Europa y Rusia, una crisis de entendimiento
Foto: EPA
La Voz de Rusia
El tono de los comentarios es cada vez más
pesimista, puesto que un sinfín de circunstancias, tanto objetivas como
subjetivas, hacen que el distanciamiento sea aún mayor.
Los protagonistas del encuentro de Ekaterimburgo —el líder ruso Vladímir Putin, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el titular de la Comisión Europea José Manuel Durão Barroso—
intercambiaron declaraciones sobre la disposición a cooperar. Según el
presidente ruso, ambas partes coinciden en la necesidad de concluir, en
la mayor brevedad posible, el proceso de elaboración del nuevo acuerdo
base de asociación estratégica. Los objetivos están claros. Lo que no
está tan claro es la táctica para conseguirlos. Entre la UE y Rusia hay
numerosas cuestiones pendientes que forjan un muro.
Esto
mismo se refiere a asuntos como la crisis siria, la supresión de los
visados y los llamados "valores europeos" basados en normas éticas y
morales ultraliberales. Unos valores que, en opinión de Bruselas, no
tienen alternativa y son de aplicación universal obligatoria, algo con
lo que Rusia, obviamente, no está de acuerdo. Europa tilda de “arcaica"
la postura rusa, y es muy probable que sea así. La sociedad rusa
defiende los valores tradicionales, aunque en el propio continente
europeo nunca ha habido —y continúa sin haber— unidad al respecto. Ante este panorama visto desde fuera, Rusia no tiene prisa por reconocer su presunto atraso.
Esto es lo que opina Leonid Savin, director de la revista de información y análisis Geopolítica:
—Por
supuesto que no debemos adoptar los valores europeos. Cabe recordar lo
que dijo Pedro el Grande: "Abrir una ventana a Europa para meter allí
cañones". Se trataba de aprender algunas tecnologías vitales para el
Estado. Lo cierto es que hoy día los intentos de cooperar con los países
de la Unión Europea también van dirigidos a obtener ciertas tecnologías
y en ningún caso a adoptar los valores europeos. Es más, en algunos
aspectos es Europa la que debe aprender de Rusia. Por ejemplo, en lo que
respecta a la tolerancia. La cristianización de Europa acabó con la
población pagana y destruyó la tradición que había existido durante
muchos siglos. En cambio, en Rusia aún es posible ver algunas
tradiciones que no se han interrumpido nunca. La tradición ortodoxa ha
convivido con el islam, el judaísmo y el budismo. Por tanto, en
cuestiones de convivencia es precisamente Europa la que debería aprender
de Rusia.
No obstante, hay también otra forma de
verlo. Sus defensores sostienen que las relaciones entre Europa y Rusia
no son un tira y afloja ni un juego de suma cero en el que las pérdidas
de un participante significan automáticamente las ganancias del otro,
sino un enriquecimiento mutuo. En realidad los sistemas de valores ruso y
europeo son idénticos en lo esencial. Opina el catedrático Maxim
Kiseliov, de la Universidad rusa de la Amistad de los Pueblos:
—Es
muy triste que las diferencias se amplíen. Yo personalmente tiendo a
pensar que no debemos hablar de valores vinculados solo con un grupo
étnico o un país concreto, valores exclusivamente rusos, estadounidenses
o europeos. Hay que hablar más bien de unos valores universales. En
cuanto al caso concreto de la desviación europea de los valores
familiares, me refiero al matrimonio homosexual, no creo que Rusia tenga
que seguir el ejemplo a nivel legislativo. Pero sí se podría intentar
ser comprensivos con esta postura europea. No me parece que censurar una
opinión diferente a la tuya sea lo más correcto en el mundo actual.
Tal
vez valga la pena dejar atrás todo tipo de tópicos y prejuicios para
poder echarnos una mirada imparcial. Puede que con ello no baste para un
flechazo, aunque sí valdrá para que la viga en el ojo ajeno vuelva a
ser la paja a la que es razonable hacer la vista gorda.
mk/as/sm
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