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REUTERS/ Sergei Ilnitsky
El autor del
artículo
señala que antes los diplomáticos estadounidenses no daban importancia
al desarrollo activo de las relaciones ruso-chinas, pero hoy,
finalmente, han comenzado a darse cuenta del aumento de la "fuerza de
presión" de este aspecto.
Mientras que a principios de este milenio Washington ha estado
ocupado con sus propias ambiciones de una potencia grande, Moscú y Pekín
han estado sentando las bases de su asociación estratégica piedra por
piedra.Según el columnista, el fortalecimiento de las relaciones entre Rusia y China fue resultado de un "error" de Barack Obama. Con el intento de aislar a Rusia después de la crisis de Ucrania, EEUU aceleró el acercamiento entre Moscú y Pekín, explicó. Y solo hoy, los expertos estadounidenses están empezando a reconocer la importancia de estudiar las relaciones ruso-chinas y corregir el "error de Obama".
No obstante, EEUU
tiene poco espacio para maniobra en este triángulo estratégico, opina
el autor. Lo demuestran las fluctuaciones de las relaciones entre
Washington y Moscú, así como entre Washington y Pekín. Hoy en día, EEUU
simplemente no tiene suficiente influencia.
El autor recuerda que los estrategas estadounidenses Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski advirtieron de la fuerza de las relaciones ruso-chinas.Según ellos, en este triángulo no se puede aplicar un enfoque unilateral, sino que Rusia, EEUU y China deben establecer una estructura tripartita y mantener una interacción. Es lo único que ayudaría a Washington a evitar un fortalecimiento aún mayor de las relaciones entre Moscú y Pekín.
En el contexto actual, Washington se ve
obligado a elegir entre tres opciones: construir relaciones de paz con
Rusia y China por separado, intentar hacerles pelearse o trabajar para
desarrollar una cooperación trilateral, concluye Liu Ying.
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