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La guerra contra el dinero en efectivo ya ha comenzado
La Guerra al Efectivo ha empezado. Los partidarios de los sistemas de
pago digital, apoyados por la tecnología, proclaman la inminente Muerte
del Efectivo. Suecia es el líder en conseguir este estado, pero Reino
Unido también va en camino. Los autobuses de Londres dejaron de aceptar
dinero en efectivo en el año 2014, pero aceptan las tarjetas contactless
(sin contacto) MasterCard y Visa.
Cada transacción en efectivo que hacemos es una transacción donde los intermediarios como Visa no ganan nada.
Este es el motivo por el que tiene un interés especial en hacer que el
cash parezca superfluo y criminal. En 2016, Visa Europa lanzó su campaña
“Sin efectivo y Orgullosos”, para informar a los propietarios de tarjetas que “puede hacer un pago con su tarjeta Visa contactless con tranquilidad y sentirse liberados de la necesidad de llevar dinero”.La nota de prensa de la compañía afirmaba que la campaña “era el último paso de Visa Reino Unido en su estrategia a largo plazo de convertir el dinero en ‘innecesario’ para el año 2020”.
Esta es su estrategia para hacernos sentir extraños con el dinero en efectivo. La propaganda es una de las armas claves en la guerra, y todos los bandos se presentan a sí mismos como libertadores. Visa se establece como un salvador paternalista que nos asegura – como si fuéramos un bebé dando los primeros pasos- que nos sentiremos satisfechos liberándonos a nosotros mismos los límites que impone la dependencia del efectivo. La tecnología Visa nos proporciona libertad sin dependencias o peligros.
A Visa se le han unido otros propagandistas. En 2014 Penny for London se hizo presente. Un grupo aparentemente altruista se estableció gracias al Fondo del Alcalde de Londres y BarclayCard, usando una fundación como gancho para que la gente se cambiara a las tarjetas contactless en el metro de Londres. PayPal llenó ciudades con vallas anunciando que “el nuevo dinero no necesita carteras”, junto con un vídeo que proclamaba: “el nuevo dinero no es papel, es progreso”. Las campañas de manipulación como “No Cash Day” están apoyadas por American Express, y señalan que en la guerra anti-cash el importante impacto ambiental de los billetes. Otras tácticas incluyen señalar que los criminales usan efectivo, que fomenta la economía gris, que es poco seguro y que facilita la evasión de impuestos.
Estos argumentos tienen notables limitaciones. Los criminales utilizan muchas cosas que la sociedad mantiene – como los coches – y el combate del crimen no las toma como prioridad. La “economía gris” es un término despectivo utilizado por las élites para describir las actividades económicas de las personas que ni preocupan a estas élites. En relación con la seguridad, que nos roben la cartera es un mal menor en comparación a tener nuestros ahorros anulados en una cuenta digital. Respecto de la justicia fiscal, mejor empezamos a auditar la evasión fiscal masiva de las grandes corporaciones facilitadas por el sector bancario formal.
El rasgo peculiar de esta guerra es, sin embargo, que sólo un lado está luchando. Muy pocos grandes medios defienden el dinero en efectivo. Se da por sentado que el dinero digital es una utilidad pública, mientras que las plataformas de pago digital están dirigidas por compañías privadas con el interés de inundar los medios con sus mensajes clave. Cuando luchan en esta guerra, su objetivo son nuestras creencias culturales sobre el efectivo, y la creencia de que su suministro debería ser un derecho público.
El gobierno del Reino Unido no se plantea defender ese derecho, y está en connivencia con la industria de los pagos digitales. Su posición está apoyada por el economista Kenneth Rogoff en su nuevo libro “La Maldición del Efectivo”. El autor argumenta que, aparte de facilitar el crimen y la evasión fiscal, el efectivo dificulta a los bancos centrales el establecer tasas de interés negativo. Sin efectivo, todo el mundo estaría obligado a mantener su dinero en forma de depósitos bancarios digitales. Esto implicaría que durante las recesiones los bancos centrales podrían usar el sistema bancario para capturar los depósitos de sus clientes utilizando cargos negativos, inspirándoles a gastar en lugar de ahorrar.
El consenso emergente entre las élites políticas y económicas es que ésta es la dirección a seguir, pero para conseguir esto es necesario una erosión de la resistencia civil gota a gota. Los corazones y las mentes de la gente deben ser imbuidos del concepto de que este cambio representa un progreso inevitable y deseable.
Cualquiera que defienda el dinero en efectivo en este contexto será tachado de anti-progresista, de reaccionario o de ludita nostálgico. Pero no es por este motivo por el que debemos defender el efectivo. Tenemos que poner las fuerzas en señalar que la Muerte del Efectivo significa el Surgimiento de Otra Cosa. Lo que está encima de la mesa es una batalla más amplia sobre mantener o no alternativas al panóptico digital que está emergiendo a nuestro alrededor.
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