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El rostro de la barbarie siempre es -más bien- inhumano
El escritor francés Bernard-Henri Lévy es una cloaca en sí mismo;
reúne en su persona toda la degeneración burguesa capaz de saturar al
más templado. Siempre nos juramentamos para no hablar nunca de él, a
pesar de sus múltiples provocaciones, pero ahora tenemos que confesar
nuestro fracaso.
En un artículo publicado en Bloomberg la semana pasada confiesa que se ve obligado a vender una de sus casas en Tánger, Marruecos, porque no la puede aprovechar suficientemente. “Comparto mi tiempo entre París, Nueva York y Marrakesh. Tengo muchas viviendas en el mundo y, en definitiva, el año no tiene más que 52 semanas”.
Esta escoria social e intelectual es un refrito de sujetos del calibre de Savater, Sánchez Dragó o Santiago Alba Rico, como tantos otros, fue aupado al estrellato mundial por el imperialismo, que después de mayo del 68 le puso en limbo intelectual, como a Daniel Cohn-Bendit y otros. Se hizo famoso por sus ataques contra el comunismo, plasmados en su obra “La barbarie de rostro humano”, escrita en 1977.
Lo mismo que otras momias del 68, Lévy ha defendido todas las guerrras imperialistas de agresión que el imperialismo en los últimos años, acabando en la Primavera Árabe y la Guerra de Siria, donde es uno de los mayores propagandistas de la “causa kurda” sobre la que se ha permitido el lujo de rodar un documental recientemente, más falso que una moneda de tres euros.
Incluso una de sus obras se titula “De la guerra en filosofía”, que el propio autor considera como la quintaesencia de su filosofía (como si tuviera alguna). Para criticar a Kant, en la página 122 cita a un autor, Jean Baptiste Botul, que no existe.
Todo en la vida y la obra de Lévy es un fraude, una mercancía averiada, lo mismo que la “nueva filosofía”. El demagogo francés es un colaborador habitual de El País, otro estercolero, y admira a las fuerzas armadas de Israel, a las que clasifica como las más morales y democráticas existentes hoy en el mundo, apoyando siempre sus intervenciones militares.
¿Están interesados en comprar la casa de Lévy en Marrakesh? Deben entrar en el sitio de Christie’s en internet y pensar en poner seis millones de euros encima de la mesa por una edificación de 600 metros cuadrados con vistas al Mediterráneo y el Atlántico.
Los que se posicionan a favor del imperialismo no tienen problemas de hipoteca. Lo que les preocupa es que tienen tantas casas que no les da tiempo de vivir en ellas.
Cuando el mundo tiene un problema y no sabemos cómo orientarnos, la solución es simple: miramos de qué bando están los fantoches como Lévy y nos ponemos en el contrario. No falla.
Octubre
En un artículo publicado en Bloomberg la semana pasada confiesa que se ve obligado a vender una de sus casas en Tánger, Marruecos, porque no la puede aprovechar suficientemente. “Comparto mi tiempo entre París, Nueva York y Marrakesh. Tengo muchas viviendas en el mundo y, en definitiva, el año no tiene más que 52 semanas”.
Esta escoria social e intelectual es un refrito de sujetos del calibre de Savater, Sánchez Dragó o Santiago Alba Rico, como tantos otros, fue aupado al estrellato mundial por el imperialismo, que después de mayo del 68 le puso en limbo intelectual, como a Daniel Cohn-Bendit y otros. Se hizo famoso por sus ataques contra el comunismo, plasmados en su obra “La barbarie de rostro humano”, escrita en 1977.
Lo mismo que otras momias del 68, Lévy ha defendido todas las guerrras imperialistas de agresión que el imperialismo en los últimos años, acabando en la Primavera Árabe y la Guerra de Siria, donde es uno de los mayores propagandistas de la “causa kurda” sobre la que se ha permitido el lujo de rodar un documental recientemente, más falso que una moneda de tres euros.
Incluso una de sus obras se titula “De la guerra en filosofía”, que el propio autor considera como la quintaesencia de su filosofía (como si tuviera alguna). Para criticar a Kant, en la página 122 cita a un autor, Jean Baptiste Botul, que no existe.
Todo en la vida y la obra de Lévy es un fraude, una mercancía averiada, lo mismo que la “nueva filosofía”. El demagogo francés es un colaborador habitual de El País, otro estercolero, y admira a las fuerzas armadas de Israel, a las que clasifica como las más morales y democráticas existentes hoy en el mundo, apoyando siempre sus intervenciones militares.
¿Están interesados en comprar la casa de Lévy en Marrakesh? Deben entrar en el sitio de Christie’s en internet y pensar en poner seis millones de euros encima de la mesa por una edificación de 600 metros cuadrados con vistas al Mediterráneo y el Atlántico.
Los que se posicionan a favor del imperialismo no tienen problemas de hipoteca. Lo que les preocupa es que tienen tantas casas que no les da tiempo de vivir en ellas.
Cuando el mundo tiene un problema y no sabemos cómo orientarnos, la solución es simple: miramos de qué bando están los fantoches como Lévy y nos ponemos en el contrario. No falla.
Octubre
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