¿Qué problemas afrontará el nuevo presidente de Irán?
Foto: EPA
(La Voz de Rusia) Los expertos no son tan optimistas, pero están de acuerdo con que la elección de Hassan Rouhani brinda nuevas esperanzas.
El
flamante presidente iraní se propone, según sus propias palabras,
reanimar el proceso negociador con el grupo 5+1 (EEUU, China, Rusia,
Gran Bretaña, Francia más Alemania). A partir de esto los analistas
llegan a la conclusión de un posible calentamiento de las relaciones
entre Irán y Occidente. En todo caso lo bueno de Rouhani es que es menos
odioso que su predecesor Mahmud Ahmadinejad.
Algunos
expertos estiman que Rouhani es un liberal. Este punto de vista es
corroborado aunque sea por el hecho de que presidente electo es un
allegado del exjefe de Estado y popular político, Ali Akbar Hachemi
Rafsanyani, quien tiene reputación de ser un reformador y además está en
contra de la omnipotencia de la clerecía. Tras la victoria electoral de
Rouhani los optimistas suponen que de a poco empezará a inclinar el
platillo de la balanza política a favor del poder seglar.
Pero,
los escépticos suponen que el optimismo en relación al nuevo presidente
no está muy justificado. En realidad, precisamente Ahmadinejad fue un
activo luchador contra el régimen de los ayatolás. El director de la
revista Rusia en la política global, Fiódov Lukiánov, dice:
—Ahmadinejad
es una persona fanáticamente religiosa. A principios de su presidencia
contó con el respaldo del ayatolá Jameneí y en las postrimerías divergió
fuertemente con los mulá. Y realmente existe la opinión de que a pesar
de sus puntos de vista ultraconservadores y de su comportamiento,
Ahmadinejad personificaba precisamente el ala seglar del establishment
iraní. En la historia iraní no hubo muchos líderes seglares. Jatamí,
quien era considerado la esperanza del liberalismo iraní era un alto
clérigo. Rafsanyani también fue clérigo.
Ahmadinejad personificaba
a quienes consideraban que era hora de cambiar el sistema de gobierno
de los teólogos, cimentado por el ayatolá Jameneí. Debe haber un Estado
que se guíe firmemente por los principios islámicos, pero no una
teocracia. Ahmadinejad nunca habló de esto. Pero suele consideraba que
procuraba dar peso administrativo a la figura del presidente iraní.
El
nuevo presidente de Irán, a pesar de su retórica moderada, es asimismo
un alto eclesiástico. Tal vez Irán vuelva a la senda tradicional,
después de cierto zigzag, que representaba en sí Ahmadinejad.
El
director de la revista Irán contemporáneo, Igor Pankratenko, sostiene
que Rouhani no es liberal. Según él, los resultados de las elecciones
demuestran que la sociedad iraní votó por la prioridad de la “fuerza
tenue”, contra el alarmismo en política exterior y por el mantenimiento
de los valores de la República Islámica en la política interna.
El
experto considera que la política exterior de Teherán no se forma como
resultado de cierta “perfidia nata” de la dirigencia iraní, sino como
una respuesta bastante adecuada a la “turbulencia” mesoriental generada
por Washington tras la irrupción en Iraq. Y es evidente que el nuevo
presidente iraní actuará, ante todo, en el “corredor de posibilidades”
formadas por los enemigos de Irán.
Sin embargo, otros
expertos subrayan que Rouhani es por sobre todas las cosas un
pragmático. En consecuencia, la ampliación de la cooperación con la
comunidad internacional, al parecer, es para él un paso inevitable.
Entrevistado por La Voz de Rusia,
el director del Programa Al Sabah y director del Centro de Estudio
Profundizado del mundo árabe ESRC, Anoush Ehteshami, nos recuerda que
Rouhani fue diplomático durante muchos años:
—Su
estilo se condensa en los compromisos y el pragmatismo. Y si él puede
hacer algo, pues esto no significa que lo hará. Ahmadinejad se las
ingenió para estropear las relaciones con casi todos los países vecinos,
mientras que Rouhani tendrá mucho que hacer para superar la enajenación
que esos países experimentan con respecto a Irán.
Las
relaciones entre Irán e Israel tampoco andan bien. Sabido es que
Ahmadinejad llamaba a arrojar a Israel al mar Rojo y asimismo a “borrar
de la faz de la Tierra” y “extirpar del cuerpo de Oriente Próximo el
tumor sionista”. Por cierto que después de semejantes declaraciones, los
israelitas tampoco experimentan nada bueno hacia Irán.
Dicho
sea de paso, Vladímir Mesamed, del Instituto de Oriente Próximo,
considera que los ánimos antiisraelíes se desprenden objetivamente de la
propia esencia de la concepción histórico-filosófica del chiismo, que
en el Irán islámico adquirió rango estatal. La idea, que se basa en esa
rama del islam, de la formación de un Estado islámico mundial, en el que
todas las personas serán miembros de la comunidad musulmana global,
según los teólogos iraníes ya se ha cristalizado parcialmente con la
creación y los muchos años de existencia de la República Islámica de
Irán. Su desarrollo ulterior es posible mediante la imposición de
semejante sistema estatal en otros países musulmanes y su posterior
globalización. Los teóricos de la revolución islámica interpretaban este
proceso como “sometimiento de todos los demás países al islam”.
El
fundador de la República Islámica de Irán, el ayatolá Ruhollah Jameneí,
consideraba a Israel, que se encontraba en el corazón del mundo
islámico, como el obstáculo más grande en ese camino y por eso la tarea
de la lucha contra ese país la formuló como la “liberación de
Jerusalén”. Aún en 1981 Jameneí señalaba: “La jefatura religiosa de Irán
jamás se resignará a la ocupación de los lugares sagrados para el
islam. El liderazgo en el mundo islámico, declarado por Irán, daba a los
dirigentes iraníes el derecho a considerarse defensores de las
“naciones islámicas oprimidas” y, en primer lugar, del pueblo árabe de
Palestina. En la práctica esto implicaba el respaldo, por todos los
medios, a la “causa árabe y palestina” y una amplia exacerbación de las
hostilidades con respecto al “invasor expansionista”. Sobre semejante
telón de fondo, la consigna “¡Muerte a Israel!” se convirtió en la
República Islámica de Irán en un atributo imprescindible de toda
actividad política.
La falta de disposición de pasar de
las consignas a las actividades concretas contra Israel obedecía en
buen grado a que a las espaldas de Tel Aviv se divisaba la sombra grande
de Washington. Claro que la llegada de Obama a la Casa Blanca coincidió
con el cambio de los puntos de vista de la élite política
norteamericana sobre el significado de Israel para EEUU. Pero está claro
que los norteamericanos no abandonarán a los israelitas: es su baluarte
mesoriental en el sentido político-militar e ideológico. Y por cuanto
las cosas son así, todo queda en su lugar. El director del Centro de
Estudios de Irán, adjunto a la Universidad de Tel Aviv, profesor David
Menashri, expuso a La Voz de Rusia su punto de vista sobre el particular:
—A
decir verdad, actualmente me resulta difícil hablar de ciertas
perspectivas. Quizás para Israel sería mejor si el principal foco de la
política israelí se desplazara hacia algunos otros problemas. Muchos
consideran que nada cambiará. Posiblemente tengan razón en algunos
aspectos. Rouhani no es un político moderado, pero no está acostumbrado a
desempeñar los papeles protagónicos, nunca desempeñó papeles
protagónicos en el movimiento reformador ni tampoco durante el gobierno
del ayatolá Jameneí. Por otra parte, con la llegada de Rouhani en Irán
se operarán algunos cambios significativos. Fue el primero de los seis
candidatos con más del 50 % de los votos. Pero lo más importante es que
Rouhani es la esperanza del movimiento reformador. Todo esto genera un
gran potencial para los cambios. No obstante, pienso que si durante el
gobierno de Rouhani se llegan a producir algunos cambios en las
relaciones con Israel, en todo caso no será en primer lugar.
El
temor más grande de los israelitas es que Rouhani no podrá o alguien no
le permitirá empezar a hacer concesiones en materia nuclear. Él puede
pedir el levantamiento de las sanciones, pero Israel teme que Occidente
escuchará la dulce melodía proveniente de Teherán, modificará su
política y dará a Irán aún cierto tiempo, a la vez que Irán durante ese
tiempo se ocupará de su programa nuclear.
Para
Rouhani el quid de la cuestión consiste en cumplir con las expectativas
de sus compatriotas, empezar a solucionar los problemas económicos del
Estado y la sociedad iraníes. Estimo que el primer paso y el más fácil
para él deben ser los cambios dentro del propio país. La gente marchó a
la revolución islámica de 1979 con dos demandas centrales: justicia
social y justicia política. Y yo simplificaría estas dos consignas a
“pan y libertad”. Desde entonces pasaron 30 años y nada ha cambiado.
Pienso de los jóvenes electores, que, en primer lugar, llevaron a
Rouhani al poder, querían más que nada una mayor libertad”.
Resulta
ser que la llegada de Rouhani al poder implica, ante todo, cambios de
la política interna y no de la exterior. En este sentido, las
negociaciones en torno al programa nuclear de Irán difícilmente reporten
en un futuro próximo frutos concretos. Pero, al menos, Rouhani
infundirá en ellos, podría decirse una “nueva vida”, estima Fiódor
Lukiánov:
—Pienso
que Rouhani como hombre con gran experiencia, precisamente en este
ámbito, tratará de devolver a todo esa imagen decorosa que
Ahmadinejad destruyó. Mahmud Ahmadinejad era brusco, pero el sentido de
sus discursos llegaban a la comunidad mundial, sin necesidad de
espectáculos en la tribuna de la Asamblea General de la ONU. Sea cual
sea la postura del nuevo presidente, su propia llegada al poder da la
posibilidad de aparentar que alguno empieza de nuevo.
Los
expertos apuntan que el conflicto sirio, la oposición entre suníes y
chiíes, y el problema de los saudíes son solo una pequeña parte de los
problemas que deberá afrontar el nuevo presidente iraní. Pero en la
arena internacional aún puede aprovechar su talento diplomático. Los
mayores problemas para Rouhani son la creciente secularidad de la
sociedad iraní, la débil economía nacional, la dependencia del país de
la exportación de petróleo. Irán necesita reformas, incluyendo la
reconsideración de las relaciones con Occidente. En este sentido se
requieren pasos reales. ¿En qué medida el presidente de Irán está
preparado para ello? Esta pregunta está dirigida no tanto a Rouhani
cuando a la clerecía iraní, que determina la línea general de desarrollo
de la República Islámica de Irán.
mj/as/er
No hay comentarios.:
Publicar un comentario