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ODIO DE CLASE
Por Mumia Abu-Jamal
El escándalo más grande del gobierno de Clinton (según la prensa), fue el escándalo sexual con una joven empleada, una mujer que no era su esposa.
Cuando el escándalo casi hundió su presidencia, él ordenó ataques con misiles contra una planta farmacéutica en el Medio Oriente, Al Shifa. Los críticos de Clinton se burlaron de los ataques, al describirlos como “bombas Mónica”, destinadas a desviar el creciente torrente del escándalo.
A mí me parece bastante Clintoniano el bombardeo ordenado por el presidente D.J. Trump contra una base militar siria con escasas pruebas del involucramiento del gobierno de Siria en un reciente ataque con armas químicas.
En marzo de 1995, se reportó que la secta religiosa japonesa, conocida como Aum Shinrikyo, soltó gas sarín en varios vagones del metro, afectando a miles de personas. Mientras casi 5,000 personas sufrieron lesiones, adivinen cuántas personas murieron. Doce. ¡12!
En el lanzamiento del gas en Siria, con miles de personas expuestas, es matemáticamente improbable que 100 personas murieron, dado su dispersión a cielo abierto.
Resulta también improbable que a Trump le importen un comino los bebés árabes, por muy hermosos que sean.
El Dr. Joseph Harris nos informa que el gas sarín es indetectable en las autopsias. Entonces ¿cómo identificaron la naturaleza del agente ofensivo?
Las guerras crean naciones de perdedores, como se reveló con certeza en Irak.
¿Quiénes son los ganadores en este caso a no ser los fabricantes de armas?
Las guerras se hacen por dos motivos: pretextos y ganancias.
Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.
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