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El futuro de El Asad se erige en el gran obstáculo de la reunión entre EE UU y Rusia
Pilar Bonet
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, se reunieron en el Kremlin durante dos horas este miércoles por la tarde, junto con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
Las discrepancias sobre futuro del líder sirio Bachar el Asad y la
supuesta injerencia de Rusia en las elecciones estadounidenses no fueron
allanadas en la intensa jornada que comenzó con una sesión de cinco
horas entre los jefes de la diplomacia de los dos países.
No obstante, se conserva el deseo de estabilizar las relaciones y se seguirán buscando los cauces para ello. Putin mostró disposición a restablecer el memorando de colaboración para evitar incidentes aéreos entre los dos países en Siria, suspendido por Rusia tras el ataque de Trump sobre la base aérea siria. Además, ambos países formarán grupos de trabajo para analizar los temas acumulados y reanudarán sus conversaciones sobre estabilidad estratégica, según manifestó Lavrov en una conferencia de prensa nocturna conjunta con Tillerson al término de la reunión en el Kremlin, que el secretario de Estado calificó de “muy productivo”. Lavrov, por su parte, dijo que las conversaciones habían sido “abiertas y sustantivas”.
En lo que se refiere al ataque químico contra civiles, del
que EE UU culpa a El Asad, Lavrov insistió en la necesidad de una
investigación internacional bajo la égida de la ONU y exhortó al Consejo
de Seguridad a no aprobar resoluciones que sirvan de precedente antes
de conocer los resultados de las inspecciones sobre el terreno
realizadas por parte de especialistas. Tillerson, por su parte,
manifestó dudas sobre la posibilidad de que tal investigación pueda
cambiar algo y dijo que el régimen de El Asad
“se acerca al final”, aunque admitió que la marcha del líder sirio
“debe realizarse de forma estructural organizada” y “tomará un tiempo”.
“Ni la opinión pública internacional ni nosotros aceptamos el papel de
El Asad en el futuro de Siria”, manifestó. Una y otra vez, Lavrov salía
al paso de las palabras de su colega y reiteraba con vehemencia la
posición rusa y los precedentes históricos, relacionados con la caída de
regímenes autoritarios como el de Slobodan Milosevic en Yugoslavia, el de Sadam Hussein en Irak, y el de Muamar el Gadafi,
en Libia. Sin embargo, el norteamericano no mostró ningún interés en la
historia y quería concentrarse en el presente, según dijo Lavrov.
La diferencia de estilos entre los dos jefes de la diplomacia resultaba chocante. Tillerson no interrumpía a Lavrov, no mostraba deseo de convencerlo de nada, pero tampoco cambiaba de parecer, mientras Lavrov insistía una y otra vez en la necesidad de “pruebas”, tanto del supuesto ataque de El Asad con armas químicas sobre civiles como de la supuesta injerencia en las elecciones presidenciales norteamericanas. Sobre esto último, el flemático Tillerson reiteró que para EE UU esa injerencia está probada. “No tenemos información según la cual Rusia haya ayudado al ataque, de lo que estamos seguros es que fue realizado y planificado por las tropas de El Asad”, dijo el secretario de Estado refiriéndose al uso de las armas químicas contra civiles Al final de la conferencia de prensa, Lavrov expresó la sospecha dirigida hacia los norteamericanos de que el grupo radical Al Nusra “se conserva como plan “b” para echar al régimen de El Asad de Siria, y las consecuencias de actuaciones como estas ya las vimos en Irak y Libia”. Según el ministro ruso, la investigación del ataque con armas químicas sobre civiles es prioritaria sobre la marcha de El Asad. “Todo a su tiempo”, manifestó.
En una entrevista con el canal Mir, Putin dijo que, con la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE UU, el “nivel de confianza” entre los dos países se ha “degradado”, “sobre todo en el aspecto militar”. Refiriéndose a la reacción occidental ante el ataque de Trump a la base aérea siria, el presidente ruso opinó que los aliados de EE UU en la OTAN “asienten como juguetes chinos, sin analizar nada de lo que sucede”. “¿Dónde están las pruebas de uso de armas químicas por parte de las tropas sirias? No existen”. En respuesta a una pregunta referida a la “provocación de los combatientes del Estado Islámico” —en referencia al ataque químico en Idlib, que EE UU atribuye a Damasco—, Putin puntualizó que él se había referido a una “provocación”, pero que no había dicho “quién la había organizado”.
El presidente mantuvo sus reproches a El Asad, al que llamó un “carnicero” por el ataque químico, y abogó por poner fin al conflicto sirio pero no explicó cuál es su hoja de ruta para lograr ese fin: “Es el momento de acabar esta brutal guerra civil, derrotar a los terroristas y permitir a los terroristas retornar a sus hogares”.
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No obstante, se conserva el deseo de estabilizar las relaciones y se seguirán buscando los cauces para ello. Putin mostró disposición a restablecer el memorando de colaboración para evitar incidentes aéreos entre los dos países en Siria, suspendido por Rusia tras el ataque de Trump sobre la base aérea siria. Además, ambos países formarán grupos de trabajo para analizar los temas acumulados y reanudarán sus conversaciones sobre estabilidad estratégica, según manifestó Lavrov en una conferencia de prensa nocturna conjunta con Tillerson al término de la reunión en el Kremlin, que el secretario de Estado calificó de “muy productivo”. Lavrov, por su parte, dijo que las conversaciones habían sido “abiertas y sustantivas”.
La diferencia de estilos entre los dos jefes de la diplomacia resultaba chocante. Tillerson no interrumpía a Lavrov, no mostraba deseo de convencerlo de nada, pero tampoco cambiaba de parecer, mientras Lavrov insistía una y otra vez en la necesidad de “pruebas”, tanto del supuesto ataque de El Asad con armas químicas sobre civiles como de la supuesta injerencia en las elecciones presidenciales norteamericanas. Sobre esto último, el flemático Tillerson reiteró que para EE UU esa injerencia está probada. “No tenemos información según la cual Rusia haya ayudado al ataque, de lo que estamos seguros es que fue realizado y planificado por las tropas de El Asad”, dijo el secretario de Estado refiriéndose al uso de las armas químicas contra civiles Al final de la conferencia de prensa, Lavrov expresó la sospecha dirigida hacia los norteamericanos de que el grupo radical Al Nusra “se conserva como plan “b” para echar al régimen de El Asad de Siria, y las consecuencias de actuaciones como estas ya las vimos en Irak y Libia”. Según el ministro ruso, la investigación del ataque con armas químicas sobre civiles es prioritaria sobre la marcha de El Asad. “Todo a su tiempo”, manifestó.
En una entrevista con el canal Mir, Putin dijo que, con la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE UU, el “nivel de confianza” entre los dos países se ha “degradado”, “sobre todo en el aspecto militar”. Refiriéndose a la reacción occidental ante el ataque de Trump a la base aérea siria, el presidente ruso opinó que los aliados de EE UU en la OTAN “asienten como juguetes chinos, sin analizar nada de lo que sucede”. “¿Dónde están las pruebas de uso de armas químicas por parte de las tropas sirias? No existen”. En respuesta a una pregunta referida a la “provocación de los combatientes del Estado Islámico” —en referencia al ataque químico en Idlib, que EE UU atribuye a Damasco—, Putin puntualizó que él se había referido a una “provocación”, pero que no había dicho “quién la había organizado”.
Trump: "Veremos sobre Putin en un periodo de tiempo"
Desde
Washington, Trump valoró la visita de Tillerson a Moscú. “Creo que tuvo
un encuentro muy exitoso en Rusia. Veremos cuál es el resultado final,
que llegaría quizá en un largo periodo de tiempo”, dijo una rueda de
prensa en la Casa Blanca con el secretario general de la OTAN, Jens
Stoltenberg. “Las cosas fueron bastante bien, quizá mejor de lo
anticipado”, informa Joan Faus.
Trump
reiteró su apuesta por mejorar la relación con Moscú pero evitó revelar
si ha cambiado su opinión de Putin, al que hace unos meses elogiaba.
“Veremos sobre Putin en un periodo de tiempo, sería fantástico si nos
llevamos bien”, dijo. “Ahora mismo no nos estamos llevando bien con
Rusia para nada. Podemos estar en uno de los puntos más bajos de todos
los tiempos. Esto se ha ido construyendo por un largo periodo”, admitió
el republicano.
Por otra parte, Trump explicó que el Pentágono
todavía no ha determinado si Rusia conoció de antemano el ataque químico
de la semana pasada del Ejército sirio a civiles, que propició una
respuesta militar de EE UU. “Me gustaría pensar que ellos no sabían.
Quizá podrían [haber sabido]”, señaló.El presidente mantuvo sus reproches a El Asad, al que llamó un “carnicero” por el ataque químico, y abogó por poner fin al conflicto sirio pero no explicó cuál es su hoja de ruta para lograr ese fin: “Es el momento de acabar esta brutal guerra civil, derrotar a los terroristas y permitir a los terroristas retornar a sus hogares”.
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