PáginaI12 En Francia
Desde París
Francia estrena la Asamblea Nacional surgida de las elecciones legislativas del 11 y 18 de junio como quien se pone zapatos nuevos. El rostro de la mayoría presidencial y los aportes de la izquierda radical hicieron que la Asamblea no se parezca en lo absoluto a las precedentes. Todo es un récord:juventud, cantidad de mujeres, profesiones e inexperiencia política. El presidente Emmanuel Macron dejó a sus adversarios políticos sin protagonismo. Ganó una sólida mayoría de 341 diputados sobre el total de 577. En esa cifra,el número de mujeres electas supera las 200. Por primera vez en la historia, 223 mujeres ingresan ahora en la Asamblea Nacional contra 155 en 2012. El aporte femenino más sustancial lo introdujo el partido presidencial, La República en Marcha, con un 47% de mujeres electas en sus listas. Le siguen el partido de centro MoDem (46%), Francia Insumisa (41%, izquierda radical), y el Partido Socialista, (38%).
La presidenta del Alto Consejo de Igualdad entre Mujeres y Hombres (HCE) Danielle Bousquet, destacó que la presencia de las mujeres se “ha convertido en una exigencia democrática, mucho más allá de la opción misma”. El preciso reconocer el hecho de que pese a que se votó una ley en 2014 para penalizar a los partidos que no respeten la paridad hombre mujer, las formaciones políticas siempre recurrieron a artimañas para evitar cumplir con la ley. El rejuvenecimiento de los candidatos es también otra marca:la legislatura bajó en 8 años el promedio de edad. En 2012 era de 54 anos, ahora se sitúa alrededor de 48.
Ejecutivos, profesiones liberales, diputados del sector privado, obreros y agricultores componen los otros rasgos del retrato de la renovación. Los ejecutivos o jefes de empresa pasaron de 134 a 180 (59% del sector privado), las profesiones liberales subieron de 74 a 103 diputados, los maestros de 47 a 61, los empleados de 8 a 21 y los agricultores de 9 a 13. En adelante, habrá 41 jefes de empresa contra 19 en la pasada legislatura. En su conjunto, la diversidad de representaciones proviene de la identidad de los candidatos. Muchos de quienes se presentaron con la etiqueta del partido presidencial LRM no conocían nada de política, no habían participado jamás en un proceso electoral ni ejercido cargos públicos. De los 577 diputados electos el domingo 18 de junio, 424 nunca habían sido diputados. Es el caso del 91% de los diputados de la República en Marcha y de todos los de Francia Insumisa, entre ellos su líder, Jean Luc Mélenchon. Francia decidió una reactualización de fondo: de los 345 candidatos a su reelección, sólo 140 ganaron.
Se trata de la Asamblea Nacional más plural que haya existido, tanto más cuanto que se dio vuelta la mecánica de la representatividad. Hasta el domingo 18 de junio, la derecha y la izquierda, en lo esencial el Partido Socialista y la derecha gaullista de Los Republicanos, ocupaban casi todo el espacio. Los demás partidos se repartían las migajas que dejaban estas dos formaciones protagonistas de las decepcionantes alternancias. Ahora no: las migajas fueron para el Partido Socialista y, en menor medida gracias a sus 130 diputados, la derecha. El PS se transformó: de partido mayoritario pasó a ser un micropartido con apenas 45 escaños. Con ello batió su propio récord de 1993, cuando, en otra de sus sonadas crisis, el PS había ganado apenas 57 diputados. Eddy Fougier, un investigador del IRIS (Instituto de Relaciones Internacionales y estratégicas) señala que no sólo se trata de “un cachetazo político, sino, también, de una catástrofe financiera para este partido”. Muchos politólogos observan que el escaso porcentaje de los socialistas equivale a una suerte de sentencia de muerte del Partido Socialista que el ex presidente François Mitterrand había reconstruido en 1971 y con el cual llegó a la victoria en mayo de 1981 y 1988 (François Hollande ganó las presidenciales de 2012 con el mismo partido).
En 2012, el PS tenía todos los poderes: la presidencia de la República, la mayoría parlamentaria, el Senado, casi todas las regiones, los departamentos y las grandes ciudades. Entre las elecciones de 2014 y estas, el socialismo quedó en ruinas y asfixiado por dos muros: el macronismo por un lado, que le sacó muchos votos, y Jean Luc Mélenchon, quien apunta a convertirse en el arquitecto central de la reconstrucción de la izquierda francesa.
La Asamblea Nacional de 2017 está además marcada con lo que la prensa llama “Una Francia invisible”, es decir, el 57% de abstencionistas, a los cuales se le suma el 10% de votos blancos o nulos. Ello deja una cifra inquietante: sólo el 38% del cuerpo electoral eligió a un candidato. Sin embargo, el escaso nivel de participación abrió finalmente el juego ya que, aunque minoritario, todo el arco político del país está representado, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. Tres partidos no escaparán a los arreglos de cuentas: los dos oficiales, el PS y Los Republicanos, y la extrema derecha del Frente Nacional. Este último, a pesar de sus 8 parlamentarios y del ingreso de su líder, Marine Le Pen, a la Asamblea Nacional, vive une interna feroz después de la derrota en las presidenciales. Una línea más dura, más nacionalista y xenófoba, más ligada a las narrativas históricas de la extrema derecha, pone en tela de juicio la estrategia “blanda” de Le Pen. Durante los próximos tres meses se estrenarán en la acción los nuevos diputados al mismo tiempo que el socialismo y la ultraderecha fijarán otros rumbos: el primero para no desaparecer, el segundo para seguir creciendo.