viernes, 2 de enero de 2015

Putin propone nuevo orden para ‘desamericanizar’ el mundo


Putin propone nuevo orden para ‘desamericanizar’ el mundo


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Valeria Puga Álvarez, especial para EL TELÉGRAFO – La Rusia de Vladimir Putin es otra. Él ha logrado recolocar a la gran Federación nuevamente en el centro del sistema internacional, alejándola de la semiperiferia, en la que tradicionalmente se la situaba, luego de la desintegración de la Unión Soviética.  
Putin debe leerse no solo como el desconocido exagente del Servicio Soviético de Seguridad (KGB, por sus siglas en ruso) que devino en presidente, sino también como uno de los líderes más importantes del siglo XXI, que reafirmó una latente voluntad de ‘desamericanizar’ el mundo y, por tanto, impulsó un nuevo orden internacional multipolar (o heteropolar, por lo asimétrico y lo conflictivo de los polos).
Los medios occidentales -en su clásico juego de deslegitimación del contrario- tienen su propia versión de Putin y no han escatimado titulares para asociarlo con el controversial líder soviético Iósif Stalin. Una tesis rebatida hasta por Henry Kissinger, estratega fundamental de la política exterior estadounidense de la Guerra Fría.
Cualquier interpretación de Putin es apenas una sospecha. Pero hay algunas claves para comprender por qué Vladimir Putin se ha convertido en ese líder mundial que seduce y, al mismo tiempo, preocupa. No en vano Putin ha sido nombrado en su país, por decimoquinta ocasión, ‘Hombre del año’.  Con los resquemores que merece la mención, Forbes, lo ubica desde 2009 en los 3 primeros puestos de las personas más poderosas del mundo; y desde 2013 ha estado a la cabeza. ¿Qué ha hecho Putin para reponer a Rusia como un actor global?
La ‘occidentalización’ de la esfera de influencia postsoviética -a través de la integración de las viejas repúblicas comunistas a la Unión Europea (UE) o peor aún a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)-  ha sido uno de los mayores dolores de cabeza de Putin.
A fines de 2013, luego de que el entonces presidente ucraniano Yanukóvich diera marcha atrás en la firma del Acuerdo de Asociación con la UE, miles de ciudadanos protestaron en la plaza del Maidán. La crisis en Ucrania terminó por traspasar las fronteras y convertirse en un asunto de interés regional e internacional.
Para muchos, la negativa de Yanukóvich fue la clara respuesta frente a la alta dependencia, sobre todo gasífera, de su país de Rusia. Ucrania había reavivado los claroscuros del bipolarismo de la Guerra Fría. Para Putin, caracterizado por un talante político, pragmático y agudo, la llegada de Occidente a sus fronteras a través de Ucrania resulta impensable.

La decisión de Putin de anexar a Crimea ha cerrado geopolíticamente a Ucrania y a su nuevo gobierno proeuropeo. Este hecho terminó por disparar su aceptación entre los rusos, en más del 80%. El pulso demostrado por Putin durante esta crisis ha dejado a una UE más debilitada, titubeante y dependiente de Estados Unidos en asuntos de política exterior, y de su lado, Estados Unidos no ha logrado ensamblar una estrategia que ‘aísle’ a Rusia y empuje a Putin a doblegarse.
El conjunto de sanciones de la UE a Rusia, lejos de causarle un debilitamiento, ha provocado, por un lado, un apoyo interno cada vez mayor a la política de Putin, y por otro, un juego de suma cero sobre el que existe cierta fragmentación en la postura del bloque europeo.
Además, la medida diplomática de no invitar a Putin a participar del foro informal del G-8 y las sanciones de Estados Unidos y Canadá no han cambiado la política de Putin de defender la integridad de su territorio y sus intereses geopolíticos. Por el contrario, Putin, para rebatir esta intención de aislamiento, hábilmente se acercó a América Latina y a China, logrando consolidar un proyecto a largo plazo en el marco del bloque Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Por otra parte, Putin no solo ha logrado que Rusia juegue sola como actor global, sino que se ha planteado establecer nuevos ejes mundiales con proyectos a más largo plazo y socios emergentes. El bloque Brics tiene al momento la apuesta más clara frente al régimen económico-financiero dominado por el capital estadounidense y las reglas establecidas por las instituciones del Bretton Woods, como el FMI y el Banco Mundial.
La creación de un Banco de Desarrollo y la decisión del Brics de realizar sus transacciones en moneda propia, prescindiendo del dólar, ha reforzado el decaimiento del dominio de Estados Unidos en todos los órdenes, principalmente en el ámbito contable.
En la misma perspectiva, Putin ha sido partidario de reforzar sus lazos con América Latina, más aún cuando muchos países de la región le han ofrecido su hombro luego de las sanciones de la UE y de Estados Unidos.
En este 2014, Putin realizó una gira por Latinoamérica y coincidió con varios mandatarios que integran la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). De aquellos encuentros, no es simplista deducir que Putin ve a la región como un aliado y viceversa. Y eso rebate con fuerza cualquier pretensión aislacionista.

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