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Rusia debe salvar a Europa de la élite liberal que la está destruyendo
Entrevista a Alexander Dugin – Europa y los Estados Unidos han devuelto a menudo el favor a Alexander Dugin. Hace un año, el famoso científico ruso no fue autorizado a entrar en Grecia. Llegado de Moscú con el Patriarca Kirill para la conferencia en el monte Athos, a Dugin se le retuvo en el aeropuerto de Tesalónica y se le dijo que tenía prohibido entrar en la UE.
El año anterior, el Departamento del Tesoro de EE.UU. incluyó a Dugin en la lista de ciudadanos rusos sujetos a sanciones en relación con la crisis en Ucrania. Un mes más tarde, Canada impuso sanciones contra Dugin. Se ha escrito de todo acerca de él, desde la revista Foreign Policy, que lo llamó el “cerebro de Putin”, al periódico Sole 24 Ore, que hace una semana lo describió como el “Rasputin de Putin”.
El año anterior, el Departamento del Tesoro de EE.UU. incluyó a Dugin en la lista de ciudadanos rusos sujetos a sanciones en relación con la crisis en Ucrania. Un mes más tarde, Canada impuso sanciones contra Dugin. Se ha escrito de todo acerca de él, desde la revista Foreign Policy, que lo llamó el “cerebro de Putin”, al periódico Sole 24 Ore, que hace una semana lo describió como el “Rasputin de Putin”.
Hijo de un funcionario soviético, disidente en los años 80, enemigo de Yeltsin en los años 90, Dugin es un pensador ruso al que la revista australiana Quadrant llamó en un ensayo “el loco consciente moderno”. Sólo que un loco con acceso a la gran política. Su libro “Fundamentos de la geopolítica” se utiliza en las instituciones militares, Dugin es una presencia fija en
la pantalla del canal de televisión “Tsargrad” (el canal patriótico del
Kremlin, que es financiado por el multimillonario Konstantin Malafeev),
y cuando Turquía derribó dos aviones rusos, Dugin utilizó sus
conexiones en Ankara para ayudar a Putin a reparar las relaciones con
Erdogan. El filósofo también apoya las asociaciones políticas en Europa,
por ejemplo, en Grecia, donde es amigo del ministro de Asuntos
Exteriores, Nikos Kotzás. Da la impresión de que también se relaciona con Steve Bannon, la mano derecha de Donald Trump en la Casa Blanca. Dugin dio esta entrevista exclusiva a Foglio para explicar no sólo sus ideas, sino también la cosmovisión que gobierna la Rusia de Putin. En la
conferencia de seguridad en Munich, el ministro de Relaciones
Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, habló sobre un “orden mundial postoccidental“. Esto es puro Dugin.
¿Cuánto de cerca está de Putin?
Es
difícil de responder, no estoy tan cerca del Presidente como algunos
creen, pero muchas ideas que he expresado en filosofía, en política han
influido mucho en Putin, – dice Dugin –. No hay necesidad de
exagerar, aunque sea cierto que ha habido una auténtica influencia de
mis ideas sobre el presidente. Las ideas tienen su propio destino, y
pueden influir la lógica de la política y de la historia. Las ideas son
entes vivientes y pueden encontrar un montón de maneras para llegar a la
gente. El problema con Occidente es justo este, que ya no cree en las
ideas, hay un mundo espiritual donde viven las ideas, y Occidente ha
dejado de reconocerlo.
Le preguntamos a Alexander Dugin dónde nace su aversión cultural por Europa, que tanto parece haber inspirado a Putin.
Hoy
Europa Occidental cayó en la trampa de la modernidad y de la
posmodernidad, el proyecto de la modernización liberal conduce hacia la
liberación del individuo de todos los vínculos con la sociedad, con la
tradición espiritual, con la familia, con el humanismo mismo. Este
liberalismo libera al individuo de todo vínculo. Lo libera también de su
género y algún día también de su naturaleza humana. El sentido de la
política es este proyecto de liberación. Los dirigentes europeos no
pueden detener este proceso, sólo pueden continuarlo: más inmigrantes,
más feminismo, más sociedad abierta, más género, esta línea es
incuestionable para la élite europea. No pueden cambiar de rumbo, pero
cuanto más tiempo pasa, más personas están en desacuerdo con esto. La
respuesta es la reacción que crece en Europa y que la élite quiere
parar, demonizándola. La realidad no corresponde ya con su proyecto. La
élite europea está orientada ideológicamente hacia el liberalismo
ideológico.
En Moscú, la victoria de Donald Trump ha sido acogida favorablemente, por usar un eufemismo.
Trump ha tomado el poder en los Estados Unidos cambiando un poco esta situación, y Europa se encuentra hoy aislada, – continúa Dugin –.
Rusia es hoy el enemigo número uno de Europa porque nuestro presidente
no comparte esta ideología posmoderna liberal. Estamos en la guerra
ideológica, pero esta vez no es entre el comunismo y el capitalismo,
sino entre la élite liberal políticamente correcta, la aristocracia
globalista, contra los que no comparten esta ideología, como Rusia, pero
también Trump. Europa occidental es decadente, pierde toda su
identidad, y esto no es consecuencia de procesos naturales, sino
ideológicos.
Las élites liberales quieren que
Europa pierda su propia identidad con la política de inmigración y la de
género. Europa pierde así poder, la posibilidad de autoafirmarse, su
naturaleza interior. Europa es muy débil, en el sentido del intelecto,
es culturalmente débil. Basta con ver cómo los periodistas y los
círculos culturales discuten de los problemas de Europa. Yo no reconozco
a esta Europa. El pensamiento está al nivel más bajo posible. Europa
era la patria del logos, del intelecto, del pensamiento, y hoy es una
caricatura de sí misma. Es imposible curarla, porque las élites
políticas no permitirán hacerlo. Europa será cada vez más
contradictoria, cada vez más idiota. Los rusos deben salvar a Europa de
la élite liberal que la está destruyendo.
“Irresuelta la cuestión de Ucrania”, ¿Rusia no debería aspirar a acercarse a Europa como pareció después del colapso del comunismo?
Rusia
es una civilización en sí, cristiana ortodoxa. Existen aspectos
similares entre Europa y Rusia. Pero después del colapso del comunismo,
cuando Rusia se acercó a Occidente, entendimos que Europa ya no era ella
misma, que era una parodia de la libertad, que era decadente y
posmoderna, que se hallaba en total descomposición. Este Occidente no
servía ya como ejemplo a seguir, por lo que buscamos una inspiración en
la identidad rusa, y hemos encontrado que esta diferencia es entre el
catolicismo y la ortodoxia, entre el protestantismo y la ortodoxia.
Nosotros, los rusos, somos herederos de la tradición romana, griega,
bizantina, somos fieles al espíritu cristiano antiguo de Europa, que hoy
ha perdido todos los lazos con esta tradición. Rusia puede ser un punto
de apoyo para la restauración europea, somos más europeos los rusos que
estos europeos. Somos cristianos, somos herederos de la filosofía
griega.
En el centro de la filosofía de Dugin, junto con la lucha contra el liberalismo, está Eurasia, una justificación de las ambiciones de Moscú por retornar al antiguo territorio soviético, del Báltico al Mar Negro, de restaurar el dominio sobre otros pueblos no rusos, llegando a establecer por fin un protectorado sobre la Unión Europea.
Los
países vecinos de Rusia eran construcciones artificiales después del
colapso de la Unión Soviética y no existían antes del comunismo – dice Dugin a Foglio
-. Son el resultado del colapso comunista. Fueron parte en cambio de
una civilización eurasiática y del imperio ruso pre revolucionario. No
hay agresión de Putin, sino restauración de una civilización rusa que se
disolvió. Estas acusaciones son el resultado del temor a que Rusia se
reafirme como un poder independiente y quiera defender su propia
identidad. Ucrania, Georgia, Crimea han cometido muchos errores contra
Rusia y han agredido a la minoría rusa que vive en estos países.
Pero invadieron su territorio.
Rusia
ha respondido con gran poder a las violaciones de los derechos de los
georgianos, osetios, ucranianos, abjasios, crimeos. Europa no puede
entender el acto político por excelencia, la soberanía, porque ella
misma ha perdido el control de su propia soberanía. Trump ha comenzado a
cambiar la situación en los Estados Unidos y ha recordado que la
soberanía es un valor, y nosotros, los rusos, con Putin hemos recordado
esto al mundo antes que Trump.
¿Entonces Rusia pondrá los ojos también sobre los países de la OTAN en sus fronteras, la cuestión de Kaliningrado, el antiguo Königsberg, la patria de Kant, el enclave entre Oriente y Occidente?
Geopolíticamente,
los países bálticos no entran dentro de la esfera de intereses de los
rusos, con Georgia estamos en un momento de estabilidad, el problema
sigue siendo Ucrania, porque la situación no es pacífica, no hemos
liberado el territorio donde la identidad pro rusa es dominante, donde
es víctima de una mezcla de neonazis y neoliberales. Ucrania seguirá
siendo el problema número uno, pero con Trump existe la posibilidad de
salir de la lógica de la guerra.
Europa y el Islam. Putin se enorgullece de haber construido un acuerdo con el Islam en Rusia, mientras que Europa está bajo ataque islamista.
El
problema no es con el Islam, pero las élites han hecho entrar a
millones de musulmanes, sin integrarlos porque existe un vacío sin
identidad – prosigue Dugin -. En este liberalismo no hay más asimilación
cultural, los europeos no pueden proponer a los inmigrantes un sistema
de valores, sólo corrupción moral. Esta política suicida europea no
puede ser aceptada por los inmigrantes musulmanes. Y Europa se empeña en
colocar musulmanes, sobre todo fanáticos fundamentalistas, continuando
la destrucción de Europa: islamistas por un lado destruyendo Europa y
por el otro la élite liberal. La ideología wahabita y del Estado
islámico es el problema, no el islam tradicional, que es víctima del
fanatismo islamista. Sin esta política de inmigración, el islam que hay
en su territorio no representaría un riesgo para Europa.
Durante tres años, Rusia ha construido la imagen de un país que adopta políticas opuestas a las de Europa.
El
matrimonio homosexual y los LGBT son cuestiones políticas, no morales.
No es coincidencia que la ideología liberal quiera destruir la idea de
hombre y de mujer. Putin ha comprendido esto muy bien y ha comenzado a
reaccionar contra esta visión que destruye la sociedad. No se trata de
un problema de elección personal e individual, no hay leyes contra la
homosexualidad, sino leyes contra la propaganda de esta ideología gay
que destruye la identidad colectiva, que destruye las familias, que
destruye la soberanía del Estado, tratando de cambiar la sociedad civil.
No es una cuestión moral o psicológica, sino política.
Dugin es considerado un partidario de Putin, pero aquí nos revela sus límites.
La
historia está siempre abierta, no podemos decir qué será de Rusia. Para
construir un futuro fuerte y saludable para Rusia debemos hacer grandes
esfuerzos, nada está garantizado, hay muchos desafíos para Rusia y
Putin ha logrado responder a muchos de ellos, venciendo. El problema de
nuestro país es nuestra fuerza y debilidad, Putin garantiza a Rusia la
conservación de la soberanía y de la identidad, el regreso a la escena
de la gran Rusia, pero también somos débiles, porque Putin es él mismo,
no ha creado una herencia que pueda garantizar la supervivencia de esta
idea de Rusia. Mientras exista Putin, Rusia tiene la esperanza de ser
fuerte, pero Putin es un problema porque no ha institucionalizado su
línea de pensamiento. Rusia hoy es Putin-céntrica.
Entonces, qué ve que le depara a Europa?
Soy
seguidor de René Guénon, quien ha identificado la crisis de la sociedad
occidental europea mucho antes del siglo XXI. La forma de degradación
espiritual de Europa comenzó con la modernidad, con la pérdida de la
identidad cristiana, pero ha llegado a su culmen en los años 90, cuando
todas las instituciones fueron moledadas por el liberalismo de derecha
en la economía, y por el liberalismo de izquierda en la cultura. La
aprobación del matrimonio gay me ha hecho comprender hacia
dónde caminaba Europa. Pronto llegará al momento final, después será el
caos, la guerra civil, la destrucción. Quizás es demasiado tarde para
revertir la situación.
(Entrevista de Giulio Meotti para Il Foglio, 02 de marzo de 2017).
Fuente: The Fourth Revolutionary War.
Extraído de: Geopolitica.ru.
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