El Instituto Tricontinental de Investigación Social publica un nuevo dossier
que analiza el estado del mundo actual, atrapado entre las crisis
iniciadas por el orden neoliberal y las posibilidades abiertas por la
creciente resistencia popular en todo el mundo.
Los dos términos que definen nuestra época son 'crisis' y 'protestas'. El primero es el resultado de un sistema mundial que se ha agotado, mientras que el segundo es un clamor hacia el futuro. “El mundo oscila entre crisis y protestas", un nuevo dossier del Instituto Tricontinental de Investigación Social presenta un análisis de esta coyuntura, con una breve visión general de los asuntos en todo el planeta e informes más detallados de nuestras oficinas sobre sus respectivas regiones: Sudáfrica, India y América Latina. Este año comienza con una consideración detallada de la austeridad, el orden mundial bipolar, el agotamiento del neoliberalismo y un planeta en protestas. Las consignas están en diferentes idiomas, pero el significado es el mismo: nos negamos, resistimos, no toleraremos la plaga de la austeridad.
El año que viene, Sudáfrica se enfrenta a un bajo crecimiento y a escasas perspectivas de creación de empleo, mientras las voces dominantes en la esfera pública de la élite presionan con fuerza para que se adopte un conjunto estándar de medidas neoliberales que incluyan la austeridad, la privatización y el ataque a los sindicatos. La corrupción masiva y la mala administración de los fondos públicos han socavado gravemente la credibilidad del Estado entre gran parte de la ciudadanía, lo que hace que los argumentos a favor de la privatización sean atractivos para muchos. Dada la mala conducta imperante en las instituciones estatales de Sudáfrica en el pasado reciente y la falta de un proyecto intelectual progresista organizado, ahora es fácil para la derecha combinar anticorrupción y austeridad en sus propuestas. En este sentido, el discurso de la derecha se ha normalizado en el país como la única forma de solucionar los problemas económicos de Sudáfrica.
En la India, mientras la economía se enfrenta a una severa desaceleración y el sistema político y la sociedad se convulsionan en crisis, el partido gobernante Bharatiya Janata Party (BJP) ha empujado al país a una miseria aún mayor y se ha negado a abordar las profundas lesiones que se sienten en la sociedad. El prolongado malestar agrario se ha convertido en una característica vital, impulsado por el abandono de la agricultura y la economía rural por parte del gobierno y exacerbado aún más por los frecuentes eventos climáticos extremos, como las sequías e inundaciones. La negligencia del BJP a la hora de abordar las penurias económicas y la catástrofe climática corresponde con su enfoque único: convertir a la India en un Estado hindú. El gobierno ha tomado una serie de medidas para crear una polarización religiosa en el país, que cree que le permitirá enmascarar las dificultades económicas, mientras que al mismo tiempo reduce los derechos de las minorías y fomenta la violencia a manos de turbas de derecha. A pesar del intento del BJP de desviar la atención de los problemas subyacentes de desigualdad y dificultades económicas a través de la polarización religiosa, la ira y la desilusión han empezado a instalarse -particularmente entre la clase trabajadora rural y urbana. Queda por ver si esta agitación se volverá lo suficientemente fuerte como para desafiar el dominio de la derecha.
Mientras tanto, desde al menos 2015, América Latina y el Caribe han enfrentado a una ofensiva neoliberal conservadora que está impulsando un amplio paquete de reformas pro-mercado en torno a las pensiones, la energía, el trabajo, la educación y la salud -entre otros temas- promovidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las potencias mundiales. Estas políticas han sido impulsadas a través de elecciones, golpes de Estado, golpes parlamentarios y coaliciones de derecha, inhibiendo formas de democracia liberal y fomentando una cultura conservadora -e incluso neofascista y racista-. En un contexto de inestabilidad regional y dificultades económicas, el aumento del saqueo y la explotación que conllevan estas políticas han profundizado la desigualdad y la polarización social. Los recientes levantamientos contra estos regímenes neoliberales plantean la cuestión de si se abrirá una nueva fase que pueda impulsar una salida del neoliberalismo. La región se enfrenta a un fuerte contraste: un creciente rechazo a las políticas neoliberales por un lado y, por otro, un panorama político regional en el que los gobiernos que defienden estas políticas -con el apoyo de Estados Unidos- amenazan con volverse cada vez más autoritarios.
Lea Dossier No. 24 del Instituto Tricontinental de Investigación Social: El mundo oscila entre crisis y protestas.
Instituto Tricontinental de Investigación Social es una institución interregional impulsada por movimientos y organizaciones populares de Asia, África y América Latina. Se propone ser un punto de apoyo y enlace entre la producción académica y los movimientos políticos y sociales a fin de promover el pensamiento crítico y estimular debates e investigaciones con una perspectiva emancipatoria desde el Sur Global.
Los dos términos que definen nuestra época son 'crisis' y 'protestas'. El primero es el resultado de un sistema mundial que se ha agotado, mientras que el segundo es un clamor hacia el futuro. “El mundo oscila entre crisis y protestas", un nuevo dossier del Instituto Tricontinental de Investigación Social presenta un análisis de esta coyuntura, con una breve visión general de los asuntos en todo el planeta e informes más detallados de nuestras oficinas sobre sus respectivas regiones: Sudáfrica, India y América Latina. Este año comienza con una consideración detallada de la austeridad, el orden mundial bipolar, el agotamiento del neoliberalismo y un planeta en protestas. Las consignas están en diferentes idiomas, pero el significado es el mismo: nos negamos, resistimos, no toleraremos la plaga de la austeridad.
El año que viene, Sudáfrica se enfrenta a un bajo crecimiento y a escasas perspectivas de creación de empleo, mientras las voces dominantes en la esfera pública de la élite presionan con fuerza para que se adopte un conjunto estándar de medidas neoliberales que incluyan la austeridad, la privatización y el ataque a los sindicatos. La corrupción masiva y la mala administración de los fondos públicos han socavado gravemente la credibilidad del Estado entre gran parte de la ciudadanía, lo que hace que los argumentos a favor de la privatización sean atractivos para muchos. Dada la mala conducta imperante en las instituciones estatales de Sudáfrica en el pasado reciente y la falta de un proyecto intelectual progresista organizado, ahora es fácil para la derecha combinar anticorrupción y austeridad en sus propuestas. En este sentido, el discurso de la derecha se ha normalizado en el país como la única forma de solucionar los problemas económicos de Sudáfrica.
En la India, mientras la economía se enfrenta a una severa desaceleración y el sistema político y la sociedad se convulsionan en crisis, el partido gobernante Bharatiya Janata Party (BJP) ha empujado al país a una miseria aún mayor y se ha negado a abordar las profundas lesiones que se sienten en la sociedad. El prolongado malestar agrario se ha convertido en una característica vital, impulsado por el abandono de la agricultura y la economía rural por parte del gobierno y exacerbado aún más por los frecuentes eventos climáticos extremos, como las sequías e inundaciones. La negligencia del BJP a la hora de abordar las penurias económicas y la catástrofe climática corresponde con su enfoque único: convertir a la India en un Estado hindú. El gobierno ha tomado una serie de medidas para crear una polarización religiosa en el país, que cree que le permitirá enmascarar las dificultades económicas, mientras que al mismo tiempo reduce los derechos de las minorías y fomenta la violencia a manos de turbas de derecha. A pesar del intento del BJP de desviar la atención de los problemas subyacentes de desigualdad y dificultades económicas a través de la polarización religiosa, la ira y la desilusión han empezado a instalarse -particularmente entre la clase trabajadora rural y urbana. Queda por ver si esta agitación se volverá lo suficientemente fuerte como para desafiar el dominio de la derecha.
Mientras tanto, desde al menos 2015, América Latina y el Caribe han enfrentado a una ofensiva neoliberal conservadora que está impulsando un amplio paquete de reformas pro-mercado en torno a las pensiones, la energía, el trabajo, la educación y la salud -entre otros temas- promovidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las potencias mundiales. Estas políticas han sido impulsadas a través de elecciones, golpes de Estado, golpes parlamentarios y coaliciones de derecha, inhibiendo formas de democracia liberal y fomentando una cultura conservadora -e incluso neofascista y racista-. En un contexto de inestabilidad regional y dificultades económicas, el aumento del saqueo y la explotación que conllevan estas políticas han profundizado la desigualdad y la polarización social. Los recientes levantamientos contra estos regímenes neoliberales plantean la cuestión de si se abrirá una nueva fase que pueda impulsar una salida del neoliberalismo. La región se enfrenta a un fuerte contraste: un creciente rechazo a las políticas neoliberales por un lado y, por otro, un panorama político regional en el que los gobiernos que defienden estas políticas -con el apoyo de Estados Unidos- amenazan con volverse cada vez más autoritarios.
Lea Dossier No. 24 del Instituto Tricontinental de Investigación Social: El mundo oscila entre crisis y protestas.
Instituto Tricontinental de Investigación Social es una institución interregional impulsada por movimientos y organizaciones populares de Asia, África y América Latina. Se propone ser un punto de apoyo y enlace entre la producción académica y los movimientos políticos y sociales a fin de promover el pensamiento crítico y estimular debates e investigaciones con una perspectiva emancipatoria desde el Sur Global.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario