Obama y Peña: ¿qué hacemos con los agentes?
Jorge Fernández Menéndez
03/05/2013 02:18
El New York Times pone en blanco y negro lo que,
por esa misma vía, distintas agencias de seguridad estadunidenses han
estado diciendo desde hace semanas. Existe descontento en esas agencias
de la Unión Americana por la forma en que ha cambiado el esquema de
colaboración en ese ámbito desde el inicio de la administración de Peña.
No se trata, ni remotamente, de que la cooperación haya desaparecido. Lo que ha ocurrido es que el gobierno federal ha centralizado canales de comunicación y ha limitado seriamente la participación de agentes estadunidenses en ámbitos netamente operativos. El propio NYT ponía un ejemplo al respecto, decía que en el Centro de Control, el C4, de Monterrey se le pidió a los agentes estadunidenses que allí estaban que se retiraran, que no siguieran participando en tareas operativas. También relata que un alto funcionario mexicano le preguntó a los operadores de los equipos de control de confianza estadunidenses que operan en México, que cuándo se les aplicaría a ellos el polígrafo y las otras pruebas de control de confianza.
La colaboración entre México y Estados Unidos en términos de seguridad nunca ha sido tan intensa como en los últimos años, pero también fue una colaboración que no tuvo la suficiente reciprocidad ni tampoco los éxitos que la intensidad de la misma hubiera permitido suponer. México no ha logrado que el flujo de armas provenientes de Estados Unidos hacia los grupos criminales en nuestro país disminuyera; no ha logrado que el lavado de dinero y las redes del narcotráfico en la propia Unión Americana se pusieran al descubierto; mientras aquí la violencia crecía, en más de un tercio de los estados de EU se ha legalizado, de una u otra forma, la mariguana. Es verdad que ha habido hechos inéditos, como la Iniciativa Mérida, pero no siempre se entiende que esta batalla debería ser una responsabilidad compartida, con costos equivalentes.
El mayor problema, dicen fuentes locales, ha sido la lógica operativa que ha imperado. De distintas agencias estadunidenses han surgido muchas de las acusaciones contra funcionarios mexicanos en los últimos años, y la mayoría han constituido sonoros fracasos. Claro que hubo quienes internamente respaldaron esas acusaciones. Pero el hecho es que las mismas, por la razón que fuera, no terminaron sustentadas en pruebas sólidas, pero sí en un desgaste de la autoridad y capacidad del Estado.
La energía mostrada en todos estos casos provenía del origen de la información: los organismos de inteligencia y antidrogas de la Unión Americana. Pero debemos insistir en un punto: la información de las agencias estadunidenses es muy importante, pero no puede ser calificada como ciento por ciento confiable. Es tan falible como cualquier otra. Y la colaboración entre organismos de inteligencia de los dos países, también debe tener márgenes, límites.
En ciertas agencias de EU están muy sorprendidos porque precisamente se han puesto límites en una relación en la que no los había. Seguramente éstos y otros temas se estarán abordando en los encuentros que están teniendo tanto los presidentes Peña y Obama como sus equipos. El fundamental será la forma de operación en México de los agentes estadunidenses y las vías de comunicación entre los dos gobiernos en estas áreas. En el pasado hubo hasta 11 canales de comunicación abiertos entre agencias y funcionarios para intercambiar información de inteligencia y operativa, canales que, además, tenían autonomía y que incluso generaban información contradictoria para y entre distintas dependencias mexicanas. La capacidad de operación no era menor. Hoy hay un poco más de 600 agentes estadunidenses, de distintas agencias, que operan en el país. Según fuentes involucradas en las negociaciones sobre estos temas, no se reducirá ese número, que en el gobierno federal de todas formas consideran excesivo, pero la idea es que ya no aumente y que tampoco exista una participación activa en ciertas áreas operativas.
La lucha por Dragon Mart
El complejo comercial y productivo Dragon Mart es uno de los proyectos comerciales más ambiciosos que se están impulsando en el sur del país y particularmente en Quintana Roo. Pero precisamente por eso, porque es demasiado importante y porque afecta a intereses poderosos, sobre todo, pero no únicamente, el de la principal empresa de tiendas de autoservicio a nivel nacional (y mundial), como Walmart, la resistencia contra el mismo ha sido muy intensa. Y plagada de mentiras. El alcalde de Benito Juárez, donde se localiza Cancún, el perredista Julián Ricalde, coludido con esos intereses, anunció que había cancelado un proyecto sobre el que no tiene autoridad alguna. Era falso. El proyecto continúa. En realidad a los intereses económicos se han unido los políticos, sumando la competencia económica con la electoral. Y ahí aparece, nuevamente, el llamado grupo Tepito, que opera en torno al subsecretario Carlos Joaquín, que quiere recuperar el poder perdido.
No se trata, ni remotamente, de que la cooperación haya desaparecido. Lo que ha ocurrido es que el gobierno federal ha centralizado canales de comunicación y ha limitado seriamente la participación de agentes estadunidenses en ámbitos netamente operativos. El propio NYT ponía un ejemplo al respecto, decía que en el Centro de Control, el C4, de Monterrey se le pidió a los agentes estadunidenses que allí estaban que se retiraran, que no siguieran participando en tareas operativas. También relata que un alto funcionario mexicano le preguntó a los operadores de los equipos de control de confianza estadunidenses que operan en México, que cuándo se les aplicaría a ellos el polígrafo y las otras pruebas de control de confianza.
La colaboración entre México y Estados Unidos en términos de seguridad nunca ha sido tan intensa como en los últimos años, pero también fue una colaboración que no tuvo la suficiente reciprocidad ni tampoco los éxitos que la intensidad de la misma hubiera permitido suponer. México no ha logrado que el flujo de armas provenientes de Estados Unidos hacia los grupos criminales en nuestro país disminuyera; no ha logrado que el lavado de dinero y las redes del narcotráfico en la propia Unión Americana se pusieran al descubierto; mientras aquí la violencia crecía, en más de un tercio de los estados de EU se ha legalizado, de una u otra forma, la mariguana. Es verdad que ha habido hechos inéditos, como la Iniciativa Mérida, pero no siempre se entiende que esta batalla debería ser una responsabilidad compartida, con costos equivalentes.
El mayor problema, dicen fuentes locales, ha sido la lógica operativa que ha imperado. De distintas agencias estadunidenses han surgido muchas de las acusaciones contra funcionarios mexicanos en los últimos años, y la mayoría han constituido sonoros fracasos. Claro que hubo quienes internamente respaldaron esas acusaciones. Pero el hecho es que las mismas, por la razón que fuera, no terminaron sustentadas en pruebas sólidas, pero sí en un desgaste de la autoridad y capacidad del Estado.
La energía mostrada en todos estos casos provenía del origen de la información: los organismos de inteligencia y antidrogas de la Unión Americana. Pero debemos insistir en un punto: la información de las agencias estadunidenses es muy importante, pero no puede ser calificada como ciento por ciento confiable. Es tan falible como cualquier otra. Y la colaboración entre organismos de inteligencia de los dos países, también debe tener márgenes, límites.
En ciertas agencias de EU están muy sorprendidos porque precisamente se han puesto límites en una relación en la que no los había. Seguramente éstos y otros temas se estarán abordando en los encuentros que están teniendo tanto los presidentes Peña y Obama como sus equipos. El fundamental será la forma de operación en México de los agentes estadunidenses y las vías de comunicación entre los dos gobiernos en estas áreas. En el pasado hubo hasta 11 canales de comunicación abiertos entre agencias y funcionarios para intercambiar información de inteligencia y operativa, canales que, además, tenían autonomía y que incluso generaban información contradictoria para y entre distintas dependencias mexicanas. La capacidad de operación no era menor. Hoy hay un poco más de 600 agentes estadunidenses, de distintas agencias, que operan en el país. Según fuentes involucradas en las negociaciones sobre estos temas, no se reducirá ese número, que en el gobierno federal de todas formas consideran excesivo, pero la idea es que ya no aumente y que tampoco exista una participación activa en ciertas áreas operativas.
La lucha por Dragon Mart
El complejo comercial y productivo Dragon Mart es uno de los proyectos comerciales más ambiciosos que se están impulsando en el sur del país y particularmente en Quintana Roo. Pero precisamente por eso, porque es demasiado importante y porque afecta a intereses poderosos, sobre todo, pero no únicamente, el de la principal empresa de tiendas de autoservicio a nivel nacional (y mundial), como Walmart, la resistencia contra el mismo ha sido muy intensa. Y plagada de mentiras. El alcalde de Benito Juárez, donde se localiza Cancún, el perredista Julián Ricalde, coludido con esos intereses, anunció que había cancelado un proyecto sobre el que no tiene autoridad alguna. Era falso. El proyecto continúa. En realidad a los intereses económicos se han unido los políticos, sumando la competencia económica con la electoral. Y ahí aparece, nuevamente, el llamado grupo Tepito, que opera en torno al subsecretario Carlos Joaquín, que quiere recuperar el poder perdido.
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