Después
de fracasar en lo que llamaron la madre de las marchas el 19 de abril,
grupos opositores venezolanos pasaron a las acciones de violencia y
terrorismo para intentar derrocar al gobierno del presidente Nicolás
Maduro.
En buen español, a los opositores ‘le salió el tiro por la culata’, pues su poder de convocatoria fue pírrico al lado de los millones de venezolanos que salieron a las calles a brindar su apoyo al gobierno constitucional, solo en Caracas salieron más de tres millones.
Luego de ese fracaso, algunos grupos acuden a una espiral de violencia terrorista, alentada por sectores radicales de la derecha venezolana, lo que según el vicepresidente ejecutivo del país, Tareck El Aissami, forma parte de los planes golpistas para crear un clima de ingobernabilidad e intentar justificar con ello una intervención extranjera.
El impulso de actos terroristas se inscribe en las maniobras golpistas promovidas en el país, que combina la delincuencia política con la acción de la delincuencia criminal, subrayó el dirigente gubernamental.
‘Esta nueva espiral es una mezcla de delincuencia política protagonizada por esta derecha opositora y complotada con la delincuencia criminal. Es utilizar las bandas criminales para atacar al pueblo humilde’, destacó, en referencia a las víctimas causadas en varias zonas de Caracas y el país.
Una muestra del desenfreno de los grupos de extrema derecha se puede apreciar en esta capital, donde bandas que propagan el odio exhiben un mural llamado ‘El muro de la vergüenza’ en la urbanización Altamira, en el este de Caracas, donde llaman a exterminar a los principales dirigentes de la Revolución bolivariana.
El mural, extendido sobre una pared de esta urbanización, está identificado con el logo de Vente Venezuela, uno de los partidos políticos más radicales y de extrema derecha de la oposición nacional, vinculado a acciones violentas contra hospitales de niños, negocios privados y a cuanta acción pueda dar una imagen de caos, como ocurrió en las últimas horas.
Esto sería imposible si en el país no existiera libertad de expresión, una recurrente queja de los adversarios del chavismo, empeñados en regresar a la época del entreguismo.
Sobre esa vocación que muchos se niegan a seguir, en especial los hombres y mujeres de a pie, un artículo del diario estadounidense The New York Times señaló esta semana ‘Venezuela estaba entre los mercados más lucrativos de América Latina para las empresas extranjeras, un país rezumando petróleo y bendecido con una clase media emergente hambrienta de todo lo moderno, desde autos nuevos hasta pañales desechables ajustados’.
Una definición que expresa con exactitud meridiana quienes están detrás de la agresión contra el país: las empresas transnacionales, las petroleras y la burguesía local, según muestra el artículo de ese medio que se aparta en mucho de lo que sucede en este país.
Según el alcalde del municipio Libertador, en Caracas, Jorge Rodríguez, la oposición no tiene intención de realizar marchas pacíficas, ‘ellos admiten públicamente su intención violenta’.
Mientras tanto, denuncias de analistas y expertos como el argentino Luis Bilbao, señalan que el clima está creado para lanzar en las próximas horas un golpe de Estado en Venezuela.
Sin embargo, aunque se mantiene la tensa calma que desde hace meses impera en el país, la población no parece preocupada por las amenazas de la derecha, la gente sigue su vida con normalidad, incluso en áreas de barrios como Chacaíto y Chacao, bastiones opositores en esta capital, hay más preocupación que en zonas populares como La Candelaria, según dijeron fuentes consultadas.
Lo que viene, nadie se atreve a predecirlo; pero, en el fondo, la mayoría piensa que aún no es tarde para el diálogo y la concertación.
No obstante, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, fue categórica cuando dijo que el pueblo venezolano nunca se entregará, si se produce una agresión externa.
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En buen español, a los opositores ‘le salió el tiro por la culata’, pues su poder de convocatoria fue pírrico al lado de los millones de venezolanos que salieron a las calles a brindar su apoyo al gobierno constitucional, solo en Caracas salieron más de tres millones.
Luego de ese fracaso, algunos grupos acuden a una espiral de violencia terrorista, alentada por sectores radicales de la derecha venezolana, lo que según el vicepresidente ejecutivo del país, Tareck El Aissami, forma parte de los planes golpistas para crear un clima de ingobernabilidad e intentar justificar con ello una intervención extranjera.
El impulso de actos terroristas se inscribe en las maniobras golpistas promovidas en el país, que combina la delincuencia política con la acción de la delincuencia criminal, subrayó el dirigente gubernamental.
‘Esta nueva espiral es una mezcla de delincuencia política protagonizada por esta derecha opositora y complotada con la delincuencia criminal. Es utilizar las bandas criminales para atacar al pueblo humilde’, destacó, en referencia a las víctimas causadas en varias zonas de Caracas y el país.
Una muestra del desenfreno de los grupos de extrema derecha se puede apreciar en esta capital, donde bandas que propagan el odio exhiben un mural llamado ‘El muro de la vergüenza’ en la urbanización Altamira, en el este de Caracas, donde llaman a exterminar a los principales dirigentes de la Revolución bolivariana.
El mural, extendido sobre una pared de esta urbanización, está identificado con el logo de Vente Venezuela, uno de los partidos políticos más radicales y de extrema derecha de la oposición nacional, vinculado a acciones violentas contra hospitales de niños, negocios privados y a cuanta acción pueda dar una imagen de caos, como ocurrió en las últimas horas.
Esto sería imposible si en el país no existiera libertad de expresión, una recurrente queja de los adversarios del chavismo, empeñados en regresar a la época del entreguismo.
Sobre esa vocación que muchos se niegan a seguir, en especial los hombres y mujeres de a pie, un artículo del diario estadounidense The New York Times señaló esta semana ‘Venezuela estaba entre los mercados más lucrativos de América Latina para las empresas extranjeras, un país rezumando petróleo y bendecido con una clase media emergente hambrienta de todo lo moderno, desde autos nuevos hasta pañales desechables ajustados’.
Una definición que expresa con exactitud meridiana quienes están detrás de la agresión contra el país: las empresas transnacionales, las petroleras y la burguesía local, según muestra el artículo de ese medio que se aparta en mucho de lo que sucede en este país.
Según el alcalde del municipio Libertador, en Caracas, Jorge Rodríguez, la oposición no tiene intención de realizar marchas pacíficas, ‘ellos admiten públicamente su intención violenta’.
Mientras tanto, denuncias de analistas y expertos como el argentino Luis Bilbao, señalan que el clima está creado para lanzar en las próximas horas un golpe de Estado en Venezuela.
Sin embargo, aunque se mantiene la tensa calma que desde hace meses impera en el país, la población no parece preocupada por las amenazas de la derecha, la gente sigue su vida con normalidad, incluso en áreas de barrios como Chacaíto y Chacao, bastiones opositores en esta capital, hay más preocupación que en zonas populares como La Candelaria, según dijeron fuentes consultadas.
Lo que viene, nadie se atreve a predecirlo; pero, en el fondo, la mayoría piensa que aún no es tarde para el diálogo y la concertación.
No obstante, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, fue categórica cuando dijo que el pueblo venezolano nunca se entregará, si se produce una agresión externa.
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