Penultimátum
Ceguera por amor
J
unto con el problema
económico, los españoles soportan la enorme corrupción de funcionarios,
políticos y empresarios ligados al poder. Uno de los frutos de lo
anterior es la enorme desconfianza hacia las instituciones, muchas veces
manejadas por personajes que se enriquecen a la sombra del servicio
público. Por corruptos están sujetos a proceso o en la cárcel lo mismo
banqueros y empresarios que ex ministros, ex gobernantes de las
comunidades autónomas y miembros de los dos principales partidos
políticos. En especial del que está en el poder. Toda una cauda de
famosos que hasta doctorados honoris causa obtuvieron en sus tiempos de gloria.
Y dentro de esos casos, dos ocupan la atención ciudadana por sus
semejanzas: el de la infanta Cristina, hija de los anteriores monarcas y
hermana de quien hoy ostenta la corona española. Y el de la famosa
tonadillera Isabel Pantoja. Ambas señalan a sus parejas como causantes
de tener problemas con la justicia. En el caso de la infanta, su marido,
Iñaki Urdangarin, aprovechó su matrimonio para hacer negocios mediante
el Noos, instituto supuestamente sin fines de lucro y en cuya directiva
también figuraba la infanta.El que fuera yerno preferido del anterior monarca aprovechó su condición para obtener contratos millonarios con instituciones gubernamentales para actos y otros proyectos que nunca se celebraron. Con lo mal habido, el matrimonio adquirió y disfrutó lujoso palacete en Barcelona. La infanta igualmente cubrió diversos gastos personales.
Nunca supe lo que hacía mi esposo, dijo en su defensa. Nadie le creyó y menos un juez probo, José Castro, quien resolvió procesarla por diversos delitos y obligarla a pagar cuantiosa suma por evadir al fisco. Primera vez que alguien perteneciente a una
casa realeuropea es enjuicida.
estar ciegamente enamoradade Muñoz, el pillo que estará en la cárcel más años que ella. Sin presumir de adivino, puedo adelantar que la infanta Cristina no irá a prisión. Pero de lo que nunca se librará es de la condena ciudadana.
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