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Patinazos de la cancillería peruana y vacíos en el documento de la CIDH, por Herbert Mujica Rojas
- Sintonía entre Tillerson y Aljovín ¿Casualidad?
Casi no hay que exagerar para reconocer, con suma
vergüenza ajena, el ridículo zapateo en que está incurriendo la
Cancillería del Perú. Invitan al Presidente de Venezuela, Nicolás
Maduro, y luego lo “desinvitan” (hasta la conjugación del verbo es
horrible), protagonizando doña Cayetana Aljovín un mayúsculo desatino
que la perseguirá el resto de su vida.
Hasta podría afirmarse que lo acontecido con la pretendida elusión de
Maduro para la cita de abril, coincide con las públicas antipatías de
Estados Unidos para con aquél. Sólo que una diplomacia, la peruana, se
compra el pleito y con ello se reserva la mofa para cuando se estudie en
los análisis de humor, los grandes desatinos de gobiernos pegados
literalmente con baba.Es obligación suponer que hay personas en Relaciones Exteriores con alguna pericia en estos manejos. ¿Por qué se dejó la nave al garete y a cargo de profanos descarados? No basta con ser acérrimos defensores de la empresa privada, los privatistas y el capital, por encima de eso hay principios y jurisprudencia latinoamericanas que no pueden ser tirados a la basura por serviles y ocasionales ignorantes.
¿Y qué se puede decir de los clubes electorales? Es bueno reiterar que los partidos políticos no existen en Perú, son solo cofradías a la caza de puestos y listas para beber de la ubre del empobrecido Estado.
Ni los fanáticos que cacarean acríticamente por Maduro y tampoco por los que invocan “amistad” con Venezuela cuando más bien hay ligazones con los grupos más golpistas y mercenarios que han actuado y actúan pretendiendo socavar al gobierno de Miraflores. Ni unos ni otros son santos ni hay por qué creerles a rajatabla la bondad de sus defendidos.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, emitió en diciembre del 2017 (ver PDF adjunto) un informe sobre esos derechos en Venezuela. En el documento hay vacíos que deben ser señalados:
Total ausencia de análisis geopolítico del petróleo en un país que como Venezuela posee enormes reservas y que es escenario de disputa entre Estados Unidos y China.
Ni una palabra sobre el financiamiento desde ultramar y el extranjero a la “oposición” venezolana.
Los gruesos yerros del gobierno de Maduro y su irrespeto a libertades fundamentales de que habla el Informe, no convierten, de manera automática y per se, en patriotas a los que han impulsado asonadas, violencia, engaños desde los medios de comunicación que manejan con enormes recursos.
La potente vigencia del anhelo integracionista de América Latina, como lo predicara Haya de la Torre, se avizora como una respuesta de los pueblos a las disputas imperiales en que la sangre la ponen los ciudadanos y la riqueza se la llevan foráneos. ¡Ni con Washington, ni con Moscú, ni con Beijing!
La integración y defensa del territorio latinoamericano debe estar al margen de las ideologías de cada país y el respeto del principio de no intervención máxima indoblegable en todas las cancillerías.
La democracia está en retirada y solo conocemos fórmulas asignadoras de panzones listos para exaccionar los presupuestos públicos, fabricar leyes con nombre y apellido y enajenar los recursos no renovables, el medio ambiente y todo cuanto esté al alcance de los grandes depredadores mundiales.
Las plutocracias compran literalmente a los gobiernos y los hacen abdicar de todo signo de decencia para convertirlos en apéndices de sus empresas y gerencias en toda Latinoamérica.
¿Cuántos casos Odebrecht más necesitamos para convencernos de que los presidentes, parlamentarios, burócratas y operarios, son rufianes irrecuperables que nunca más deben estar encaramados en ninguna clase de gobierno?
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