Juanjo Gonzalez. – Si
le preguntáramos a algún insertado en el sistema capitalista (a uno u
otro nivel) y a no poca gente de a pie, qué entiende por el concepto de
víctimas, nos podría decir tranquilamente: ¿víctimas? pues, a ver,
víctimas son todas las que han sufrido algún daño de los terroristas
¿no? sí, eso, de los terroristas.
Ese es el mensaje que, en este ámbito, ha conseguido hacernos llegar el imperialismo, el capital y el orden burgués. Y lo transmiten a través de sus variados y poderosos instrumentos. De eso se encargan los medios de transmisión creados por la burguesía y sus tentáculos. Se encarga el sistema de enseñanza de la burguesía desde las universidades, colegios, institutos y escuelas. Se encargan las iglesias, las pequeñas y las grandes. Se encargan las grandes productoras cinematográficas. Se encargan los partidos y partidarios del régimen y sus opositores, todos bien adscritos al sistema burgués. Nada nuevo pues.
Tampoco es nuevo que esos instrumentos tengan como objetivo un doble juego con el mismo interés. Por un lado, sirven para la defensa táctica y estratégica de la propia burguesía ante posibles ataques que cuestionen su posición de clase hegemónica. Por otro, y a la vez a modo de ataque general camuflado, sirven de penetración, atontamiento y alienación de sus enemigos de clase y de los que todavía, objetivamente, no lo son pero pudieran serlo. Y para hacer llegar ese mensaje no hace falta, a priori y sobre todo en la propia retaguardia, invadir ningún país ni hacer no sabemos cuántos asesinatos. Les es suficiente con encarcelamientos, torturas, leyes fascistas punitivas, etc. Constante represión de baja intensidad se podría decir.
Y siendo eso así, estaremos de acuerdo en que lo de las víctimas se cuenta desde un lado exclusivamente. Es decir se cuenta según los intereses de los de arriba. Como cuando se habla de la paz en tanto que ausencia de lucha de los de abajo. Qué casualidad. Y así podríamos hablar bien largo sobre las contradicciones más importantes que recorren el devenir de las antagónicas clases y su lucha. Y no podemos olvidar que todo relato que no se ciña a ese esquema es considerado como insurgente, peligroso y, si persiste, acabará considerándose enaltecimiento o apología del terrorismo, cuando menos.
Y es lógico que intenten despistarnos y nos despisten y nos alienen para ocultar las víctimas que el sistema capitalista genera. Así de “bien” están las cosas. En todo caso, convendremos en que cuando el capital aprieta no es porque se sienta del todo tranquilo y tenga todito controlado y previsto. Cuando las cosas no le van como quiere o piensa que le van a ir peor se cubre en salud.
En esos casos, le hace falta la figura del terror externo para ocultar su propio terror. Y le hacen falta víctimas. Terror y victimas. Hacen un buen guión y con un buen plantel de actores resultará un peliculón que será mas que para el gran público. Lo darán a diario en diversos y atrayentes capítulos y solo están vacunados ante tamaño virus los sectores más concienciados y organizados, en este caso, del pueblo trabajador vasco.
Euskal Herria, víctima. La primera y principal.
Las cosas así, hay que decir que aquí, en Euskal Herria, hay quienes decimos que efectivamente sí hay víctimas. Hay muchas. Es cierto que hay muchísimas victimas. Y en cualquier caso, en el conflicto que enfrenta a los Estados español y francés con Euskal Herria, hay quienes sentimos, argumentamos y defendemos que la primera víctima es la propia Euskal Herria. Así, como suena. Siempre será la primera y la principal víctima.
Y seguro que alguien dirá que ya estamos otra vez con el cuento de opresores y oprimidos, que si Euskal Herria es un marco autónomo de lucha de clases, que si la constitución española no fue aprobada en Euskal Herria, que lo de la entrada en la OTAN no coló en Euskal Herria, que Lemoniz lo paró una combinación de luchas, que…
¡Claro! ¿O alguien pensó o piensa que podría haber sido o ser de otra manera? Los antagonismos ente el imperialismo y un pueblo oprimido, entre burguesía y clase trabajadora no se arreglan porque una cuadrilla de burócratas pequeño burgueses reformistas decida que es tiempo de florecillas, de ser efectivos, de no anclarse en el pasado, de que tendremos independencia en nueve años, etc. Aquí lo único que ha cambiado es la entrega de las armas, bagaje ideológico y aceptación de las legalidades de quienes nos ocupan. Nada más ha cambiado en el conflicto entre Euskal Herria y los Estados español y francés.
En este sentido pensamos que no es un buen asunto cuando una fuerza que se considera de izquierda no rompe un debate en un parlamento si se cuestiona que la primera victima es Euskal Herria. Y al pairo de esto nos preguntamos ¿Para qué se monta la campaña del derecho a decidir si ni siquiera peleamos por lo más evidente y fundamental? ¿Por que se acepta una bandera española y a la vez prometemos que la independencia está a la vuelta de la esquina? Hay demasiadas cosas que no cuadran.
Al mismo tiempo, somos porque hemos sido y por eso mismo seremos. Y no precisamente por un mandato divino ni añorante, sino porque somos otro eslabón más que hará rodar la máquina de la historia en su ligazón con la clase trabajadora vasca. Somos la continuidad de las luchas que nos precedieron y somos el puente que necesitarán pasar los que a buen seguro nos seguirán.
Y no podemos prometer mas que lucha porque el pueblo trabajador vasco no se va a emancipar en unos pocos añitos. Y quienes sostengan lo contrario no es que estén buenamente equivocados. Esos y esas mienten fríamente a sabiendas. Y, en consecuencia, pensamos que no se puede hacer dejación de tantas cosas sin cambiar de chaqueta. Aquí no se ha cambiado de ciclo como algunos manifiestan. Lo que se ha hecho es cambiar de chaqueta. Es decir, no se ha acabado con el ciclo sino que se ha acabado con el conflicto por un viaje a ninguna parte.
Decimos que venimos de haber luchado y de haber visto muchas batallas, aquí y allí. Decimos que sabemos que ningún camino es lineal. Pero también decimos que identificamos el camino que no lleva sino a ninguna parte. Lo sabemos pues algún conocimiento y cierta experiencia ya tenemos en esto de las luchas emancipadoras. Y decimos que no se puede dar la batalla desde dentro del sistema que nos oprime y ocupa. Eso se conoce, está experimentado y probado y el resultado no es mas que la integración en el sistema. Se pinte como se pinte.
Y Euskal Herria, decimos y no nos cansaremos de repetir, es la primera víctima porque está ocupada por los Estados español y francés. De tal manera que siendo violentado en todos sus niveles su normal funcionamiento como nación, como sociedad vasca que tiene conciencia y voluntad de serlo, de ninguna manera podrá tener el futuro independiente que le corresponde. Simplemente porque las legalidades fascistas de los Estados que la oprimen se lo impiden. Esa es la cuestión.
Es decir, a Euskal Herria le niegan su pasado, su ser, su derecho natural, le niegan su presente y le impiden su futuro. Le prometen sufrimiento y cárcel si se atreve a pensar en labrar las primeras piedras que puedan jalonar su futuro independiente. Que eso es así no se puede obviar sin faltar a la verdad.
Los otrora independentistas y socialistas vascos recién llegados al acatamiento del orden burgués español o francés, hablan de victimas como si el conflicto hubiera finalizado. En vez de manifestar públicamente que Euskal Herria es la primera víctima, lo omiten con un escandaloso silencio.
Callan en los debates televisivos. Lo mismo hablan de la comunidad autónoma vasca, que de Euskadi, como de Euskal Herria. La cuestión es hacerse aceptar como uno más, sí, pero como uno más de ellos. De vez en cuando dicen algo altisonante para la parroquia, pero en los diversos parlamentos reina una calma impresionante, preocupante y, si nos aprietan, sospechosa. No hacen lo que en teoría piensan. O mienten y sí hacen lo que piensan. No hay mas vueltas.
Aún sabiendo que la burguesías española y francesa no cederán centímetros de terreno si se cuestiona su poder hegemónico sobre los mercados vascos usurpados, dicen aceptar (o creer, vaya usted a saber) su orden, pues éste nos posibilitará conquistas importantes e incluso la independencia para Euskadi e igual para la alta Navarra.
Y después de conseguir la independencia, por cierto sin sudor ni lágrimas, y cuando se canse la burguesía de gobernar, placenteramente nos dedicaremos a construir el socialismo. Y, todavía hay más, después de ello será el tiempo de acabar con el patriarcado. Lo dicen los nuevos reformistas vascos dispuestos a ser los gestores de la pequeña burguesía vasca y, algunos/as de entre ellos, de lo que haga falta.
Y nos preguntamos ¿por qué acatar la ley del enemigo y contar con su ley y con la ley de los amigos de nuestro enemigo para conseguir los objetivos de independencia y socialismo que son los objetivos más inadmisibles para todos ellos? ¿Hay forma de ilusionarse con un viaje a ninguna parte? ¿Será porque la represión duele, cansa, debilita, desanima? ¿Será porque muchos y muchas todavía tenemos algo de dinero acumulado proveniente de nuestras familias y mucha cultura y filosofía pequeño burguesa?
Sea como fuere, el pueblo trabajador vasco no puede salir bien parado bajo el mando de la burguesía vasca, española o francesa. Pero tampoco bajo el mando de la pequeña burguesía vasca, sometida a los dictados de las burguesías hegemónicas. Eso es algo insoslayable. Quien no pretenda tomar el poder para ponerlo al servicio del pueblo trabajador vasco jamás luchará por el mismo como única cuestión prioritaria.
Ese es el mensaje que, en este ámbito, ha conseguido hacernos llegar el imperialismo, el capital y el orden burgués. Y lo transmiten a través de sus variados y poderosos instrumentos. De eso se encargan los medios de transmisión creados por la burguesía y sus tentáculos. Se encarga el sistema de enseñanza de la burguesía desde las universidades, colegios, institutos y escuelas. Se encargan las iglesias, las pequeñas y las grandes. Se encargan las grandes productoras cinematográficas. Se encargan los partidos y partidarios del régimen y sus opositores, todos bien adscritos al sistema burgués. Nada nuevo pues.
Tampoco es nuevo que esos instrumentos tengan como objetivo un doble juego con el mismo interés. Por un lado, sirven para la defensa táctica y estratégica de la propia burguesía ante posibles ataques que cuestionen su posición de clase hegemónica. Por otro, y a la vez a modo de ataque general camuflado, sirven de penetración, atontamiento y alienación de sus enemigos de clase y de los que todavía, objetivamente, no lo son pero pudieran serlo. Y para hacer llegar ese mensaje no hace falta, a priori y sobre todo en la propia retaguardia, invadir ningún país ni hacer no sabemos cuántos asesinatos. Les es suficiente con encarcelamientos, torturas, leyes fascistas punitivas, etc. Constante represión de baja intensidad se podría decir.
Y siendo eso así, estaremos de acuerdo en que lo de las víctimas se cuenta desde un lado exclusivamente. Es decir se cuenta según los intereses de los de arriba. Como cuando se habla de la paz en tanto que ausencia de lucha de los de abajo. Qué casualidad. Y así podríamos hablar bien largo sobre las contradicciones más importantes que recorren el devenir de las antagónicas clases y su lucha. Y no podemos olvidar que todo relato que no se ciña a ese esquema es considerado como insurgente, peligroso y, si persiste, acabará considerándose enaltecimiento o apología del terrorismo, cuando menos.
Y es lógico que intenten despistarnos y nos despisten y nos alienen para ocultar las víctimas que el sistema capitalista genera. Así de “bien” están las cosas. En todo caso, convendremos en que cuando el capital aprieta no es porque se sienta del todo tranquilo y tenga todito controlado y previsto. Cuando las cosas no le van como quiere o piensa que le van a ir peor se cubre en salud.
En esos casos, le hace falta la figura del terror externo para ocultar su propio terror. Y le hacen falta víctimas. Terror y victimas. Hacen un buen guión y con un buen plantel de actores resultará un peliculón que será mas que para el gran público. Lo darán a diario en diversos y atrayentes capítulos y solo están vacunados ante tamaño virus los sectores más concienciados y organizados, en este caso, del pueblo trabajador vasco.
Euskal Herria, víctima. La primera y principal.
Las cosas así, hay que decir que aquí, en Euskal Herria, hay quienes decimos que efectivamente sí hay víctimas. Hay muchas. Es cierto que hay muchísimas victimas. Y en cualquier caso, en el conflicto que enfrenta a los Estados español y francés con Euskal Herria, hay quienes sentimos, argumentamos y defendemos que la primera víctima es la propia Euskal Herria. Así, como suena. Siempre será la primera y la principal víctima.
Y seguro que alguien dirá que ya estamos otra vez con el cuento de opresores y oprimidos, que si Euskal Herria es un marco autónomo de lucha de clases, que si la constitución española no fue aprobada en Euskal Herria, que lo de la entrada en la OTAN no coló en Euskal Herria, que Lemoniz lo paró una combinación de luchas, que…
¡Claro! ¿O alguien pensó o piensa que podría haber sido o ser de otra manera? Los antagonismos ente el imperialismo y un pueblo oprimido, entre burguesía y clase trabajadora no se arreglan porque una cuadrilla de burócratas pequeño burgueses reformistas decida que es tiempo de florecillas, de ser efectivos, de no anclarse en el pasado, de que tendremos independencia en nueve años, etc. Aquí lo único que ha cambiado es la entrega de las armas, bagaje ideológico y aceptación de las legalidades de quienes nos ocupan. Nada más ha cambiado en el conflicto entre Euskal Herria y los Estados español y francés.
En este sentido pensamos que no es un buen asunto cuando una fuerza que se considera de izquierda no rompe un debate en un parlamento si se cuestiona que la primera victima es Euskal Herria. Y al pairo de esto nos preguntamos ¿Para qué se monta la campaña del derecho a decidir si ni siquiera peleamos por lo más evidente y fundamental? ¿Por que se acepta una bandera española y a la vez prometemos que la independencia está a la vuelta de la esquina? Hay demasiadas cosas que no cuadran.
Al mismo tiempo, somos porque hemos sido y por eso mismo seremos. Y no precisamente por un mandato divino ni añorante, sino porque somos otro eslabón más que hará rodar la máquina de la historia en su ligazón con la clase trabajadora vasca. Somos la continuidad de las luchas que nos precedieron y somos el puente que necesitarán pasar los que a buen seguro nos seguirán.
Y no podemos prometer mas que lucha porque el pueblo trabajador vasco no se va a emancipar en unos pocos añitos. Y quienes sostengan lo contrario no es que estén buenamente equivocados. Esos y esas mienten fríamente a sabiendas. Y, en consecuencia, pensamos que no se puede hacer dejación de tantas cosas sin cambiar de chaqueta. Aquí no se ha cambiado de ciclo como algunos manifiestan. Lo que se ha hecho es cambiar de chaqueta. Es decir, no se ha acabado con el ciclo sino que se ha acabado con el conflicto por un viaje a ninguna parte.
Decimos que venimos de haber luchado y de haber visto muchas batallas, aquí y allí. Decimos que sabemos que ningún camino es lineal. Pero también decimos que identificamos el camino que no lleva sino a ninguna parte. Lo sabemos pues algún conocimiento y cierta experiencia ya tenemos en esto de las luchas emancipadoras. Y decimos que no se puede dar la batalla desde dentro del sistema que nos oprime y ocupa. Eso se conoce, está experimentado y probado y el resultado no es mas que la integración en el sistema. Se pinte como se pinte.
Y Euskal Herria, decimos y no nos cansaremos de repetir, es la primera víctima porque está ocupada por los Estados español y francés. De tal manera que siendo violentado en todos sus niveles su normal funcionamiento como nación, como sociedad vasca que tiene conciencia y voluntad de serlo, de ninguna manera podrá tener el futuro independiente que le corresponde. Simplemente porque las legalidades fascistas de los Estados que la oprimen se lo impiden. Esa es la cuestión.
Es decir, a Euskal Herria le niegan su pasado, su ser, su derecho natural, le niegan su presente y le impiden su futuro. Le prometen sufrimiento y cárcel si se atreve a pensar en labrar las primeras piedras que puedan jalonar su futuro independiente. Que eso es así no se puede obviar sin faltar a la verdad.
Los otrora independentistas y socialistas vascos recién llegados al acatamiento del orden burgués español o francés, hablan de victimas como si el conflicto hubiera finalizado. En vez de manifestar públicamente que Euskal Herria es la primera víctima, lo omiten con un escandaloso silencio.
Callan en los debates televisivos. Lo mismo hablan de la comunidad autónoma vasca, que de Euskadi, como de Euskal Herria. La cuestión es hacerse aceptar como uno más, sí, pero como uno más de ellos. De vez en cuando dicen algo altisonante para la parroquia, pero en los diversos parlamentos reina una calma impresionante, preocupante y, si nos aprietan, sospechosa. No hacen lo que en teoría piensan. O mienten y sí hacen lo que piensan. No hay mas vueltas.
Aún sabiendo que la burguesías española y francesa no cederán centímetros de terreno si se cuestiona su poder hegemónico sobre los mercados vascos usurpados, dicen aceptar (o creer, vaya usted a saber) su orden, pues éste nos posibilitará conquistas importantes e incluso la independencia para Euskadi e igual para la alta Navarra.
Y después de conseguir la independencia, por cierto sin sudor ni lágrimas, y cuando se canse la burguesía de gobernar, placenteramente nos dedicaremos a construir el socialismo. Y, todavía hay más, después de ello será el tiempo de acabar con el patriarcado. Lo dicen los nuevos reformistas vascos dispuestos a ser los gestores de la pequeña burguesía vasca y, algunos/as de entre ellos, de lo que haga falta.
Y nos preguntamos ¿por qué acatar la ley del enemigo y contar con su ley y con la ley de los amigos de nuestro enemigo para conseguir los objetivos de independencia y socialismo que son los objetivos más inadmisibles para todos ellos? ¿Hay forma de ilusionarse con un viaje a ninguna parte? ¿Será porque la represión duele, cansa, debilita, desanima? ¿Será porque muchos y muchas todavía tenemos algo de dinero acumulado proveniente de nuestras familias y mucha cultura y filosofía pequeño burguesa?
Sea como fuere, el pueblo trabajador vasco no puede salir bien parado bajo el mando de la burguesía vasca, española o francesa. Pero tampoco bajo el mando de la pequeña burguesía vasca, sometida a los dictados de las burguesías hegemónicas. Eso es algo insoslayable. Quien no pretenda tomar el poder para ponerlo al servicio del pueblo trabajador vasco jamás luchará por el mismo como única cuestión prioritaria.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario