera en que se aborde la reforma de este estratégico sector dependerá la viabilidad de las restantes reformas en el acuerdo político. Si bien la reforma educativa tocó temas esenciales, no le dio al pacto fuerza entre la opinión pública, porque estuvo lejos de las expectativas anunciadas por el propio Peña Nieto en su discurso de toma de posesión, cuando habló de acabar con las plazas hereditarias.
La prueba mayor es para Madero y Zambrano porque en la negociación que realicen con el gobierno mediremos hasta dónde llega el compromiso por democratizar los medios electrónicos y emparejar el terreno de la principal arena en la que hoy se libra la disputa por el poder. Nos permitirá apreciar si participan para transformar de fondo instituciones y estructuras, o se prestarán para lavarle la cara a Peña Nieto con propuestas adocenadas o descafeinadas, como advierten críticos al pacto, desde sus propias filas.
Los dos dirigentes han construido al interior de sus partidos una justificación para concurrir al Pacto: está destinado a combatir los males del anquilosamiento político, el subdesarrollo económico y la desigualdad social, entre éstos la acción de los poderes fácticos en los que el PRI basa gran parte de su modus operandi. La misma introducción del acuerdo lo señala: “La creciente influencia de poderes fácticos frecuentemente reta la vida institucional del país y se constituye en un obstáculo para el cumplimiento de las funciones del Estado mexicano. La tarea del Estado y de sus instituciones en esta circunstancia de la vida nacional debe ser someter, con los instrumentos de la ley y en un ambiente de libertad, los intereses particulares que obstruyan el interés nacional”.
La reforma de las telecomunicaciones y la radiodifusión no sólo mostrará si este enunciado es pura demagogia o la piedra angular de la legitimidad del Pacto, también nos dirá de qué están hechos Madero y Zambrano cuando de enfrentar los grandes intereses multimillonarios y poderes fácticos se trata.
No será difícil saberlo en cuanto conozcamos la iniciativa. Los elementos esenciales que debe contener la reforma están más que explorados y discutidos en México a lo largo de la última década y son fruto del impulso académico y social; impulso que se colocó siempre a la vanguardia mientras la clase política se replegaba medrosa y cobarde, o lo que es peor, socavando los intentos o jugando al esquirolismo político. Es grotesco que algunos de esos que en los años recientes actuaron como enemigos acérrimos de la reforma de medios, ahora pretendan erigirse en los propietarios de la discusión.
Tanto la Amedi como otras organizaciones sociales que saludaron de inmediato la suscripción del pacto, han trazado los aspectos medulares de la reforma y por ello vale la pena que tanto Madero como Zambrano los revisen antes de poner su firma junto a la de Peña.
Pienso que estaremos ante una buena iniciativa si se modifican los dos ejes esenciales en que se articulará todo el contenido de lo que apruebe el Congreso: el régimen de concesiones y el órgano regulador. Es ya insostenible, y lo sería mucho más en el caso de Peña Nieto por su forma de operar, dejarle al Presidente la facultad de otorgar las concesiones en telecomunicaciones, radio y televisión. Esto entraña una reforma al artículo 27 constitucional para generar la primera excepción en materia de concesionamiento de bienes de la Nación y dotársela al órgano regulador . En ésta lógica se requiere de un órgano constitucional plenamente autónomo, integrado por personas de elevada solvencia moral, especialización técnica e independencia política. Tampoco tendría que intervenir el Presidente en esa integración, pues si los propone o los ratifica, terminan a él debiéndole el cargo.
El principal exceso del duopolio de la televisión no sólo está en la concentración de frecuencias, sino en el uso gansteril de la pantalla para amenazar, chantajear, difuminar, borrar o calumniar a todo aquel que se opone a sus abusos. La impunidad en esta materia debe ser combatida. La reforma debe brindar los derechos básicos de toda audiencia a contenidos de calidad y veraces. Y por supuesto una iniciativa equilibrada; donde se toque por igual a las dos vertientes del sector: los operadores de redes públicas de telecomunicaciones y los concesionarios de la radiodifusión. Orientar una reforma en contra de uno sólo de los actores dominantes, sería un engaño de consecuencias funestas. Pero, esperemos, a ver que nos traen de resultados en sus negociaciones Madero y Zambrano.
Martes 19 de febrero
Fragmento de la columna de Fray Bartolomé en Reforma
NO SE NECESITA ser un genio para saber que las ondas hertzianas no se ven, pero sí se sienten.
SI NO LO CREEN, pregúntenle a los negociadores del gobierno federal y de los partidos cómo andan los trancazos por parte de las televisoras y las radiodifusoras.
CON ESO de que está a punto de presentarse la iniciativa de reforma en materia de telecomunicaciones, los jaloneos por parte de los concesionarios están a todo lo que dan.
ESO EXPLICA, dicen, que tanto el perredista Jesús Zambrano como el panista Gustavo Madero estén ventilando, por adelantado, cómo viene la reforma… pues no vaya a ser que las presiones doblen al gobierno federal.

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