Taxiboys en el Vaticano y un sauna gay donde se alojan los cardenales
Un artículo del 12 de Marzo.
Hace algunas semanas, el reconocido diario italiano La Repubblica informaba sobre un dossier secreto de 300 páginas, encargado por Joseph Ratzinger (hasta su abdicación, Benedicto XVI) a los cardenales Julián Herranz, Salvatore de Giorgi y Josef Tomko. La investigación, a cuyo resultado (al menos, oficialmente) sólo tendrá acceso el nuevo papa que debe elegirse esta semana, habría revelado las aventuras de funcionarios de la Iglesia en un sauna del barrio Quarto Miglio, una casa de campo, una residencia universitaria y otros lugares destinados a encuentros sexuales con hombres, inclusive cuartos ubicados dentro del propio Vaticano. Vale decir que el documento también incluiría información sobre diferentes actos de corrupción en el Instituto para las Obras de la Religión (IOR), el banco del Vaticano, y otros “pecados” de verdad.El portavoz de la Iglesia, Federico Lombardi, reconoció ante la prensa la existencia del dossier, pero no hizo comentarios sobre su contenido. Varios de los cardenales que deben elegir al nuevo papa, sin embargo, ya han advertido que quieren leerlo antes de decidir.
Entre otros escándalos sexuales, la investigación, siempre según La Repubblica, habría revelado la existencia de una red de prostitución masculina destinada a atender a funcionarios de la Iglesia, de la que formarían parte, inclusive, algunos seminaristas. La red sería regenteada por un miembro del coro de la Reverenda Capilla Musical de la Sacrosanta Basílica Papal de San Pedro. Teléfonos pinchados por la justicia italiana, por una investigación sobre corrupción que involucraba a un funcionario que es “gentilhombre” del papa, revelaron conversaciones en las que el corista describía a uno de los taxis para el interesado: “Sólo te digo que mide dos metros, pesa 97 kilos, tiene 33 años y es completamente activo”.
Vargas Llosa debería comenzar a escribir la segunda parte de Pantaleón y las visitadoras, esta vez ambientada en Roma.
Aclaremos: no tengo ningún prejuicio ni ninguna objeción moral contra la prostitución, masculina o femenina, siempre que sea ejercida por personas adultas y libres, por voluntad propia. Si las relaciones de obispos y curas con taxi boys, que son archiconocidas dentro del ambiente gay, terminan siendo noticia en los diarios, es por todas las tonterias que la Iglesia dice sobre la homosexualidad. Lo criticable no es que tengan sexo, con taxiboys o entre ellos, sino que sean hipócritas. Y lo del banco, claro, por eso de “No robarás”, que sí comparto.
La historia sigue…
Este lunes, el diario inglés The Independent publicó que el Vaticano habría pagado 23 millones de euros en la compra de departamentos de un edificio de Roma donde funciona el sauna gay más importante de la ciudad. Allí están hospedados al menos 18 de los cardenales que deberán elegir al sucesor de Benedicto XVI. Y la inversión, realizada en 2008, fue financiada con los controvertidos beneficios fiscales que el ex premier italiano Silvio Berlusconi le dio a la Iglesia. The Independent cita, con humor, un comentario publicado por un usuario de la página de relacionamientos Gay.it, que se burla de los cardenales: “Si no puedes ir a un sauna gay por miedo a ser visto, ¿qué hacés con millones de euros robados de los italianos? Comprás un lote de departamentos con un sauna adentro”.
Saunas, redes de taxi boys, cardenales que renuncian acusados de acoso sexual a sacerdotes, casos de pedofilia, doble vida. La contradicción que la Iglesia tiene con sus propios tabúes sexuales —y la manera a veces insana en que la resuelve, como muestran las denuncias por abuso sexual de niños— es cada día más difícil de ocultar. Sólo en Estados Unidos, según un estudio encargado por la propia Iglesia al John Jay College of Criminal Justice, 4450 de los 110 mil curas que sirvieron en el país entre 1950 y 2002 fueron acusados de abuso sexual. La arquidiócesis de Los Ángeles ya tuvo que pagar indemnizaciones por más de 700 millones de dólares a cerca de 550 víctimas.
En este contexto, hoy comienza el conclave que elegirá al nuevo papa.
Si fuera creyente, no sé si debería decir “Que Dios lo bendiga” o “Que Dios lo ayude”.
O mejor: que Dios los perdone.
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